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¿Liberación o dependencia?

Periodista:
Rogelio Demarchi
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A  lo largo de la década de 1950, en plena posguerra y en medio de un cambio cultural importante que transformó para siempre el rol tradicional de la mujer y la moral sexual, distintos actores de la sociedad mundial se preguntaron si la humanidad corría el riesgo de morir por falta de alimentos, o dicho de otra manera, ¿el mundo producía alimentos para cuántos millones de habitantes?, ¿se podría controlar la tasa de natalidad en un nivel aceptable para que el mundo estuviese a prudencial distancia de lo que dio en llamarse la “bomba poblacional”? No faltó quien invirtiera los términos, ¿qué había que hacer para aumentar la producción de alimentos? Lo que precipitó una pregunta más cruda y realista: ¿qué resultaba más barato, controlar la natalidad o desarrollar la industria de la alimentación?

En ese contexto, a fines de junio de 1960, se lanzaron en Estados Unidos las primeras pastillas anticonceptivas de la historia, que pocos meses después se comercializaban en muchísimos países, entre ellos Argentina. Como advierte Karina Felitti en La revolución de la píldora. Sexualidad y política en los sesenta (Edhasa, 2012), “la píldora conmovió a la sociedad de su época y fue objeto de disputas entre instituciones y actores con expectativas e intereses muy diferentes. Ya fuera pensada como un arma del imperialismo o como un símbolo
de la liberación femenina, esta pequeña pastilla marcó un punto de ruptura fundamental en la historia de la anticoncepción y de la sexualidad”.

Para algunos, la difusión de la píldora atentaba contra “las po­lí­ticas demográficas, el de­sarrollo económico y la soberanía del país”, ya que “la consideraban una nueva forma de colonialismo encarada por los organismos internacionales y los laboratorios farmacéuticos”. Para otros, “era el primer método que separaba la reproducción del acto sexual sin intervenir en él y otorgaba a la mujer el poder de decisión”, algo que, “sumado a los nuevos estudios de la sexología y la psicología, invitaba a refle­xionar sobre el placer sexual y las mujeres”.

A 50 años de distancia, los comienzos de aquella discusión (analizada en detalle por Felitti, actor por actor y documento por documento, tanto en el plano internacional como en el local) resultan increíbles, cargados de prejuicios y paranoias, y hasta pueden provocar una sonrisa de asombro. Un ejemplo: la píldora formaba parte de un plan contra Argentina, que tenía pocos habitantes y mucho territorio para producir grandes cantidades de alimentos. Otro: toda mujer liberada del temor a quedar embarazada daría rienda suelta a sus más bajos instintos.

La discusión no fue breve, y en sus pliegues se descubre que ni los grupos feministas ni la izquierda más radical estaban preparados para enfrentarla. En 1973, durante la presidencia de Juan Perón, mientras José López Rega, desde el Ministerio de Bienestar Social, controlaba la comercialización de la píldora anticonceptiva y prohibía actividades relacionadas con el control de la natalidad, en Noticias, el diario de los Montoneros, sus más enconados adversarios se presentaban como sus aliados con un informe dramáticamente titulado: “La píldora o la bomba. Doctrina yanqui pretende que los latinoamericanos no tengamos más hijos”.