Riverside Agency

Realizar una búsqueda avanzada +

Ingresar

¿Olvidó su contraseña? Haga click aquí

El infierno tan temido

Periodista:
Hernán Rosino
Publicada en:
Fecha de la publicación:
País de la publicación:
  • Descripción de la imagen 1

En el transcurso de este mes se publicaron dos novelas, Trampa de luz (Eterna Cadencia) de Matías Capelli y Pequeñas intenciones (Edhasa) de Jorge Consiglio, que, casualmente,  trabajan teniendo como epicentro la presencia de esa tormenta mítica. En Pequeñas intenciones, las cosas son más violentas. Y, por lo tanto, esa tormenta que zumba, también lo es. Los personajes de Jorge Consiglio son sujetos marginales. Ahí están sus anteriores libros para comprobarlo: El bien, El otro lado. Viven en los rincones, en los suburbios, en las mesas oscuras de los bodegones de cualquier barrio. Los cruza la angustia existencial. El narrador de esta novela no escapa a ese estilo. El protagonista, que tampoco tiene nombre, le cuenta a un tal Quispe la historia de su vida. Están en una habitación en Salta. El narrador ha viajado para vender un terreno familiar. Mientras tanto, sucede la narración de una vida, con una prosa cuidada y poética, en fragmentos que se iluminan como los chispazos de un electricista -ése es el oficio del narrador- o como los resplandores de una gran tormenta. El narrador vivía en Haedo, en una casa modesta, con un hermano con problemas mentales. En ese recuerdo ambos sobreviven. Comen lo que pueden. Hay una obsesión, en el protagonista, por la comida. Luego el hermano tiene que ser internado en un psiquiátrico. Y el narrador queda solo. Irá profundizando, en esa soledad, sin tenerlo claro, una zona gobernada por la dejadez existencial. Pero ese abandono entraña consecuencias. El fuego encarnará, ahora, la figura voraz de un deseo imposible de saciar. También, sin dudas, está la figura de la familia cruzando el relato. Pero la familia como trama de sentido que justifica una vida. La búsqueda de esas pequeñas justificaciones moviliza al narrador. En medio de tanto hastío resplandece la presencia, por ejemplo, de una mujer. Pero el fracaso acecha, se impone. Por lo tanto, el viaje a Salta es la jugada final. La búsqueda de una certeza. En una habitación de hotel, contándole su historia a un tipo extraño, el protagonista está cercado. Mientras, la tormenta de Santa Rosa, como un espejo, se desata insaciable, con la furia “que desmadra ríos, arranca ramas de cuajo (…) Parece que quisiera terminar con el mundo”. El deseo del narrador y la violencia de la tormenta parecerían ser la misma cosa.