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Rescate de una mujer olvidada

Periodista:
Lucas Cremades
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Buscando quién había sido mi marido encontré la prosa de Van Gogh”, escribió hace más de cien años Johanna Van Gogh Borger. Para el periodista y escritor Camilo Sánchez, esta confesión sería el tallo de la raíz para recalar en el pasado y vincularse con una mujer olvidada por la historia. Pero que tras la muerte del artista en 1890 sería la gestora de un legado artístico genial y único. “Ella no sabía aún lo que podía pasar con la obra de su cuñado. A quien sólo había visto cuatro veces en su vida”, aclara Sánchez. La viuda de los Van Gogh es la historia hasta ahora poco conocida de Johanna, cuñada de Vincent y esposa de Theo Van Gogh, quien rescató tras la muerte del artista su legado pictórico. Y que en sólo dos años, siendo viuda y a cargo de un hijo pequeño, llegó a exhibir esas pinturas en la tradicional muestra conocida como el Panorama de Ámsterdam.

–¿Qué lo inspiró a seguir los pasos de Johanna?

–Un documental de la BBC de hace cinco años que refería a la vida de Vincent Van Gogh. Allí sólo aparecía un fotograma de esta mujer y se indicaba que ella se había hecho cargo de su legado. Y me pareció que alguien que se hubiera quedado con esa obra artística, que eran sus Cartas a Theo y después sus cuadros, había sido depositaria de uno de los grandes tesoros de la humanidad. Era portadora de un destino luminoso. Ese fue el primer dato. A partir de ahí empecé a investigar y me encontré con la alegría azarosa de que alguna de las cosas que había imaginado eran todavía mejor aún. Porque mi sentido común me decía que había sido su hermano Theo quien se había encargado de promocionar la obra de Vincent, que en vida sólo había vendido dos cuadros.

–La novela descubre una mujer singular.

–La vida de Johanna es de una épica interesante para poder contarla. Y elegí contar sólo los dos años y medio desde la muerte de Vincent en julio de 1890 hasta la primera muestra de sus obras, en Holanda, en diciembre de 1892. Período en el que asiste a la muerte de su cuñado, acompaña la lenta agonía en la que había caído su marido y se muda de París a Holanda para lograr que Theo se recuperara. Sin embargo muere seis meses más tarde, doblegado por la tristeza y la angustia que le había generado el suicidio de su hermano. Después de atravesar ese duelo mientras leía las cartas que su esposo había recibido de Vincent, descubre la prosa de Van Gogh. La novela abre la posibilidad de que algunas de las cartas de Van Gogh puedan ser previas a que él empezara a pintar.

La novela de Sánchez, oriundo de Mar del Plata y autor, entre otros, de El otro Bicentenario. Doscientos hechos que no hicieron patria, realza entre aromas y escenarios de la época muy bien descriptos la historia de una mujer de fines de siglo XIX, que empezó a militar por el feminismo, que trabajó en el Museo Británico y que vivió en París, donde asistió a las primeras escaramuzas de los trabajadores que luchaban por conseguir el descanso dominical.

“Armó un lugar para viajeros en Holanda teniendo en cuenta los cambios sociales de la época y allí construyó el primer museo de Van Gogh a 30 kilómetros de Ámsterdam. Leyendo las cartas que Vincent le escribía a su hermano, empezó a buscar los cuadros que estaban por todo París, ya que ninguno de los hermanos que quedaban del pintor pensaba hacer algo con ellos. Así logró exponer sólo 15 obras. Ella se dio cuenta del valor teórico de esas cartas. Es la vida intensa de un personaje increíble que 25 años después de la muerte de su esposo, llevará los restos de Theo hasta Auvers para hacerlos descansar juntos eternamente. Es que entre los hermanos también había una historia de amor”.