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Gusmán: "nunca renuncié al estilo, a la manera de disponer las palabras"

Periodista:
Pablo Chacón
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El libro, publicado por el sello Edhasa, se sostiene en una trama que reúne una serie de cuentos y una novela nunca terminada (que puede leerse como otra serie de cuentos), provocando una extrañeza quizá a causa de que en ninguna de las series se dibuja un final nítido, claro, “transparente”.

Gusmán nació en Buenos Aires en 1944; novelista, cuentista, psicoanalista, publicó, entre otros libros, “El frasquito”, “Brillos”, “En el corazón de junio”, “La muerte prometida, “Villa”, “El peletero”, “Hotel Edén”, “La rueda de Virgilio”, “Epitafios” y “La pregunta freudiana”.

Co-dirige, junto a Jorge Jinkis, la revista Conjetural; ahora, la misma casa editorial reeditó “Ni muerto has perdido tu nombre”.

- Ese “dios oculto” del título, ¿remite al dios absconditus de la teología?

- Existe en Amsterdam una iglesia con ese nombre, como se la describe en el libro. Una iglesia clandestina donde se refugiaban los católicos y practicaban sus misas en la clandestinidad. Es posible que remita al dios absconditus que creo, si no me equivoco, ya es de Pascal.

En este libro (ese dios) siempre está a punto de revelarse y hasta se podría decir que las coincidencias son su obra o su cara visible: el demonio. Aunque pensándolo bien, tantas coincidencias son sólo producto de una lógica, de una trama con que el hombre se dispone a enfrentar el misterio.

- La estructura de cajas chinas, ¿fue deliberada, es así, se trató de llamar la atención sobre ciertos procedimientos narrativos o nada de eso?

-Las dos cosas. El proyecto de una novela fallida, quizá por lo barroca. “Desierta”, así se llamaba el engendro, pertenecía al registro de escritura de otra época. Creo que 1990. Por esa imposibilidad, personal, y de esta época, de dejar algo inédito, también porque me parece un poco sano, la fui despedazando. Y con sus pedazos armando un Frankenstein.

Más que los procedimientos fue un agregado de coincidencias. Si es posible decirlo así, sin que suene a novela de tesis: una comprobación in situ de aquel proyecto en que una mano de madera manejada por un espíritu decide escribir una novela.

- El supuesto “giro” de su escritura, desde el universo “experimental” a la narrativa más clásica, ¿es tan así? Y si lo fuera, ¿cuáles son las razones que lo llevaron a dar ese giro, que no parece que afectara a los “contenidos”?

-En ese giro nunca renuncié a la escritura, al estilo, a la manera de elegir las palabras y disponerlas. La preocupación por la trama fue el pasaje de una cuestión más delirante; pero no de un registro fantástico a uno más realista sino a una administración de la imaginación, no del lenguaje. Una necesidad de la historia y los personajes.

El problema es la verosimilitud; algo puede ser absurdo, fantástico o delirante, el problema es que sea verosímil en el registro de la historia que se está contando. Coincido que los contenidos son los mismos: pesistas, espiritistas, cantantes, difuntos, deudos. Historias que suceden en el margen y en los intersticios: cementerios, o burdeles.

- Leía que después del inesperado éxito de “El frasquito”, no quería obligarse a una continuación de aquello. ¿Eso hubiera sido posible? ¿Piensa que ese texto, hoy día, si fueras un inédito, tendría semejante aceptación?

- No hubiera sido posible. No fue posible. Y no olvidemos que lo prohibió Tradición, Familia y Propiedad. Creo que aun hoy el texto conserva ese valor subversivo que incluso no estaba en la mirada del `pibe Barulo` de Osvaldo Lamborghini. En "El frasquito", el niño no es paródico: es lírico. (Oscar) Masotta decía que la diferencia entre "El fiord" y "El frasquito" es que el texto de Osvaldo era vindicativo y el mío no. No es una cuestión de valores sino de diferencia.

- Quien hoy elija parodiar o imitar “El frasquito” está condenado por el libro y las interpretaciones que se hicieron de él. Sin embargo, hay una cierta narrativa que intenta y no puede hacer lo que hicieron Lamborghini, García, Puig, incluso Saer. ¿Cómo piensa este fenómeno?

- Fui leyendo las preguntas en orden, pero siempre hay un lector retroactivo que se adelanta, porque esa temporalidad es una manera de leer cierta lógica. Por supuesto "El frasquito" u otros textos ya son la interpretación de esos textos. La serie que enumera es posible.

Más allá de la motivación conocida o desconocida de cada uno, creo que se escribía a favor y en contra de algo: el mensaje, el referente, el realismo socialista. Hoy desconozco dónde se sitúa esa cuestión. Tengo la impresión de que existe una adecuación de la literatura como práctica a no importa qué cosa: el mercado, la realidad, el mensaje, lo literariamente correcto e incorrecto.

- El espiritismo, el evangelismo, retornan fuera de los ambientes habituales (en un hotel, en la historia, en Sicilia). ¿Un escritor puede “liberarse” de su carga biográfica cuando escribe?

- Yo avanzo enmascarado, es el título de una novela que Georges Perec nunca llegó a escribir pero que sí bocetó. Creo que es una trilogía enmascarada. Trato de contar mi biografía a través de los libros que escribí.

En ese sentido las novelas con personajes, decididamente censuraron lo biográfico. Al respecto, me oriento en una frase de Graham Greene en `El revés de la trama`: `No pensaba como pensaba Scobie, mi personaje`.

- Esta idea de final abierto, ¿tiene alguna relación con ese dios escondido que escapa a la racionalidad instrumental? La palabra misterio ¿podría intercambiarse por finitud, por el “después” de la finitud, curiosidad clausurada hoy día por la “normalización” biopolítica?

-Creo que en la contratapa, el editor Fernando Fagnani define bien el misterio. Cito una frase de Jean Paulhan: `Hablamos con gusto del misterio de la poesía, y de las letras. Hablamos de él, hasta la nausea…`. Y refiriéndose al escritor: `No es asunto suyo explicar el misterio, mientras lo experimente y lo difunda. Y quizá lo entregue tanto mejor al negarse.