Riverside Agency

Realizar una búsqueda avanzada +

Ingresar

¿Olvidó su contraseña? Haga click aquí

Un complot del tercer milenio

Periodista:
Pablo Chacón
Publicada en:
Fecha de la publicación:
País de la publicación:
  • Descripción de la imagen 1

 El libro, publicado por la casa Anagrama, recupera la (nunca perdida) figura de Emilio Renzi, aquel investigador y escritor que apareciera en Respiración artificial, esta vez en una suerte de intriga ambientada en un campus norteamericano, con mujeres fatales y complots a un ritmo imparable.



El camino de Ida es una intriga literaria que deriva en otra policial”, dice el escritor en diálogo con Télam, “pero como verás, el centro de la cuestión es un acertijo intelectual. El espacio de la universidad, del pueblo donde va a dar Renzi, entre Philadelphia y Nueva York, era el ideal para desplegar el asunto”.
 

Piglia nació en Adrogué en 1940. Es profesor emérito de la Princeton University, Estados Unidos. Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), también ha dado clases en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Dirige colecciones desde los 60 y en la actualidad, la serie del recienvenido en el Fondo de Cultura Económica.
 

Entre sus libros, La ciudad ausente, Plata quemada, Blanco nocturno, Nombre falso, La invasión, Prisión perpetua, Crítica y ficción, Formas breves y El último lector. Prologó también los cuentos completos de Rodolfo Walsh.


Ante la pregunta por la forma del supuesto complot que atraviesa la nueva novela, el escritor asegura “no haber pensado que podía leerse así. Pero es cierto. El tipo que manda cartas con explosivos es el representante de un terrorismo nuevo, ubicuo, una amenaza constante en un mundo vigilado hasta la médula”.
 

Sin dudas, la figura del Unabomber fascinó a Piglia. “Pero fijate que en un país que se dedicada a escuchar y espiar a todo el mundo (como hace todo el mundo), el tipo pasa veinte años sin que lo encuentren. A él, como a Bradley Manning lo traicionan, lo venden. Lo vende su propio hermano”.
 

“Manning, a quien le inventan una enfermedad y torturan, se había asqueado de Irak, y reacciona como suelen hacer los norteamericanos: indignándose. Lo habrán enloquecido para que termine pidiendo perdón. Pero Kaczynsky, mente superior, es ejecutado”, dice el narrador.
 

Y agrega que “con el aparato militar, corporativo y de inteligencia que tiene atrás, es muy difícil que un presidente de los Estados Unidos tenga demasiado margen de maniobra. Yo diría que no tiene casi ninguno”.
 

Lo que intenta argumentar Piglia es que “la misma lógica que produce a un tipo como el Unabomber, produce a un Snowden o un Manning. Es distinto en Inglaterra, donde cantidad de intelectuales a veces trabajan para el gobierno pero nunca son muy fiables. El caso de Graham Greene es notable: cocainómano, opiómano, amigo de Torrijos… “
 

Pero es en ese punto que el escritor hace que su novela articule la historia. “El Unabomber había leído más de veinte veces El agente secreto, la novela de Conrad, un furibundo antianarquista. Quería entender cómo funcionaba la cabeza de los antianarquistas. De hecho, el FBI sabía que el hombre de los explosivos leía a Conrad pero no encontraba el nexo”.
 

Es donde entra la inolvidable Ida Brown de la novela. “Ella se olvida o le deja a Renzi un ejemplar de El agente… todo marcado. Renzi sólo sospecha. Renzi está enamorado. Entonces se destapa lo del Unabomber. Queda en el aire que ese hombre de los montes y la sofisticada intelectual de la Ivi League hayan sido cómplices. El nexo -para Renzi- es Conrad”.
 

Finalmente, Piglia agradece a los chilenos el premio Manuel Rojas. “Debo estar convirtiéndome en un escritor viejo, por eso me dan premios”, asegura, “pero bienvenido: quiero mucho a Manuel Rojas, a su literatura arltiana, cercana a la de Bernardo Kordon”. ¿El dinero? “Para la literatura. Ahí están los cuatro tomos de la biografía de Greene”.
 

“Pero lo más importante es que estos premios permitan la circulación de la literatura latinoamericana entre los latinoamericanos y que no siempre los catálogos estén ordenados por listas (de mercado) desde los poderes centrales”, concluye el autor de El camino de Ida.