Entrevista a Emilio Di Tata Roitberg
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Desde el punto de vista estético de su obra, ¿cuál es el motivo de la elección del lenguaje “callejero”, “marginal” para la narración de su novela?
El Oso transcurre casi por completo en barrio periférico, casi con tintes de guetto, y el lenguaje no fue tanto una elección como una consecuencia de esta ubicación geográfica, un intento por reproducir de manera lo más fiel posible un determinado sociolecto, tratando de no caer en estereotipos.
¿Esta elección estética tiene que ver con la inscripción en la literatura realista de su obra? Digamos, dentro del género negro, o policial, pero en un marco literario realista.
Sí, totalmente. Para mí la realidad es tan rica en matices y tan compleja, los puntos de vista tan disímiles, que aproximarme a ellos con los mismos elementos que aporta la realidad me resulta una tarea fascinante.
Ud. ya ha contado que las novelas protagonizadas por “El Oso” son en base a hechos ocurridos efectivamente y que ud. conoce. ¿Cuál es su opinión en cuanto al vínculo del escritor de ficción con los acontecimientos de sus vivencias?
Creo que, ante la realidad que usa como material, el escritor de ficción intenta mostrar las aristas menos conocidas de cada historia, enriquecerla con múltiples perspectivas, hacerla más comprensible de lo que puede ser un reporte periodístico o el sumario de una comisaría.
La mezcla de diferentes discursos ( legal-jurídico/ carcelario-policial/ religioso) que se entremezclan en los textos de sus novelas es una característica llamativa. ¿En qué punto se entrecruzan para dar sentido al personaje “Andrés El Oso”? ¿Qué opina respecto del lector que transita la lectura en cuánto a este cruzamiento?
Yo diría que se entrecruzan cuando dos o más personajes de diferentes ámbitos interactúan, al punto que en las líneas de diálogo se puede saber quién dijo tal o cual cosa sin necesidad de que el autor lo aclare. También pasa en mi obra que en determinados párrafos el narrador toma prestada el habla de determinado personaje, y necesariamente en distintas partes del libro tenemos una voz diferente, pero se trata sólo de un recurso literario que, en mi opinión, el lector entiende sin demasiadas aclaraciones.
Creo que, antes que nada, el lector tiene que sentirse cómodo con lo que lee, y los bandazos que pueda haber en el discurso, si están justificados, tendrían que notarse como algo natural o, mejor aún, no notarse.
Tratándose de una obra basada en un hecho real, ¿cuál es su opinión sobre la delincuencia juvenil, la marginalidad?
Creo que es un tema demasiado extenso como para dar una opinión categórica, sin caer en posturas facilistas o verdades de perogrullo. Pienso que es un tema sobre el que todos deberíamos preguntarnos más, por qué tomamos como naturales algunas situaciones degradantes en las que viven cada vez más hermanos nuestros, y si muchas de las conductas criminales de hombres y mujeres de clase baja no son una consecuencia directa de la corrupción de la clase gobernante y de los valores que transmiten los medios masivos de comunicación.
¿Tiene en mente un lector a la hora de sentarse a escribir?
Sí, imagino un lector con poca paciencia y escaso poder de concentración, alguien bastante parecido a mí.
¿Cuál es su pensamiento sobre los acontecimientos ocurridos en el barrio “El Alto” (lugar en Bariloche de residencia del personaje principal)? ¿Cuál es su pensamiento sobre la Tragedia de Carmen de Patagones, en la cual también un joven tiene acceso a armas de fuego que desencadenan finalmente un hecho trágico?
Acontecimientos trágicos en El Alto hay con mayor regularidad de lo que uno quisiera. Si con esto nos referimos a los cada vez más frecuentes “estallidos sociales”, creo que tiene mucho que ver con el despojo al que someten a nuestra sociedad las mafias enquistadas en el poder, un despojo que pega más fuerte en los más débiles, y a la vez al manejo de ciertos caudillos políticos y sociales que aplican aquello de “La política es el arte de agitar a la gente para servirse de ella”.
En cuanto la tragedia de Carmen de Patagones, es un tema que me excede. No creo que esto sea sólo por tener acceso a un arma que suceden estas cosas, aunque por supuesto la facilidad para conseguir un fierro y las pocas consecuencias de portarlo ilegalmente contribuyen a hacer mucho más sangrientas situaciones ya de por sí volátiles.
¿Cómo aparece la idea de “escape” en la segunda novela de la saga? Y continuando esta idea de inscripción de su narrativa en un marco general de estética realista….¿de qué/ quién escapan los jóvenes? ¿Qué buscan?
No tenía pensado escribir una segunda parte de El Oso, pero muchos lectores me alentaron a seguir con la historia, más que nada porque se habían encariñado con el personaje principal. Cuando finalmente me puse a planear una segunda parte, me di cuenta de que iba a ser muy difícil encontrarle una continuación a cada uno de los personajes (el hermano evangélico, el comerciante inescrupuloso, el cascarrabias del padre) así que traspasé al Gordo Andrés a un nuevo entorno y lo hice arrancar de cero con otro set de personajes. La idea del escape, además de responder a razones prácticas, pudo deberse también a atar algunos cabos sueltos que habían quedado de la primera parte.
¿De qué escapan los jóvenes?
Supongo que de la insatisfacción permanente de la adolescencia, de situaciones dolorosas que viven en particular o cuando empiezan a descubrir que la realidad es muy distinta a lo que plantean los modelos a seguir en la televisión.
¿Cómo funciona en este contexto la antinomia marginalidad/ no marginalidad (negros/conchetos, heavy metal/ Luis Miguel en lenguaje de la novela)?
Creo que el contacto o la colisión entre distintos ambientes sociales y diferentes lenguajes es siempre interesante, y resulta muy rico a nivel narrativo. Desde luego, este contraste tiene que estar justificado y supeditado a la historia, no ser sólo un elemento curioso. De ser así la obra pierde intensidad y se convierte en otro género, en un estudio lingüístico o, peor aún, en una novela de costumbres.
Qué opina sobre que sus textos sean dados como lectura en las escuelas en el sur de nuestro país.
Al principio lo viví como una sorpresa, teniendo en cuenta que no había escrito El Oso como un libro para jóvenes, y además porque creo que compartía el prejuicio general de que a los jóvenes ya no les interesa leer. Sin embargo, pronto descubrí que si encuentran textos que les resulten interesantes son lectores muy comprometidos, y además muy sinceros críticos. En la actualidad es una gran satisfacción saber que están usando mi novela como material de lectura no sólo en la Patagonia sino en toda la Argentina, y me gusta intercambiar opiniones con alumnos y profesores por e-mail o en mi página de Facebook.
Cuál es su búsqueda como escritor.
Contar historias que resulten interesantes, en principio. Transmitir vivencias que pienso puedan resultar enriquecedoras o divertidas para otras personas, del mismo modo que lo fueron para mí. En último caso, poniéndonos más pretenciosos, tratar de llegar a la Verdad, aún cuando vaya a contrapelo de las historias adocenadas de los medios masivos de comunicación. Adhiero a la frase del escritor Julian Barnes, según quien uno escribe para poder decir: “La vida no es así”.
Por qué elige escribir novelas breves y en “saga”. ¿Fue una elección? ¿ O fue desarrollándose la idea a medida que avanzaba sobre la escritura?
La brevedad es una cuestión de estilo, trato de ser de los autores que dicen mucho en pocas palabras. Me interesa tirar un detalle significativo antes que una descripción elaborada, o una frase antes que un diálogo asentado hasta en sus más mínimos detalles. Para esto confío en el que el lector pueda completar lo que falta del cuadro con su agudeza y experiencia, la cual en muchos casos puede ser mayor que la del propio escritor. Es una cuestión de gustos personales, por supuesto, como autor trato de reproducir lo que a mí me gusta leer.
Hasta ahora sólo escribí El Oso como una saga, ningún otro de mis libros fue pensado como tal. Con mi limitada experiencia puedo decir que en este formato cada libro de la serie presenta el desafío de tener que ser respetar a rajatabla lo que sucedió en los anteriores, y en cada comienzo está también la dificultad de volver a presentar a personajes que el lector conoce tal vez pero no recuerda claramente, sin caer en el peligro de ser repetitivo.
Además, a mí me gusta que cada libro pueda leerse de manera independiente de los demás de la serie, y de hecho muchos lectores me dijeron que habían leído primero las aventuras de El Oso en Villa la Angostura y luego el volumen 1 como una suerte de “precuela”.
¿Qué diferencias nota entre las diferentes tribus urbanas de jóvenes de comienzos de la democracia y las de éstas últimas generaciones?
Francamente, no recuerdo haber pertenecido nunca a ninguna tribu, y creo que conociendo el fenómeno sólo desde afuera no puedo aportar conceptos muy significativos. Sí puedo decir una característica común, el deseo de llamar la atención.