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Rescate de la palabra santa

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En No por su cubierta (1968), Philip K. Dick imaginó que los libros encuadernados con piel marciana sufrían sutiles modificaciones. El cuento evidenciaba un deseo de Dick, que a la vez se extendía como discusión de época: si la Biblia es verdadera, ¿cómo interpretarla? Atenta a este tipo de   interrogantes germinales, la Universidad de Stanford creó el departamento de estudios religiosos. Steven P. Weitzman, uno de sus principales catedráticos actuales, expresa que el interés de la Biblia como artificio tiene una larga tradición que se remonta al siglo XVIII. En su recorrido cronológico, Weitzman destaca al poeta crítico inglés Matthew Arnold, quien mucho antes que Borges, manifestó que la Biblia es literatura.  En su ensayo God and the Bible, fechado en 1875, Arnold cree que para entender la Biblia en profundidad, primero hay que disfrutarla.  Sea como documento legendario o como propuesta literaria, la Biblia se ha transformado en condición de producción de múltiples discursos que abordan su polisemia desde diversos enfoques.  En el ensayo Palabras de La Biblia, editado hace poco por Edhasa, el historiador francés Régis Burnet (1973) propone una lectura del libro sagrado en minúscula, alejado de cualquier tipo de análisis literal.

La propuesta de Burnet consiste en estructurar una exégesis que involucra en conjunto los textos canónicos del cristianismo, es decir el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.  Leer el NT a la luz del AT, tal como lo sugiere, exige tener en cuenta que la Biblia es un gran conjunto (tanto de libros como de géneros) cuya significación se teje a partir de varias capas de sentido.  La Biblia es su mensaje.  Por eso conviene leer el AT como una narración anticipatoria ya sea en relación a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo como así también en los indicios que prefiguran el núcleo de las enseñanzas bíblicas.  “Para renacer, antes hay que morir “expresa Burnet al referir la promesa que Dios le hace al patriarca Abraham (sacrificar a su hijo Isaac en la montaña) al Vía Crucis. Del mismo modo, deja entrever que la Biblia se define a partir de escenas – algunas simultáneas-  de sufrimiento, fidelidad, negación y miedo.

Burnet, autor de El evangelio de la traición,  deconstruye el lenguaje proverbial que se despliega en los versículos. La poética de la Biblia se sostiene en incontables metáforas que, asociadas a diversos campos semánticos, son signos de la manifestación de la divinidad. Naturalmente, las comparaciones tienen que ver con el contexto en el que se enmarca la narración. (Dios es el pastor, el pueblo es el rebaño; la extensión de las aguas como combate de los egipcios y sus dioses, etcétera.)

“El Cristo Dios se ha vaciado de su divinidad como un odre con el fin de hacerse hombre: ha apurado su divinidad para acercarse la humanidad” escribe Burnet en su intento de describir a Jesús, corazón del cristianismo. Para eso, no solo exhibe los episodios clave en la vida de Jesús sino que también pone atención en Juan el Bautista, la Virgen María, Pedro o Judas, entre otros.  El relato biográfico es también una novela de personajes. La Biblia nos dice que Jesús es tanto acción como palabra.  Burnet traza una interpretación compleja del testimonio de Jesús a partir de las parábolas, los diálogos y la utilización de términos cifrados como pueden serlo gloria, verbo y palabra.  Observa particularidades a partir de una mirada semiológica: se pregunta qué tipo de narrador es Jesús; cuán importante es su mirada para transmitir su mensaje y cómo se configura ese prójimo tan nombrado y poco conocido.

Dei Verbum, uno de los documentos del Concilio Vaticano II (1962-1965), exhorta a quienes deseen estudiar la Biblia: “hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuanta la tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe”. En Palabras de la Biblia,  Burnet no cae en la tentación de esbozar una lectura plana o monocorde. Considera que la Sagrada Escritura le da continuidad a la identidad del creyente y a la vez lo moviliza (“la kenosis de Jesús constituye el modelo universal de todo comportamiento cristiano”.) Y resalta una mirada alejada de toda idolatría (”el Dios de Israel prefiere la carne a la piedra”) En ese sentido, ¿qué valor tienen los meta discursos en relación a la Biblia? El Papa Francisco, en las Jornadas mundiales de la juventud, señaló al respecto: “no existe una hermenéutica aséptica sobre la Biblia”.  De la impresión de Gutenberg a la actualidad, la Biblia, observada como prooftext de un tipo de creencia o como el libro más vendido en la historia de la humanidad, se reinventa constantemente.