Marcos Herrera, con estilo sudamericano
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Marcos Herrera, nacido en Buenos Aires en 1966, ha publicado el libro de cuentos Cacerías, recibido elogiosamente por la crítica que destaca su originalidad, su tono narrativo y el modo en que perfila los personajes. Ha sido señalado como heredero de la tradición narrativa rioplatense que va de Roberto Arlt a Juan Carlos Onetti pasando por Horacio Quiroga. Uno de los relatos de Cacerías fue incluido en la antología Las Fieras, el género policial en la Argentina, preparada por Ricardo Piglia, que incluye textos de Borges, Cortázar y Bioy Casares, entre otros.
Por su relato Ropa de Fuego recibió el II Premio de Novela del Fondo Nacional de las Artes. La mitad mejor, Pulgas y Músicos de Frontera son algunas de sus obras anteriores.
¿Cómo escribe usted? ( preferencia de horario para hacerlo, cantidad de horas, rituales...)
Escribo como puedo. Hipnotizado por mí mismo. Cuando, luego de entrar en la caverna, logro internarme en los pasillos subterráneos olvidándome del exterior. Una condición fundamental es estar concentrado. Y para lograr la concentración todo vale: comer carne cruda, prender grandes fogatas, ingerir grandes cantidades de whisky. Como dijo alguna vez Tom Waits: fumar muchos cigarrillos y romper ventanas.
¿La escritura se aprende?
Se va aprendiendo lentamente. Y se aprende leyendo y escribiendo. Se aprende pero es imposible enseñarla. Se pueden dar consignas de escritura que parezcan mapas. Pero cuando el individuo se enfrenta al papel vacío, ese mapa que dio el coordinador del taller literario resulta que es de arena y empieza a soplar el viento.
¿De dónde nacen sus libros? ¿Parten de un personaje, de una situación, de un lugar? ¿Cuál ha sido el disparador de su primer libro?
Nacen de las ganas de escribirlos. Aunque muchas veces esas ganas se vuelven una obsesión y no siempre se la pasa bien. Escribir es extremadamente difícil, pero si no fuera difícil no sería divertido. A veces surgen de uno o dos personajes, o de una situación, o de una imagen arbitraria. Mi novela Ropa de fuego nació de un poema en donde aparecían los dos personajes principales.
Mi primer libro se llama Modo de final. Es un libro de poemas. Así que no hubo un solo disparador, hubo un disparador por poema. La palabra disparador está relacionada con la balística y los poemas del libro también, así que es un término bastante justo para hablar de esos textos.
¿Qué escritores le gustan, cuáles lo han marcado?
Primero los poetas: Artaud, Dylan Thomas, César Vallejo, Mario De Lellis, Joaquín Giannuzzi, Ted Hughes. Después los policiales: Chandler, Hammett, Jim Thompson, Ellroy, Mc Bain. Ciencia ficción: Philip Dick. Grandes narradores en general: Onetti, Faulkner, Thomas Pynchon, Arlt, Borges, Piglia, Saer.
¿Cuál es la misión de un escritor? ¿Escribir es hablar o callarse?
Ser honesto consigo mismo. Como dice Houellebecq:”Ser artista es estar sometido a mensajes misteriosos, imprevisibles, que a falta de algo mejor y en ausencia de toda creencia religiosa habría que calificar de intuiciones; mensajes que ordenan de manera imperiosa, categórica, sin dejarte la menor posibilidad de escabullirte, a no ser que pierdas toda noción de integridad y respeto por ti mismo. Esos mensajes podrían entrañar la destrucción de una obra o de un conjunto entero de obras, para emprender una nueva dirección o incluso a veces sin rumbo en absoluto, sin la menor esperanza de continuación”. En este sentido, y solo en este sentido, la condición de artista podría calificarse de difícil. En este sentido también se diferencia del resto de las profesiones u oficios.
A veces hablar y a veces callarse.
¿Qué consejos daría a un escritor que se inicia?
Ningún consejo. Si realmente es un escritor, si la escritura no es una enfermedad pasajera y curable como el sarampión, va a encontrar solo los consejos que le convienen para hacer su obra.