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El amor que se derrumba

Periodista:
Carlos Roberto Morán
Publicada en:
Fecha de la publicación:
País de la publicación:
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Escrita en 1926, cuando su autora tenía escasos 23 años, y publicada en una revista francesa, “El malentendido” se demoró varios años en llegar al libro y eso se produjo una vez que Némirovsky fue famosa en Francia. “El malentendido” es una primera novela y por consiguiente muestra a la escritora primeriza que, como tal, no puede eludir algunos defectos, pero al mismo tiempo ya se la ve “asistida” por la extrema sensibilidad que caracterizaría a su obra, definida –entre tantas bondades- por una refinada sutileza.
“El malentendido” es una historia de amor. Pero, también, se trata de un relato que ahonda en la vida y las costumbres, los valores de clase y las carencias de la alta burguesía francesa. Némirovsky se muestra muy aguda para captar las bondades y las increíbles (o no tanto) mezquindades de los integrantes de una pareja amorosa en proceso de desintegración.
Yves Harteloup, joven veterano de la Primera Guerra Mundial, pasa sus vacaciones en Hendaya, en la región vasca francesa, y allí conoce a Denise, una joven casada. Si bien ambos pertenecen a la alta burguesía parisina, lo cierto es que Yves aunque descendiente de una familia poderosa lo ha perdido todo y por lo tanto debe trabajar para malvivir, mientras que Denise lleva una existencia ociosa, propia de quien posee en abundancia.
Así, lo que fue idílico en la playa frente al mar, en las vacaciones de verano, se volverá complejo cuando ambos regresen a París. Porque los jóvenes que se han conocido sólo de casualidad, de inmediato se enamoran y viven una relación clandestina, que intentan mantener en la capital. Lo logran, pero con múltiples dificultades, puesto que Ives sufre la rutina del trabajo y los agravios de sus limitaciones económicas, en tanto que la mujer se aburrirá en su mansión atormentándose gratuitamente por no sentirse correspondida.

Egoísmos e hipocresías

La novela es un tanto breve y antes que una historia de hechos, estamos ante un texto que se detiene en la complejidad de los sentimientos. A Yves le cuesta mucho el vivir cotidiano, porque ha perdido las referencias propias de la clase a la que perteneció y debe luchar en el día a día por la subsistencia. A su vez, Denise no termina de interpretarlo, porque no logra comprender lo que son las carencias de la gente común.
La virtud central de Némirovsky reside en la profunda comprensión que tiene de y hacia los personajes que ha creado, criaturas de ficción que parecen tomadas de la muy concreta, muy carnal, vida real y que quizás lo hayan sido. La autora de “Suite francesa” supo penetrar en la contradictoria condición humana y contarla con todos sus matices.
Si bien el título de la novela se refiere al episodio final de la historia, puede tomarse como símbolo de todo el relato, puesto que es el malentendido el que se “instala” en la pareja, aquello que impide el diálogo franco de Yves y Denise, quienes callan más de la cuenta, no se expresan como deberían y por lo tanto a cada instante caen en la mala interpretación de los actos y las palabras del otro.
La novela es lineal y cronológica, se detiene una y otra vez en los pensamientos y las obsesiones de ambos protagonistas, mientras que los restantes personajes apenas si aparecen como “esfumaturas”, incluido el marido de Denise, quien sospecha el adulterio de su mujer, pero se niega a indagar.

La condición judía

Irène Némirovsky nació en Ucrania, pero vivió en Francia casi toda su vida. Tuvo una pésima relación con su madre, quien siempre la desatendió y sólo se dedicó a sí misma y a su vida hedonista. Por consiguiente, Iréne vivió distanciada de su madre y a los 23 años, ya residiendo en París, se separó aún más al casarse con el banquero Michel Epstein.
Esa mala relación, más el hecho de buscar una mayor conexión con la burguesía francesa, la llevó a la conversión al catolicismo y a alejarse de todo lo que fuere la “condición” judía. Ella nunca admitió esto último, pero lo cierto es que en sus libros los personajes judíos aparecen como caricaturas, seres desagradables, ávidos de dinero. Se sabe, tristemente, que todos esos esfuerzos resultaron vanos y que la autora, así como su esposo, fueron asesinados en el campo de concentración de Auschwitz.
Aunque en su vida Irène intentó ser aceptada por los burgueses de la época, no les concedió favor algún en las exitosas novelas que escribió y publicó en la década de 1930. Tampoco lo hizo en “Suite francesa”, la novela que intentó escribir en el “exilio” vivido en el interior de Francia cuando las tropas alemanas ocupaban París. Es sabido que el texto quedó inacabado, que sus hijas demoraron décadas en transformarlo en libro y que cuando eso ocurrió, en 2004, la novelista y su obra recuperaron una vigencia que nunca debieron haber perdido.
Y, la verdad sea dicha, Yves y Denise, representantes de dicha burguesía, no quedan bien parados en esta primeriza historia. Él, porque nunca termina de asumirse como un ser empobrecido. Ella, porque nadando en la abundancia no comprende a quienes no poseen, entre ellos su amante. Y ambos, porque ahogados por el amor, no logran salir de la autorreferencialidad y entender en profundidad al que dicen amar. Historia sobre los sentimientos que queda resonando en el lector luego de cerrar el libro. Bienvenido el rescate