Dejar de ser invisibles
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“¿Alguna vez te sentiste invisible?¿Sentiste que no tenías presencia? A veces nos sentimos invisibles ante un jefe, en relación con una pareja, en la familia… Es decir, no estamos. Y mi concepto de marca personal tiene que ver con esto: estar y ser. Desde el coaching decimos que es estar siendo en la vida, pero conectados con nuestra esencia”, reflexiona la licenciada Sonia Paula Grotz.
“Pero no es armar un cartón pintado, porque, a lo mejor, yo puedo lograr brillo como los personajes mediáticos que logran visibilidad. Pero son cartón pintado. ¿Cuánto duran? ¿Dos días, un día? ¡Un día de fama! (ríe) Por eso, propongo herramientas para lograr visibilidad, que es importante para no ser invisible, pero también credibilidad. Y la credibilidad tiene que ver con nuestros valores.
Sonia Paula Grotz es coach ontológico y autora de "Marca personal. Lejos de la cosificación, cerca de tu Ser", según sus palabras, un manual de herramientas valiosas para lograr credibilidad y visibilidad.
Interesante, ¿pero cómo se hace?
Lo primero es establecer una visión de futuro, es decir, ¿en quién me quiero transformar? Porque el que no tiene un plan, un rumbo, más tarde o temprano alguien lo hará parte de su plan. Después, desarrollar las acciones que me van a permitir alcanzar esa visión.
¿No es muy abstracto?
Por eso, aliento para que las acciones tengan un tiempo de realización, un tiempo posible. Quiero decir, que si yo digo que quiero aprender inglés, eso no es un objetivo bien planeado, eso es simplemente una expresión de deseo. ¿Qué es lo que falta? Un plazo, el tiempo. Por ejemplo, quiero en tres meses aprender a hablar inglés ¿Cuál es el nivel del inglés que quiero alcanzar? ¿Un inglés básico, un nivel que me permita leer un libro medianamente complejo o entender una película? Eso tiene que estar claro desde el principio.
¿Qué ocurre si no puedo cumplir los plazos?
Como soy un ser humano, me puedo equivocar y entonces puede ocurrir que deba reajustar ese plan. Pero eso no significa pensar que si no tengo un plan las cosas van a ir mejor. Porque cuando no tengo un plan todo está descontrolado, dispersamos un montón de energía, porque las acciones no tienen un norte, no tienen un hacia adónde ir. Entonces, comienza un errático diálogo interior: querría esto, o más bien, querría esto otro. Y también me gustaría aquello y, mientras tanto, nos quedamos en nada.
¿Cómo salimos de ese diálogo errático?
Estableciendo un plan de acción, como siempre digo, pero con baby stops, pasitos de bebé, de a poquito. Para no entrar en la vorágine de decir ‘necesito alcanzar este objetivo me cueste lo que me cueste’ y esto tampoco es saludable. Considerarnos un camino con pequeños retos, con pequeños desafíos. Uno de los ejercicios que les hago hacer a mis clientes es escribir sus logros. Todos los días antes de ir a dormir tienen que tomar un cuaderno y anotar lo que para ellos fue un logro. Al menos uno. Y si sienten que en ese día no pasó nada interesante, por lo menos, que lean los logros que alcanzaron hasta ahora, porque eso, automáticamente nos va a permitir retroalimentarnos. Pensar: si fui tan bueno para alcanzar esos logros en el pasado, ¿por qué no voy a poder seguir adelante?
¿Por qué coaching?
Empecé a estudiar coaching porque quería encontrar algo que no fuera la consabida fórmula secreta de que, si seguía estos cinco pasos, te va a ir todo bien, o si te paras frente al espejo y decís con ganas ‘¡me va ir todo bien!’ ¡ya está! ¡serás un ganador!
¿El atajo mágico?
Sí, pero eso no es cierto, es sólo una parte de la historia. La otra parte, que no la cuentan, tiene que ver con el poder de nuestras creencias. Los distintos cuentos que nos han contado sobre quiénes somos y sobre lo que podemos y no podemos. Porque si para mis adentros pienso que voy a seguir siendo el mismo inútil de siempre, ni los cinco pasos ni las exclamaciones exaltadas van a tener un sentido. El resultado final va a ser la certeza de que soy un inútil y no voy a lograr resultados. Como coaching, nunca prometo esas cosas, van a encontrar herramientas para trabajar desde el respeto y desde el cuidado para encontrar la fórmula que le sirva a cada uno, porque no hay un solo camino, no hay una sola fórmula. Cada uno tiene que encontrar la diferencia entre un chef y un cocinero...
¿Cuál es la diferencia?
Un chef tiene la habilidad de conocer todas las gamas de sabores y colores y los combina a su criterio, es un creador, En cambio, el cocinero cocina a partir de una receta que le dieron otros, no puede imaginar algo distinto, no puede crear. Esa es una de las mayores tareas que puede emprender un ser humano, descubrir su marca personal, encontrar su forma, su receta propia. Y todo lo que yo puedo hacer como coaching ontológico es darle las herramientas, pero a partir de ahí cada uno es el responsable, el autor de algo diferente, el protagonista de una aventura humana única e irrepetible. Recordando que si en algún momento experimentamos un sentimiento de fracaso, algo muy importante es comprender que ese sentimiento es la interpretación que nosotros hacemos de lo que está pasando. Automáticamente, la pregunta que tengo que hacerme es ‘¿qué necesito aprender?’ Si no llegué a un resultado, en lugar de flagelarme necesito saber cuáles son mis carencias, qué necesito aprender.
No es una tarea fácil.
Claro que no, pero es la respuesta más inteligente. ¿Tengo que seguir aprendiendo? Sí, tenés que seguir aprendiendo de aquí hasta que te mueras, esto es fundamental, porque vivimos un proceso constante de cambio. Y si queremos resistimos, lo único que vamos a lograr es quebrarnos. Por eso es tan importante tener un pensamiento flexible.
¿Algo para recordar?
Me encantar estar y tratar con chicos. Ellos no tienen todos estos problemas de marca personal, autenticidad, identidad o preguntas como ¿por qué estoy aquí? Siempre son espontáneos, son ellos… Y esto delata mis orígenes porque antes de estudiar coaching y tantas otras cosas fui maestra jardinera.