Historia del tiempo
- Periodista:
- Nicolás Mavrakis
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La beatlemanía ya no es una tendencia al furor. Pudo haberlo sido para las chicas que gritaban alrededor, pero eso fue hace ya medio siglo. La beatlemanía tampoco es una inclinación excesiva. ¿Qué músico de la segunda mitad del siglo XX pudo evitar alguna inclinación por su música? ¿Quién no sabe, por ejemplo, que los Ramones se llaman así porque Paul McCartney se hacía llamar así?
La beatlemanía es otra cosa. Un fenómeno cultural —musical, estético, comercial, literario, turístico, intergeneracional, editorial, agreguen lo que necesiten— de un orden distinto. Buenos Aires no es ajena al fenómeno: los beatlemaníacos saben que en esta ciudad existe el único Museo Beatle de América. A través del tiempo y el espacio: siempre hay algo más sobre Los Beatles. Siempre hay algo nuevo.
Para los estudiosos del teatro shakespereano la pregunta también puede resultar relevante: ¿cómo se acapara algo cuyo caudal de información y experiencias no deja de expandirse? ¿Cómo y para qué se sostiene una manía con Los Beatles?
Según Todo sobre Los Beatles (Blume, 2013), el impresionante libro de 672 páginas que organiza y relata la información disponible hasta el momento acerca del origen —muchas veces claro pero muchas otras incierto o disputado— de cada una de las 211 canciones grabadas por Lennon, McCartney, Harrison y Starr durante sus años con Los Beatles, “la razón es que hoy, cincuenta y un años después del lanzamiento de su primer disco, disponemos de puntos de vista nuevos y pertinentes que permiten entender mejor la creación de sus canciones”.
Los encargados de la tarea son Jean-Michel Guesdon y Philippe Margotin. Dos melómanos, dos racionalistas franceses a los que no sería injurioso pensar como dos disciplinados Bouvard y Pécuchet de carne y hueso, entrelazando sentidos útiles a la beatlemanía universal, con el objetivo de “alejarnos de leyendas y de hechos que no pueden comprobarse”. No es otra cosa que una empresa cargada de conocimiento y amor.
Todo sobre Los Beatles, así, es algo ante lo que un beatlemaníaco serio va a tener que detenerse. El catálogo preciso de los instrumentos que se usaron en cada disco, el análisis técnico de cada grabación, el entrecruzamiento de entrevistas, autobiografías y memorias reconstruyendo el origen de cada tema y un archivo de imágenes: el que crea haberlo leído y visto todo va a encontrar algo nuevo. ¿Sabían que el sitar que George Harrison tocó por primera vez en Norwegian Wood estaba en el piso de Abbey Road y que lo había comprado en la calle Oxford? “Encontré las notas del riff. Empastaba muy bien y funcionó”. ¿Sabían que esa canción cuenta un affaire entre Lennon y una periodista del Evening Standard? Está bien, ¿pero sabían que la primera toma de la canción se grabó el 12 de octubre de 1965 en re y que la versión definitiva está en mi?
© Nicolás Mavrakis, Ni a palos (Miradas al Sur)