La realidad provincial
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TOÑO, el nuevo maestro de Colonia Perdida, sumará al mundo aislado y sin salida de los obrajes del Chaco argentino, la incertidumbre de su interior, la conciencia de culpa que le sigue a todas partes. Por un lado, un pueblo donde el atraso y el estancamiento solo conducen a la resignación; por otro, la ausencia de identidad, el agobio del pasado. La acción toma como eje estas dos realidades, paralelas y complementarias, para internarse en una galería de personajes achatados por el vacío, sumergidos en sus miserias cotidianas, un infierno de explotadores y explotados custodiado por las sanguinarias brigadas de control de trabajo. Solo unos pocos conservan hilachas de dignidad: monteadores, indígenas, con el coraje desesperado de los que no tienen nada para perder. A pesar de sus limitaciones, Toño es el hombre que trae "el circo" del mundo a un sitio donde todo debe permanecer inmutable.
Mempo Giardinelli comenzó a escribir esta novela en 1968, mientras cumplía su servicio como conscripto, con el título de "Toño tuerto rey de ciegos". Presentada a un concurso en 1973, Augusto Roa Bastos y Rodolfo Walsh la destacaron aún cuando no fue premiada. Publicada por decisión de Jorge Lafforgue en Losada en 1976, la totalidad de la edición resultó requisada e incinerada por la dictadura junto a otros miles de libros. Fue este hecho la principal causa de que el autor partiera de inmediato para su largo exilio en México. Allí la reeditó Oasis, con éxito, en 1983. Presentada ahora con ligeras modificaciones, esta es la primera vez que logra difundirse en el Río de la Plata.
Las vicisitudes por las que ha atravesado esta obra explican el porqué de la reaparición de este realismo de fuerte compromiso social, el esfuerzo en mimetizarse con una circunstancia regional a la vez que su ideal de funcionar como símbolo universal, la división ética de los personajes determinada por la condición económica o el pensamiento político, el protagonismo de un antihéroe que busca su plenitud interior, la infaltable proyección que conduce a una utopía de justicia posible solo a través de la lucha y el dolor. El lenguaje también forma parte de la mímesis, con glosario final incluido. Todo indica que se está ante un relato que no puede disimular su filiación al molde típico de novela indigenista, elaborado cuando ese molde llevaba ya décadas de aceptación. Sin embargo, la alternancia con la narración en primera persona, la ambigüedad que emerge del fluir de la conciencia y hasta algún recurso fantástico o lúdico, lo emparentan con estéticas posteriores. Una de sus virtudes, como en el caso de tantos textos primerizos dados a conocer tardíamente, es anunciar la presencia en ciernes de un gran escritor. Otra es brindar fiel testimonio de una realidad provincial conocida de primera mano, que en la actualidad persiste como una preocupación de Mempo Giardinelli, al menos en su labor periodística.