Pensar la violencia de los años '70 desde la ficción
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América Latina viene azotada por la violencia desde muy lejos. Razones nunca han faltado: políticas, económicas, pasionales... Muchos son los desgarros que le dan nombre porque la lucha también es retórica y, con el tiempo, la reivindicación de lo actuado, la revisión de los errores, la búsqueda de nuevos sentidos se suman como argumentos en el juicio postrero de la historia. Eduardo Sguiglia elige la ficción para, desde allí, pensar la violencia de los años setenta y la del presente. La novela Los cuerpos y las sombras (Edhasa) puede dialogar con textos de otros géneros de ex militantes de agrupaciones revolucionarias de aquellos años. Miguel Bonasso con sus Recuerdo de la muerte, el ensayo No matarás de Oscar del Barco, Las violetas del paraíso de Sergio Polastri son algunos de los más recordados. Uno de los puntos de arranque es un hecho real: un comando del ERP que organizó un (fallido) operativo para asesinar al dictador Videla. El cruce fortuito de dos ex militantes que repasan su militancia y, especialmente, se preguntan qué habría sucedido si ese atentado hubiese tenido éxito. “¿La vida de cuántos compañeros presos o desaparecidos hubiera costado la de Videla? ¿De veinte? ¿De cien? ¿Doscientos? (…) Aun así, ¿hubiese valido la pena? ¿Hubiera sido otra la Argentina? ¿Se hubiese desplomado la dictadura? No lo sé, hermano, hasta ahora no lo sé.” Así comienza el capítulo uno, y muy pronto, en el segundo, se suman un par de sicarios narcos venidos de México: Boom Boom Valdez y Kiko. Estos hampones, incapaces de sentir fidelidad por una idea (“Puedes contar con mi lealtad mientras me pagues”) son vehículo de otra clase de violencia, y muy capaces de matar a quien sea por dinero. Esta sección dialoga con la imaginería y la dinámica de las películas de acción de las series de tevé. El autor de Fordlandia, entre otras novelas y ensayos, trata de encauzar varias historias a través de los personajes. Hay anécdotas de la Guerra Civil española, los contras en Nicaragua, referencias al nazismo, entre otras. Con el correr del relato esas historias se van tramando hasta conformar un policial de tintes políticos. En ciertos pasajes asoma –y no para hacerle un bien al relato– una voluntad didáctica, por si el lector no anda del todo enterado de cómo era el asunto en los años de plomo. Y, a pesar de que los personajes no siempre resultan convincentes, los lectores previamente interesados en estos temas encontrarán material para pensar y discutir. "Hay tanto para escribir. Nosotros (…) hemos visto cambiar el mundo dos o tres veces como mínimo y me parece que con los años uno puede ver mejor los momentos en que se rompieron los grandes sueños o los grandes deseo." «