Los pasos en las huellas
- Periodista:
- Nicolás Manzi
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Tucho y María, con su hijo Quinqui, fueron secuestrados en Mar del Plata en enero de 1978, por un grupo de tareas del ejército. Los trasladaron a una quinta en Funes, donde se encontraban también otros compañeros de la Organización Montoneros. Tucho, en su rango de mayor, fue entrevistado por el general Leopoldo Galtieri y puesto al corriente de un plan para atentar contra los líderes de la organización que la comandaban desde el exterior.
El relato de esta historia está construido en Tucho. La "Operación México" o lo irrevocable de la pasión con la voz de un narrador que se permite intuir el pensamiento de todos los personajes involucrados. Estos personajes, que ya se encuentran en situaciones extremas, son puestos aquí en crisis respecto a sus convicciones, a sus dudas y a sus decisiones. El texto de Rafael Bielsa trata de descubrir qué es lo que pudo haber pasado por la cabeza de Tulio Valenzuela y Raquel Negro, las personas reales con quienes se construye el relato sobre una historia verídica. Los sucesos narrados buscan respetar la línea de los sucesos históricos.
En este texto hay un Ulises, que se cuestiona acerca de la verdad, al mismo tiempo que se pone en acción: en la línea de fuego es difícil reconocer de dónde vienen las balas. Ahí es cuando esa voz se pregunta, como lo más auténtico, qué se tiene cuando todo lo que se tiene es a sí mismo. Sería una simplificación absurda pensar que los grupos que perpetraron el enfrentamiento pecaban de mesianismo. Por eso, hay que destacar los recursos que elige el autor para marcar que se trataba de una época muy particular. De esta manera, pensar los sucesos sin tener en cuenta el momento histórico sería un desatino imperdonable.
El texto de Rafael Bielsa interpela constantemente al lector. La trama narra un suceso trágico, pero además comienza a revelar la imposibilidad de pensarse a sí mismo en el lugar del otro. Esa imposibilidad no alcanza para salvar a nadie: este es un Ulises que se entrega a los hechos y, por sus decisiones, es expuesto a un juicio revolucionario. Mientras, Troya sigue sitiada.
Es casi imposible abordar el texto desde cualquier tipo de clave ficcional; todo lo que se construye a través del lenguaje se nutre de eso que sucedió y que ya conocíamos a partir de otro texto con el cual éste dialoga: el que se construye con la voz de Jaime Dri en Recuerdos de la muerte, de Miguel Bonasso.
En ambos abordajes de la historia se revela que María, Raquel Angela Carolina Negro, que durante la Operación México y de acuerdo con Tucho, Tulio Valenzuela, se quedó en la quinta de Funes, fue llevada al Hospital Militar de Paraná en donde dio a luz a mellizos, una niña y un varón.
Este complejo entramado, en el que se destacan detalladas descripciones con imágenes visuales dignas del código cinematográfico, que alternan con las rotundas y verosímiles voces de los personajes, que reproducen un acento de época, nos devuelve las preguntas acerca de los límites entre la literatura y la realidad, pero desde otro lugar: al mismo tiempo en que se actualiza el pensamiento de qué camino debe tomar el pensamiento cuando el cuerpo está cautivo, nos pone en situación de pensar en dónde está uno en función del cuerpo del otro.
Los últimos dos capítulos, ambientados en la visita a La Intermedia, en el marco del juicio a los represores en 2011, pone en evidencia que ese posicionamiento también se construye con las palabras. El testimonio del Tucu, deslindando su responsabilidad en los hechos, reconociendo el espacio y admitiendo "haber estado", aunque en actitud pasiva u obediente, nos hace pensar en quién es el que sobrevive para contar la historia; si sus palabras, al momento de ser pronunciadas, no esconden lo que no conviene ser dicho.