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La pertenencia

Periodista:
Carlos Roberto Morán
Publicada en:
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Como una manera de entender más a “La hondonada”, el más reciente trabajo de la escritora Jhumpa Lahiri, vale reproducir estas declaraciones hechas recientemente a Nuria Barrios, de El País: ”Todos mis personajes navegan en la tensión entre pertenecer y no pertenecer. Eso conforma, diluye o complica la propia identidad. Es un tema muy importante para mí. Mi deseo de escribir nació del anhelo de poseer algo, de llamar mío a algo. Crecí con cierto sentimiento de vacío, quería pertenecer a algún lugar: al país que venían mis padres o a América. La lengua era lo único que podía controlar”.
La disyuntiva antes expresada está bien planteada en la novela a partir de la relación que mantienen los hermanos Subhash y Udayan, el primero ajeno a las luchas políticas que se libraban en la región de Bengala a fines de la década de 1960 mientras que su hermano menor vivía un visible y creciente proceso de radicalización ideológica.
Luego de que ambos se reciben en sus respectivas carreras universitarias, Subhash decide hacer un posgrado en una universidad estadounidense en tanto que su hermano, al tiempo de desempeñarse como profesor, desarrolla una intensa actividad en un grupo radicalizado, el movimiento Naxalbari, maoísta, que se volcó a la guerrilla urbana en esa época.
Mientras la India se veía sacudida por reiterados hechos de violencia, atentados, asesinatos y una brutal represión, Subhash pasa a vivir a un país que si bien presentaba sus propios conflictos y contradicciones, no le generaba grandes angustias ni sobresaltos: “Allí la vida ya no le ponía obstáculos ni lo agredía”.

Entre Calcuta…

En el comienzo de la novela, la hondonada del título es un terreno seco próximo a la casa donde viven los hermanos y que, en temporada de lluvia, se transforma en un amplio espejo de agua en el que Subhash y Udayan se bañan, nadan, juegan, son felices en definitiva. Y se sienten más unidos que nunca.
Pero la hondonada se vuelve el lugar simbólico –el de la niñez, el de la fraternidad- al que no retornarán cuando ya adultos los hermanos emprendan caminos muy diferenciados: el reflexivo del hermano mayor que lo lleva a perfeccionarse en cuestiones ambientales en la lejana y despolitizada nación norteamericana y el impetuoso y “maximalista” que toma Udayan, cruel, y de trágicas consecuencias. También, en este caso, la hondonada adquirirá una significación primordial.
Lahiri remarcará todo el tiempo los contrastes marcados entre la vida en la India, más concretamente en la multitudinaria Calcuta (hoy Kolkata) siempre tumultuosa y de alta conflictividad, con la de la región estadounidense de Rhode Island, un sitio comparativamente despoblado, muy pequeño y casi provinciano, en el que vivir aislado parece ser la norma.
Vestimentas, costumbres, hasta comidas, le servirán a la autora para remarcar esas diferencias, que se acentuarán al máximo cuando se trata de la relación familiar, casi tribal en la India, prácticamente atomizada en los Estados Unidos: ”La noción de familia es mucho más estrecha en la sociedad india que en Estados Unidos, (allá) no creces y te vas a los 18 años y vuelves (apenas) una o dos veces por año”.
Y aunque Subhash permanecerá la mayor parte de su vida de adulto en los Estados Unidos, quedará para siempre ligado a Calcuta, tanto por la fuerte “presencia” de su hermano y sus padres, como por el hecho de que se verá ligado –de compleja manera- con Gauri, la mujer de Urayan.

… y Rhode Island

No se puede contar demasiado sobre “La hondonada”, sin entrar en detalles que hacen al “secreto” de la novela, aunque sí cabe señalar que a Jhumpa Lahiri le ha interesado desarrollar y narrar una compleja historia familiar a lo largo de más de cuatro décadas, en ambas regiones del mundo, y en la que los hermanos y Gauri tienen papeles decisivos.
Como indiqué, pesa mucho la familia y las costumbres que dejó atrás Subhash cuando decidió trasladarse a Rhode Island. Pesa tanto porque no logra olvidarse del hermano, a pesar de que en su niñez, adolescencia y juventud hizo cuanto pudo para marcar diferencias y distancias. El tema del doble, lo especular (el uno reflejándose en el otro) emerge también en este libro de manera explícita y premeditada: ”Relaciones así aparecen en la Biblia, pero también en la mitología hindú, en la griega, en la romana: Cástor y Pólux, Rómulo y Remo… Las religiones y los mitos comparten historias parecidas”.
Tanto Gauri como su hija, Bela, jugarán un papel importante en la historia y la primera, a su vez, guardará un secreto que en su caso será una culpa que arrastrará de por vida y que Lahiri demorará en revelar. Gauri es fundamental en la novela, por las decisiones que va tomando tanto respecto de la familia como en relación a su persona, pero le falta una cierta “flexibilidad” interna, mayores matices que la enriquezcan.
La novela es extensa y quizás necesitada de un más intenso ritmo interior. Pero esa es por supuesto una afirmación subjetiva. Importa, en todo caso, que Lahiri haya podido entregar una nueva ficción en la que logró reiterar sus temas obsesivos (el desarraigo, el choque cultural, la pertenencia arriba aludida) sin repetirse, contándonos una vasta y creíble historia familiar.