Amor de madre y paranoias en la Rusia del conflicto checheno
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- Dolores Pruenda Paz
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El libro editado por Edhasa es resultado del proyecto "Amores expresos", del productor de cine brasileño Rodrigo Teixeira, quien trabajó con cineastas como Martin Scorsese e invitó a unos 16 escritores de Brasil a pasar un mes en distintas ciudades del mundo para escribir historias de amor con asiento en esas urbes que luego adaptaría al cine.
Lo que hicieran luego ellos con esas historias era asunto de cada uno y así Carvalho (Río de Janeiro, 1960) publicó "Hijo de mala madre, un texto que hunde sus raíces en la memoria de esas mujeres, sus pueblos y un territorio vasto marcado por una violencia que dejó cientos de miles de muertos masacrados, torturados, secuestrados y desaparecidos.
Y esta historia en particular comenzó en septiembre de 2007, con Carvalho recalando en San Petersburgo: "Había investigado en algunos libros antes de partir, pero al tercer día de llegar fui asaltado -tres hombres lo siguieron al salir de un cibercafé y le arrebataron su laptop-, un hecho que me sumió en un estado de pánico muy útil para el libro".
Así comienza el escritor su entrevista con Télam, se refiere a un estado que le dio "una idea para los personajes y las situaciones que viven", sobre la novela que extiende un poco más la delgada línea de pánico y paranoia que comunica su literatura, obras como Aberración y Mongolia.
"Donde voy, el miedo viene conmigo -dice-, pero creo que llegué a un límite con este libro; San Petersburgo era una ciudad muy grande, yo estaba muy solo y no entendía el idioma".
"El miedo es su motor creativo", concede, teniendo en cuenta que el robo ocurrió "en pleno día y en una calle llena de gente que volvía a sus casa de las oficinas", una situación mucho menor a la que contó haber vivido en la selva amazónica, cuando visitó una tribu para terminar su novela "Nueve noches y creyó que los nativos iban a usarlo como cena, pero lo que hacían eran preparar su bienvenida.
Se trata de "un miedo literario que nada tiene que ver con la realidad", asegura Carvalho, y que dentro de su literatura le "sirve para crear sentido donde no lo hay", ahí está su goce, la paranoia como medio para transitar la incertidumbre, encontrar conexiones y el miedo como lente distorsivo.
En Rusia Carvalho paraba en un departamento sobre avenida Nevski, "una arteria muy famosa y extensa que atraviesa San Petersburgo y donde ocurren muchas escenas de la literatura clásica rusa, como el cuento de Nikolai Gogol que lleva su nombre: 'Perspectiva Nevski".
¿Cómo se conjuga el pánico con la búsqueda de una historia de amor? "No quería un cliché en San Petersburgo -dice Carvalho-, buscaba algo que también pudiera ser terrible y en mi pesquisa previa aparecieron estas madres, en un libro de la periodista Ana Politovskaya", asesinada en 2006 en Moscú, un año antes de su experiencia por San Petersburgo.
Leyendo los despachos de Politovskaya, Carvalho conoció la existencia del Comité de Madres de Soldados, "que se encargaba de salvar reclutas en manos de superiores rusos bajo tortura, y casi un partido político si no se hubiera opuesto Vladimir Putin", describe.
"Me interesó trabajar la ambiguedad de esas historias de amor absoluto que sólo hace el bien para su propio hijo, la misma clase de amor sobre la que se construyen las ideas de nación, clan, patria y familia: relacionada a la defensa de lo similar frente a lo diferente", resume.
"Un concepto muy violento, en el que lo ajeno es la amenaza" y "queda reflejado en esas madres que cuando tratan de salvar a sus hijos matan a los hijos de los demás, sacrifican lo ajeno por lo propio, un amor que en el que también está el origen de las guerras. La leona que salva a su cría", concluye.