Diego Parés: el trazo más alto del humor
- Periodista:
- Patricia Slukich
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Tiene una ductilidad que pocos pueden sostener con el oficio, agudeza, inteligencia y calidad con que él la transita: muy, pero muy pocos. Es que Diego Parés es quien le ha puesto la firma a zarpados -y estupendos- dibujos que han desatado polémica en la Argentina para revista Barcelona (en febrero del año pasado fue epicentro de los comentarios por una tapa sobre la muerte de Alberto Nisman, por ejemplo). Pero también es una de las citas destacadas del humor en el otro polo ideológico de los medios: La Nación.
Entre esos dos amplísimos márgenes-universos Parés ha sabido ilustrar de todo, y para todos: pergeñó intensas historietas para Fierro; satiriza a destajo, desde una punzante mirada política en la revista Barcelona (también lo hizo en Humor y Sex-Humor); retrata con una agudeza notable estereotipos y famosos; navega por el universo de imágenes para niños con una frescura inusitada (hizo dibujos hasta para Billiken); de su lápiz salen trazos para los diarios más importantes del país (Clarín, La Nación, Página 12); cranea humor político, con guiones de Esteban Podetti, para Télam. Y más.
Sí: parece que sabe cómo entrar y salir de los infiernos, subir a los cielos de la pura inocencia y zambullirse en picada dentro de las aguas de las pulsiones más escondidas. Así, así de inmenso y alto es el autor de “Humor Petiso. Las mujeres y los niños primero”; el último libro que acaba de publicar y que consta de una recopilación de su chiste diario en La Nación.
De eso va esta entrevista, pero también de alguna que otra cosa que se nos ocurrió preguntarle y está aquí puntualmente transcripta.
-¿Qué es lo que más te entusiasmó al pensar en armar esa colección que compone “Las mujeres y los niños primero”?, ¿por qué?
-Es una tradición que disfruto desde pibe leer libros con recopilaciones de humor gráfico. Crecí leyendo los libros de Quino, de Fontanarrosa, los libros de Ediciones de la Flor. Hoy día, convertido ya en un humorista gráfico, sentía que tenía que hacer el libro, para el lector que fui y que sigo siendo. Es un paso lógico en la cadena. Y justo lo que me trababa era eso, que era un paso lógico, como un camino trazado de antemano, y eso de seguir ese formato me aburría un poco.
Por otro lado quería darle un crecimiento al espacio que tengo en el diario. Un libro es una forma de expandirse, también. Pero el entusiasmo vino con ayuda: mi editor, Juan Brown, fue quien me incentivó a hacerlo, quien le puso pilas para que el libro se concrete.
-Quienes hablan de esta obra tuya, hacen referencia a personajes del costumbrismo argentino. ¿Fue esa tu intención al momento de crearlos?, ¿qué te motiva al humor sobre estos personajes?
-Sí, de movida la intención de “Humor Petiso”, ya desde el nombre, fue retomar personajes y situaciones clásicas del humor: los náufragos, los presos, los ladrones, los jefes y sus empleados, los matrimonios, etc. “Humor Petiso” hace referencia a ese estilo de humor que cultivaron tipos como Landrú o los españoles Tono y Gila.
Tipos petisos, de narices grandes, un poco anacrónicos. Quería, después de haber recorrido muchos caminos, volver al humor tradicional, anterior a la década del ‘60. Un humor con menos moral políticamente correcta, digamos, más inocente si se quiere. El desafío principal era volver a hacer chistes. Venía viendo que faltaba la parte graciosa en el humor gráfico actual, y quise ver si todavía se podían hacer chistes con situaciones clásicas o por el contrario, como parecía ser el estándar actual, ciertos temas ya estaban perimidos.
-Imagino que ‘la hoja en blanco’ del escritor debe también ser un fantasma parecido para el ilustrador o, en este caso, el humorista gráfico; ¿cómo luchás contra ese ‘fantasma’?
-Quienes trabajamos para medios gráficos tenemos la bendita y maldita hora de cierre. A las 3 de la tarde tiene que estar el chiste. Ese límite funciona como catalizador para que algo salga. Nunca me desesperé ante la hoja en blanco en estos 5 años de “Humor Petiso”. Al principio porque trabajé con Podetti y Fayó, dos historietistas y amigos, que me sirvieron de auxilio cuando me sentía inseguro, y luego porque entendí que el chiste diario te da revancha mañana, y que si no sale la mejor idea hoy, mañana puede salir.
Las herramientas
-¿Cómo es tu proceso creador?
-La parte principal del trabajo es, de todas maneras, el momento de pensar las ideas. De nada vale un buen dibujo si está sostenido por una mala idea, a la hora de hacer chistes. Por eso es que más que un tiempo, lo que necesito para pensar es un espacio mental que me permita ingresar al mundo de “Humor Petiso”. Si obtengo ese espacio, lo principal ya está hecho, el chiste sale. Y luego lo dibujo, que es la parte más relajada.
-¿Qué elementos, para vos, tiene que tener una buena viñeta de humor gráfico?
-Los dos que describen esas palabras: que haya humor, y que sea gráfico. Así de simple y de difícil. Hacer reír no es fácil, pero es lo que intento todos los días. Procuro nunca caer en la reflexión pseudo-filosófica, disfrazada de chiste, ni en ningún otro atajo cuyo objetivo no sea hacer reír. Y por otro lado intento que sea un chiste que no pueda ser contado por la radio sino que sea necesario verlo, o por lo menos que verlo sea más enriquecedor que contarlo.
-¿Qué influencias te dejaron tu paso por medios tan distintos?
-De Humor guardo el mejor de los recuerdos. Allí di mis primeros pasos, me formé y conocí a mis ídolos de la infancia. Trabajar en medios tan diversos me permitió ir entendiendo algo que en una época me tenía torturado: yo dibujo de muchas maneras, siempre lo hice, y me parecía que eso era un problema, que uno, como dibujante, debía tener un estilo bien reconocible, uno y punto. Y me esforzaba por hacer eso y no me salía, me generaba mucha insatisfacción dibujar todos los días igual. Me sentía muy limitado.
En los últimos 10 años comprendí que puedo no tener uno solo, sino muchos estilos, y que todos son una parte mía, y que ninguno soy yo por completo. Y que puedo direccionar todo eso que hago eligiendo en qué medio hacerlo.
Tópicos y búsquedas
-¿Sobre qué dibujás cuando no se trata de un pedido específico para un medio? ¿Cuáles son los temas que te interesan, los personajes o situaciones que te llaman la atención?
-Hace un tiempito, un par de años, editamos un libro llamado “500 dibujos de Diego Parés”, esos dibujos que aparecen ahí son lo que hago para mí, las cosas que no hago por trabajo. Hay mucha catarsis, hay dibujos de observación del natural; tipo edificios, árboles, etc. Hay dibujos subidos de tono, retratos, de todo.
Pero muchas veces, cuando dibujo para mí, lo que estoy haciendo es de algún modo dibujar mis sentimientos, ahí me regodeo en mis miserias, mis tristezas, broncas, fracasos y toda esa parte más oscura de uno. En otros momentos de mi vida necesité dibujar mucho más de eso, ahora me salen muy de vez en cuando.
-¿Qué proyectos vienen ahora, después de las vacaciones?
-Honestamente no tengo idea. Tengo dos libros en carpeta para el año que viene, uno de una historieta humorística sobre un plomero, junto a Esteban Podetti, que vinimos haciendo hace unos años, y el “Humor Petiso 2”, que ya empezamos a preparar. Continuaré trabajando en La Nación y Barcelona y lo demás será vivir y ver qué onda.
Apuntes finos sobre un artista de grandes rasgos
El hombre nació en los ‘70, en Haedo. Su papá era arquitecto así es que, el tablero y los lápices eran el material de cada día en su casa de la infancia. ¿Cómo no iba a ensayar algún dibujo? Pero en él había más: una fiebre, una inquietud por buscar la imagen que no es imagen sino de uno mismo.
“La gente cree que un buen dibujante es el que dibuja igual que una foto. Pero para foto, está la foto. El realismo es fácil. Lo difícil es dibujar”, supo decir en una excelente nota que hicieron en el suplemento Radar, al momento en que expuso su muestra de “500 dibujos).
Será por eso que Diego Parés arrancó con su historia profesional ya desde chico. A los 14 años sus dibujos ya se publicaban en la revista CantaRock.
Obvio, la vocación llamaba. Así es que ingresó en la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia, donde se recibió de maestro de plástica en 1987.
Entre 1987 y 2006 publicó en las revistas Humor, Sex-Humor, Humi, Billiken, Gente, y otras.
El hombre y el trabajo
También supo encontrar el espacio para trabajar a destajo en la faena diaria y acuciante de las redacción: lo hizo en los diarios La Nación, Clarín y Página 12.
En el ‘93 publicó el libro “Buscando a Charly”, material recopilatorio de la revista Humor.
En el ‘95 co-editó la revista de historietas “¡Suélteme!”. También publicó una veintena de libros para niños, entre los que se destacan los de “Superbúsquedas 1 y 2”.
En 2002 llegó el libro “Literatura Latinoamericana para principiantes”, junto a la escritora Florencia Abatte.
En 2007 el proyecto de agigantar a los personajes que creó para la revista Sex-Humor, durante los ‘90. Así es como presentó el libro de historietas “El sr. y la sra. Rispo” y lo expuso en el Centro Cultural Recoleta.
En 2008 hizo lo propio con los libros “Monsterville” para público infantil y “La esperanza fue lo último que se perdió”, para adultos, con el material de la revista Barcelona.
En 2011 publicó el libro de historietas “Correrías del sr. y la sra. Rispo”. En 2014 el libro “500 dibujos” que él referencia en esta nota.
Actualmente publica diariamente “Humor Petiso” en La Nación y hace humor político, con guiones de Esteban Podetti, en la agencia de noticias Télam.
También desde hace 10 años publica en la revista Barcelona, y desde hace 8 en la revista Fierro.
“Humor Petiso. Las mujeres y los niños primero”, de Editorial Edhasa, es el último volumen que Diego Parés armó en el reciente 2015. Su búsqueda fue referenciarse en el humor gráfico argentino anterior a los años 60, viñetas repletas de señores grandes, narigones y de bigotes. Volver a la fuente, a la búsqueda del chiste por el chiste mismo.