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Hora Libre, folclore infantil en la era del tweet

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La editorial La Brujita de papel acaba de lanzar Adivinanzas, Colmos y Chistes con nombres, recopilaciones de Carlos Silveyra y primeros títulos de la colección "Hora Libre". A estos tres se sumarán, próximamente, Piropos, Animalanzas, Coplas de amor y de risa, Chistes en la escuela y Cómo se dice.

Carlos Silveyra ha dedicado gran parte de su carrera a escuchar de qué se ríen los niños, qué se cuentan en los recreos, cómo juegan con las palabras, las usan, las tensionan y recrean los sentidos. Esos chistes de varias formas y tipo, esas adivinanzas, esos colmos y tantanes ("Era un hombre tan tan grande que...") son los que recopiló, clasificó y ordenó en los libros de esta colección.Se trata de ese folclore infantil que circula oralmente entre los niños y a través del que apropian y disfrutan de las palabras, el ritmo y los sonidos. Supone el descubrimiento de que las palabras sirven para otras cosas: para jugar y dar placer.

Como sostiene Silveyra en su estudio Canto rodado: La literatura oral de los chicos(2001),algunas de estas composiciones tienen una larga tradición y llegan a nosotros en múltiples versiones;mientras que otras nuevas han surgido al calor de los núcleos urbanos y, se transmiten oralmente a través los espacios de socialización de las ciudades.

Estos textos, que circulan de boca en boca entre niños, o de adultos a niños,existen en la dialéctica tradición - innovación, que atraviesa la literatura popular oral. De esta manera, se re-crean colectivamente en la misma dinámica de la transmisión. Por eso les gustan tanto a los chicos, porque descubren las posibilidades poéticas de la lengua y sus efectos en los otros (humorísticos, sobre todo) y se convierten en autores, al retransmitir los textos con variaciones y al descubrir las reglas de creación de estas composiciones (por ejemplo, la estructura de tres actos de los "¿Cómo se llama la obra?", los trabalenguas, los chistes con fórmulas, como los de "¡Mamá, mamá..!").

En el proceso de transmisión, apropiación y retransmisión de la literatura oral popular se vuelven permeables los límites entre lo individual y lo colectivo: ¿somos autores cada vez que contamos un chiste que escuchamos antes y lo cargamos con nuestra experiencia y subjetividad, haciéndolo propio?, ¿somos autores de la selección que hacemos de los chistes que contamos? Estos interrogantes nos permiten pensar la experiencia de escritura de estos libros y el lugar que Silveyra otorga a los niños (no como meros informantes, sino como creadores).

La brevedad, el humor ágil, la estructura y el ritmo son los elementos constitutivos de estas formas del folclore oral infantil. Quizás porque hacen del humor una forma de entender la realidad es que perviven, se transforman y nacen nuevas especies (como los memes) en la era de la globalización y del tweet.

Brenda Sánchez