Pasiones de entreguerras
- Periodista:
- Felipe Fernandez
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"La suerte y la desgracia, la prosperidad y la miseria los fulminaban como los rayos del cielo al ganado, lo que originaba en ellos tanto una perpetua inquietud como una esperanza invencible." De esta manera sintetiza Irène Némirovsky (1903-1942) la extrema incertidumbre que caracteriza la vida de los judíos en Los perros y los lobos . La escritora franco-rusa ubica el escenario inicial de la novela en una ciudad ucraniana, a principios del siglo XX, durante el reinado de Nicolás II de Rusia. Israel Sinner, un intermediario cuyo trabajo consiste en comprar y vender por cuenta ajena distintos productos, ha quedado viudo y tiene una hija, Ada, de cinco años. Cuando muere su hermano, Israel recibe en su humilde hogar a su cuñada Rhaissa y a sus dos hijos: Lilla y Ben, de doce y seis años respectivamente. La trama se despliega con lentitud, precedida por fragmentos descriptivos y observaciones sobre la idiosincrasia de la comunidad judía, y las diferencias económicas y culturales que determinan su distribución en tres barrios de la ciudad. En la primera parte, el incidente más dramático narra un pogromo desde la perspectiva infantil de Ada y Ben. En esta etapa también se inicia la historia romántica que termina imponiéndose al marco social y se convierte en el núcleo de la novela. Ada, todavía una niña, se enamora de su primo Harry Sinner, miembro de una rica familia. En realidad, se trata de una caprichosa fantasía, porque la chica sólo tiene con él un par de encuentros fugaces.
Némirovsky va delineando a sus personajes con toques certeros. La detallada mención de rasgos físicos busca complementar los retratos de sus personalidades con imágenes que a veces sienten predilección por las comparaciones con animales, como lo prueba el título del libro.
En mayo de 1914 Rhaissa se traslada a París con los tres niños en busca de un futuro mejor para ellos. La Primera Guerra Mundial dificulta la adaptación de los emigrados y la Revolución Rusa corta la ayuda económica que les brindaba Israel. En París se produce el reencuentro entre Harry y Ada a través de un exquisito episodio que recoge ecos del célebre pasaje proustiano sobre la magdalena. En la vidriera de una librería, él ve dos cuadros pintados por ella con paisajes de su tierra natal que lo devuelven "a una realidad lejana, olvidada hacía mucho"; ese viaje sensorial al pasado por imágenes y aromas concluye con el recuerdo de sus cumpleaños infantiles y "el olor, intenso y un poco empalagoso, de las enormes tartas de chocolate con su nombre escrito en letras de azúcar rosa".
Aunque ambos están casados, los primos Sinner comienzan una relación amorosa que será desafiada por circunstancias ajenas a sus propios sentimientos y que le planteará a Ada un arduo dilema. La figura de la muchacha propone una delicada combinación de apasionamiento y estoicismo que la sitúa en la tradición de indómitas heroínas como la Catherine Earnshaw de Cumbres borrascosas o la Scarlett O'Hara de Lo que el viento se llevó .
Los perros y los lobos se publicó originalmente en 1940 y fue la última obra editada en vida de Némirovsky. La novela reúne elementos autobiográficos de la autora de Suite francesa , transmutados en una afirmación de la vida que no reniega de los aspectos más negativos de la condición humana ni tampoco claudica ante los injustos embates del destino.