Aristócrata de la resistencia
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Por Hugo Caligaris - Para ADN Cultura (La Nación)
Último exponente de la aristocracia militar del imperio, protagonista de una resistencia orgullosa pero sorda al nazismo y padre de hijas e hijos comprometidos con causas radicalmente opuestas a la de Hitler, Hammerstein es el nudo perfecto en el que se concentra prácticamente todo un siglo de germanidad, desde el revés de la Primera Guerra Mundial hasta la caída de Weimar, el ascenso y posterior derrumbe del Partido Nacional Socialista y la partición del país entre Occidente y el bloque soviético. El subtítulo de Hammerstein o el tesón (Una historia alemana) explica bien por qué al autor le interesó el personaje hasta el punto de embarcarse en una pesquisa extraordinariamente estricta y rigurosa sobre su vida y la de su familia.
Ese rigor historiográfico plantea alguna dificultad para el catálogo, porque si bien el soporte documental del libro, en textos e imágenes, tiene el nivel de una investigación histórica, no lo es plenamente. O, mejor dicho, no es sólo eso. El tono es seco, objetivo, nada emocional. El relato se va armando sobre la base de distintos testimonios. Y sin embargo la ficción se filtra de algún modo, a través de las "entrevistas póstumas", diálogos imaginarios con Hammerstein y su hija Helga, entre otros personajes históricos.
"Quiere usted tranquilidad. Se lo respeto, aun cuando no pueda creerme que sea un vago", le dice el autor a su biografiado, que murió de cáncer sin poder ver el ocaso del régimen que tanto despreciaba. "¿Quién le ha metido esa idea en la cabeza", le contesta Hammerstein. "¿No lo sabe? Eso dicen casi todos los que tuvieron algo que ver con usted", insiste Enzensberger. "Una desfachatez -contesta el general-. Sólo porque siempre me aburrieron esas eternas tonterías burocráticas. No se imagina, querido amigo, los aburridos montones de papeles que aterrizan cada día en la mesa de un jefe del ejército."
El propio Enzensberger parece algo perplejo por el resultado de lo que ha hecho. Por eso incluye un posfacio titulado "Por qué este libro no es una novela". "¡Qué le importa al público el modo en que un autor encuentra su tema! En el mejor de los casos sólo se toma la molestia de averiguarlo alguien obligado a escribir su tesina. Y aunque por lo general dice mucho en favor del autor no abrumar al lector con tales detalles, esta vez me apetece infringir esa regla", escribe.
La estructura del libro podría compararse a la de una suite. Los capítulos, breves y titulados, no mantienen un orden cronológico: dan, alternadamente, pinceladas del pasado imperial, a través de la historia del suegro de Hammerstein, el barón Walther von Lüttwitz, de la resistencia interna al nazismo, más activa de lo que se podía imaginar, dado el extremo riesgo que implicaba, y del crecimiento del vecino soviético. En un capítulo titulado "De la jungla de las discrepancias" se hace una extensa lista de lo que el estalinismo consideraba "desviaciones". Muy interesante es la descripción de la admiración y el respeto que sentía el plebeyo Hitler ante Hammerstein. Ese respeto lo salvó de una probable ejecución sumaria, dada su participación en un complot contra el Führer.
Los cinco hijos de Hammerstein, con la venia o la solidaridad paterna, militaron en la oposición en un tiempo en que la oposición en Alemania no existía. Maria Therese colaboró con los judíos y admiraba la cultura hebrea. Marie Luise era comunista, como su hermana Helga, amante de un judío polaco que actuaba como informante de Moscú y que fue, a la postre, víctima del propio régimen al que servía. Los varones, Ludwig y Kunrat, integraban grupos antihitleristas.
Enzensberger maneja los datos y elementos que hemos enumerado, y muchos más, con la maestría que se le reconoce desde hace años. Nacido en 1929 en Kaufbeuren, Baviera, sus obras abarcan géneros muy diversos. Escribió doce libros de poesía, el último de los cuales es Rebus (2009), ensayos, novelas, obras teatrales, textos para niños (entre ellos, el conocido El diablo de los números), y por lo menos dos libros extraordinarios pero imposibles de clasificar: el que comentamos aquí y la muy personal antología Conversaciones con Marx y Engels.