Jed Rubenfeld: "Estados Unidos ama olvidar el pasado"
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- James Greenberg
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Yale respira ese aire de institución de la sabiduría que empequeñece al visitante. ¡Si al menos se contagiara algo! Hay muchos jóvenes por el entramado de avenidas de la ciudad universitaria y poco ruido. Justo al lado todavía está en pie el campamento de Occupy New Haven, aunque aquí utilizan el término descolonizar. Curiosamente, en la calle Wall Street se ubica la escuela de Leyes donde ejerce el profesor Jed Rubenfeld, uno de los teóricos estadounidenses más importantes sobre Derecho Constitucional y novelista de buenas ventas con tramas negras de acción. En las estanterías de su despacho no cabe ni un volumen más. Dos universos en una misma persona. Su aspecto (Rubenfeld nació en 1959) evoca al profesor Jones cinematográfico, el popular Indiana.
Su segundo relato de ficción, inspiración histórica y resonancia freudiana, Pulsión de muerte / Pulsió de mort, acaba de publicarse en España (Anagrama / Edicions 62). Su lectura permite descubrir un hecho real olvidado, un atentado terrorista con "carro" bomba en la zona baja de Manhattan, entre la banca JP Morgan y el edificio del tesoro estadounidense, que causó numerosas muertes. Sucedió un 16 de septiembre de 1920, muy cerca de lo que 81 años se convirtió en la zona cero. ¿No les suena a precuela?
En la obra se palpa el eco de la prensa de hoy, como si 1920 fuera el 2012...
He intentado escribir un libro sobre el presente, sobre guerra, terrorismo, sobre la tendencia del ser humano a buscar la muerte y la destrucción. También quería hacer una historia de amor y algo divertido. Sin duda que hay muchos paralelismos entre la época en que sucede y el periodo actual.
El arranque es un descubrimiento...
El libro empieza con un bombazo en el bajo Manhattan, en el corazón del distrito financiero de Nueva York, el atentado más destructivo causado por un acto terrorista en la historia de Estados Unidos, una mañana de septiembre. Cuando digo esto, la gente piensa de inmediato en el 11 de septiembre del 2001.
Siempre que se acerca el aniversario del 11-S se repiten frases del tipo "el mayor atentado..."
Cuando empecé a investigar el ataque de 1920 me tenía que decir que no leía sobre septiembre del 2001. Pensaba que estaba frente a una historia de ficción porque nunca había oído hablar de ella. No me lo podía creer, esto había pasado justo en la esquina de la zona cero. Entonces se utilizaron las mismas expresiones que años después. Yo las recuerdo de forma deliberada para trazar ese paralelismo, pero lo único que he hecho es recurrir a la historia. Entonces tuvimos las mismas reacciones que en el 2001, se aseguró que el mundo nunca sería igual. El gobierno aprobó por primera vez interceptar y grabar conversaciones, se detuvo a extranjeros, se les torturó, se les deportó. Los acontecimientos posteriores fueron muy similares a los terribles hechos del 11-S.
Una joya para la inspiración...
Encontré el suceso irresistible, en especial porque 90 años después todavía seguimos sin saber quién lo hizo. Es un misterio.
Del 2001 se sabe de los autores y, en otra diferencia, esta acción marca el origen de dos guerras (Irak y Afganistán)
En la realidad, Estados Unidos estuvo en aquel tiempo muy cerca de tener otra guerra con México, en gran parte por las mentiras procedentes de los magnates del petróleo, vinculados con poderosos senadores estadounidenses. Decían que los mexicanos estaban involucrados en sobornos y corrupciones contra el gobierno por la cuestión de los pozos petrolíferos, amenazados en buena medida por la revolución en el país vecino. Por suerte, la guerra con México se evitó y por eso el atentado se perdió en la memoria. Si hubiese habido un conflicto bélico lo recordaríamos. Como no fue así, se convirtió en una nota a pie de página.
¿Cómo dio con esta historia?
Soy profesor de Derecho y en mi trabajo me planteé saber el origen del término terrorista. Indagaba cómo a nivel legal se define el terrorismo. Es una cuestión interesante y difícil el determinar en qué momento se empezó a aplicar y cuál era el significado en el vocabulario legal. El término se remonta a la Revolución Francesa, pero entonces aludía al gobierno del terror, a Robespierre. En cambio, tal como ahora la conocemos, la palabra terrorista aplicada a individuos que rompen la ley, que vuelan cosas, se emplea a partir de finales del siglo XIX en referencia a anarquistas, a bolcheviques rusos. Durante esta investigación di con la bomba del 1920. ¡Vi que era real!
¿Y?
Pregunté a mis colegas, algunos lo conocían pero la inmensa mayoría de los estadounidenses no tenían ni idea. Investigaba y cada vez encontraba más paralelismos. No se sabe quién fue, aunque existe la teoría dominante, sin pruebas ni evidencias, de que fueron los anarquistas italianos. Curiosamente, ese día se trasladaba el oro de la Reserva de un edificio a otro vecino y más moderno. Sólo había un lugar vulnerable, un paso elevado construido para hacer el transporte entre los dos inmuebles. En ese momento se registró la explosión. El gobierno dijo que no había relación alguna, que no había desaparecido ni un lingote.
Dicho así, recuerda a las teorías conspirativas sobre el 11-S que circulan por internet.
Está bien visto ese punto, pero no soy un defensor de las teorías de la conspiración. Espero que los lectores no piensen más allá de lo que explicó. He leído esas teorías del 11-S y, al contrario, no he encontrado ninguna evidencia para darles apoyo. La explicación conspirativa del 11-S no es la apropiada para mí, pero el gobierno puede que haya tergiversado hechos sobre naciones enemigas, lo que, si se lee mi novela, también es un paralelismo.
La recreación on line resulta fácil y anónima...
Cuando escribo un libro como este, hay algo esencial para mí que es ser muy respetuoso con los elementos históricos que lo rodean. Cierto que es un relato de amor, de aventuras, de personajes protagonistas imaginarios, pero todo el envoltorio es absolutamente real. Los lectores han de tener la confianza de que están leyendo hechos que sucedieron tal como se narran.
¿Por qué se va tan atrás y no hace lo mismo con el 11-S?
Está demasiado cerca. No puedes convertir el 11-S en ficción porque, por su proximidad, sería frivolizar. Convertir una historia de 1920 en una historia de amor está bien pero sobre el 11-S sería aprovecharse de algo terrible. En mi novela, además, hay personajes de ficción y otros son figuras históricas a las que describo de una manera muy crítica y a algunas las acuso de mala conducta. Esto no lo puedes hacer con personajes vivos.
Hay otras similitudes entre el pasado y el presente. En su novela hay personajes que se preguntan, ¿por qué nos odian?, la misma cuestión que muchos estadounidenses se hicieron tras el 11-S y se siguen haciendo...
Si, lo podemos ver hoy. Es el shock, la incomprensión, somos América, salvamos al mundo... Tras la Primera Guerra Mundial sentíamos que habíamos salvados al mundo y, en lugar de héroes, unos europeos, porque como dije se atribuyó a anarquistas italianos, perpetraron un sangriento atentado. ¿Cómo pueden hacernos esto si nos sacrificamos por ellos? Lo mismo que nos preguntamos tras el 11-S.
El péndulo de la historia...
He querido recordar a la gente que la historia sigue un camino extraño, que se repite a si misma. No puedes pensar que el momento que vives es único, ni imaginarte que las cosas que ves no han sucedido antes. Hemos de aprender las lecciones del pasado. Estados Unidos ama olvidar el pasado y mi novela es un ejemplo de esto. Una de mis esperanzas es que podamos aprender lecciones de la historia.
La terapia del profesor de leyes, escribir novelas de acción...
Es una relajación. Nunca puede soñar con escribir un libro que leerían millones de personas.
En su primer relato (La interpretación del asesinato, 2007), Freud tiene un papel de mayor protagonismo. Ahora es un secundario, junto a madame Curie, aunque con largas parrafadas.
Expertos en psiquiatría y estudiosos del psicoanálisis me escriben emails para preguntarme cómo capto su voz, que parece tan real. Hay una simple explicación, el 98% de lo que Freud dice en mis libros lo he sacado de sus libros, de sus cartas, ensayos o en descripciones que hicieron de él contemporáneos cercanos. Yo no me tomo libertades con los personajes históricos. Cuando Freud o madame Curie hablan en mis novelas dicen lo mismo que decían en su existencia, según la documentación.
El título parte de la obra de Freud Más allá del principio del placer, donde expuso por primera vez la teoría de la pulsión de la muerte, en 1920. Por un lado escondemos la muerte, por otra nos llama...
Sí, uno de los temas de mi novela es cómo tratamos con la muerte. Sí, la escondemos, pero también sentimos una especie de atracción y la gente hace cosas autodestructivas. La gente quiere matar y quiere correr riesgos con su propia vida. Es uno de los misterios sobre los seres humanos y Freud es uno de los pocos pensadores que encara esta cuestión. Su teoría es una reacción a la Primera Guerra Mundial. A diferencia de la Segunda, en la que había una justificación, la lucha del bien contra el mal, en la Primera no la hubo. Es un sin sentido que murieran millones de personas.
Freud observó este mundo convulso...
Comprendió que con la teoría de la sexualidad no se explicaba esto. Vio algo diferente y entonces postuló sobre la atracción de la gente por la muerte y por arriesgar la propia vida. Algo que todavía hoy nos impregna.
© FRANCESC PEIRÓN, La Vanguardia