Los hijos de los hippies
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- José Solana Dueso
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Entrevista a Guadalupe Nettel
Por Nuria Escur
Guadalupe Nettel (Ciudad de Mèxico, 1973), autora de Juegos de artificio, Les jours fossiles, Pétalos y otras historias incómodas o Huéspedes, ha recalado en Barcelona para presentar su último volumen, obra autobiográfica donde dinamita parte de su infancia y escupe, sin demasiado pudor, sobre la educación que le dieron sus progenitores, partidarios de comunas hippies y escuelas activas. El cuerpo en que nací (Anagrama) vuelve a incidir en su especialidad: detallar la belleza subliminal de los seres extraños. Aparece en la sala con su segundo hijo, un bebé de apenas cuatro meses llamado Mateo, con el que viaja casi por militancia.
Su libro es un reproche a los padres progresistas y libertarios –como los suyos– que educaron sin poner un solo límite. “Ellos rompieron –explica– con el modelo intransigente de familia pero, claro, se fueron al otro extremo: la poligamia, las parejas abiertas... Hubo cosas duras. Esto de descubrir la promiscuidad en casa, para los niños, era difícil de digerir. Y que te preguntaran tanto por tu vida privada, sin permiso, demasiado abiertamente... Todos debemos mantener un espacio de intimidad que ellos se saltaron. En una comuna, ni la ropa interior tenía propietario”.
Y lo que ella llama la “contradición de la marihuana”: “Primero te decían: ‘Si tienes que probarla, que sea conmigo’. Luego, cuando por fin lo hacías, te la prohibían terminantemente.”
Nettel cree, pese a todo, que “lo de esta generación fue descabellado, pero en el fondo creo que a los hijos nos sirvió: hubo más aciertos que errores. En teoría todo debía ser libre y abierto; en la práctica retomaban los gestos reaccionarios con los que ellos mismos fueron educados”.
Tiene claro lo que no reproducirá con sus hijos: “A nosotros nos programaron, al crecer, para solventar defectos de fábrica. En mi caso, la corrección de mi ojo, la postura de la columna, la dicción, los pies... Yo trato de aceptar a mis hijos tal como son”.
Nettel vivió en Francia la banlieue y opina que “la revolución de los indignados es tan necesaria ahora como lo fue la de los años 60 porque –como entonces– el sistema no funciona. Tengo mucha más esperanza en el 15-M que en los brotes espontáneos de cólera y de ira de las banlieue”. Una ira que ella justifica porque “tras la banlieue no hay un ideal político sino una rabia contenida absolutamente normal y explicable. Es gente que vive bajo mucha opresión y con horizontes mínimos. ¿Por qué queman coches? Se desahogan. Pero no creo que eso –a diferencia de los indignados– vaya a cambiar nada”.
¿Y Nettel, de qué tribu fue? Dice que tuvo su época beatnik. “A los 17 años los leía como el ideal a seguir ¡eso es lo que había que hacer en la vida! Ahora los releo sólo con nostalgia”. Tras una estancia en Barcelona, hace tres años, la escritora volvió a su México natal. ¿Es tan infierno? “Lo que está ocurriendo ahora en México no tiene nombre –exclama–. Es triste, es una tragedia... ¡40.000 muertos en tres meses! Más que Iraq. Me estoy planteando irme, como todos...”
Su madre no ha leído el libro todavía. “Se lo envié pero tiene miedo a abrirlo. Imagino que su
reacción va a ser buena porque se espera algo mucho peor”.
Nettel, que ha convertido los teóricos defectos físicos en fuentes de belleza e inspiración literaria, sigue sintiéndose “outsider rozando lo asocial”. “Voy a ser trilobita hasta el final. Aún hoy me encuentro con gente que, cuando me habla, mira mi ojo estrábico con ganas de pasarlo por el Photoshop, si pudieran. Eso me afecta profundamente, es una lección de vida que me ha tocado a mí: vivir el rechazo de los demás”.