Riverside Agency

Realizar una búsqueda avanzada +

Ingresar

¿Olvidó su contraseña? Haga click aquí

El comentario: "La casa del Dios oculto", de Luis Gusmán

Periodista:
Publicada en:
Fecha de la publicación:
País de la publicación:
  • Descripción de la imagen 1

Vuelve a hacerlo en su un tanto indefinible nuevo libro, “La casa del Dios oculto”, en el que reitera esos temas ya abordados en anteriores trabajos alejados de la ficción, como ocurriera en su sesgada autobiografía “La rueda de Virgilio”, de 1988.

El calificativo de indefinible refiere a la dificultad de determinar si los materiales incluidos son cuentos, relatos o reflexiones. En realidad terminan siendo un híbrido de tales “géneros”, todos escritos con mucha solvencia y con un lenguaje personal, muy sobrio, y diría también muy argentino, porteño en todo caso, heredero de otras escrituras, como las de Borges y las hermanas Silvina y Victoria Ocampo.

Tal como ocurriera en “La rueda de Virgilio” y en otro libro inmediatamente anterior al presente, “Los muertos no mienten”, el autor se involucra en los textos, aporta datos o constancias autobiográficas en las que mucho tiene que ver su madre (ya fallecida) que pasó por tres religiones –la católica, la evangelista y la espiritista- y quien tuvo marcada gravitación en su vida.

LOS TEXTOS DE “DESIERTA”

A lo anterior se suma el hecho de que Gusmán inicia el libro con “partes” de lo que se ha propuesto llamar “Desierta”, una posible novela que se vincula con el pasado argentino, con el desierto del país, y con la obsesión en torno a una mano de madera: “En ‘Desierta’, por ser una historia argentina, hay una concepción del espacio y del movimiento relacionada con la intemperie. Por eso la titulé ‘Desierta’ y no ‘Desierto’”, precisa el autor.

La historia del polaco con la que abre el libro, la del hermano del autor, pastor evangelista, la de la mano de madera del capitán Danjou, la vida del pintor Baucé, participan del “magma” de “Desierta”, la novela empezada por Gusmán en 1990 y que sigue escribiendo de manera incesante: “Tuvo el destino de una novela inédita, inconclusa y espiritista”, señala Gusmán. También inquietante, corresponde agregar.

Gusmán es un narrador nato y así se vuelve un pequeño –y sustancial- cuento lo que fue su visita al “santuario” del cantante popular Rodrigo, fallecido en un accidente en ruta. Rodrigo era un exitoso cantante “bailantero” (cantaba variantes de la cumbia colombiana) muerto en un accidente de autos cuando corría de una presentación a otra en una de sus tantas noches febriles. El autor de “El frasquito” centra su crónica en Yoli, una mujer que es devota custodia del “santuario” desde poco después de la muerte de Rodrigo Bueno (su nombre completo) hace ya más de una década. Escribe Gusmán: “Cada 24 de mayo –día del cumpleaños del cantante- la chica prepara una torta, pone una mesa de fiesta en la que una efigie de Rodrigo es el principal comensal, el invitado de honor”. Ignora el escritor si Yoli es médium, pero de lo que sí está convencido es de que “habla con el espíritu de Rodrigo”.

Sus propias mudanzas son motivo de reflexión, así como sus viajes, que incluye una historia que genera inquietud al ser contada: En una librería un vendedor le comentó que por uno de sus libros salvó su vida. Viajaba en un colectivo y, por leer, en vez de apoyarse en el asiento se inclinó y fue así que una bala perdida proveniente del exterior del vehículo no lo alcanzó de pleno. “Podría haber sido mi último viaje”, le dijo el vendedor.

EN EL ORBE DE LO INEFABLE

Gusmán parece decirnos que a cada rato ha tropezado con la inefabilidad, con aquello que no es materia propia de la vida cotidiana sino que aparenta expresarse en sus márgenes.

Así en un apartado sobre la resurrección sostiene haberse encontrado con un resucitado José Lezama Lima (foto) a quien vio “reencarnado” en el hijo de la dueña de un hotel italiano: “Hablaba con una voz dulce como siempre imaginé la voz de Lezama. Era quien servía la comida. Describía los manjares de manera lezamezca. Cada plato era un festín barroco”.

En “El cuarto de la señora Christie”, reconstruye sus pasos por el hotel Pera Palas de Estambul, en Turquía, en una de cuyas habitaciones se alojó Agata Christie en 1926 y del que desapareció durante once días, lo que dio motivo a miles de conjeturas (y hasta la realización de una película) aunque nunca se dilucidó ese enigma. El desasosiego, la ausencia de certezas, se hacen presentes en este relato también inquietante, uno de los más extensos del libro.

Al referirse al libro aquí comentado, Gusmán le dice al periodista Ezequiel Alemian: “Para mí es una manera de abordar el misterio. Acá el asunto es el enigma vivo” (entrevista publicada por la revista Ñ, de Clarín, de Buenos Aires).

“Si solo se pudiera elegir una palabra para definir ‘La casa del Dios oculto’ esa palabra sería misterio”, se precisa en la contratapa del libro. Misterio es una definición acertada, porque permite alumbrar un poco más al presente volumen, plagado de esa clase de preguntas que no suelen tener claras respuestas.
....
"La casa del Dios oculto", de Luis Gusmán. Edhasa, Buenos Aires, 2012, 175 páginas. En Argentina: 65 pesos
....

Perfil

Luis Gusmán nació en Buenos Aires en 1944. De profesión psicoanalista, es novelista y cuentista, ha publicado “El frasquito” (1973), “Brillos” (1975), “Cuerpo velado” (1978), “En el corazón de junio” (1983, Premio Boris Vian) “La muerte prometida “(1986), “Lo más oscuro del río” (1990), “La música de Frankie” (1993), “Villa” (1996), “Tennessee” (1997), “Hotel Edén” (1999) “Ni muerto has perdido tu nombre” (2002), “El peletero” (2007), “Los muertos no mienten” (2009) y “La casa del Dios oculto” (2012) También es autor de una autobiografía: “ La rueda de Virgilio” (1988), así como de tres ensayos: “La ficción calculada” (1998), "Epitafios. El derecho a la muerte escrita” (2005) y “La pregunta freudiana” (2011) Varios de sus libros se han traducido al portugués. Con un discurso, tuvo a su cargo la inauguración de la edición 2012 de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “Tennessee” fue llevada al cine por Mario Levín con el título de “Sotto voce”.

....