Imágenes de la pobreza
- Periodista:
- Rogelio Demarchi
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En América latina, hay distintas palabras para nombrar una misma realidad: cantegril en Uruguay; ciudad perdida en México; favela en Brasil; villa miseria en Argentina; campamento ?en Chile. “Asentamientos populares”, dicen los sociólogos, generalizando.
A muchos de ellos, ubicados en 14 países de la región, entró Andy Goldstein con su cámara fotográfica, acompañado por los voluntarios de “Un Techo para mi País”, una ONG que nació hace 15 años en Chile con la misión de “mejorar la calidad de vida de las familias que viven en situación de pobreza a través de la construcción de viviendas de emergencia y la ejecución de planes de habilitación social” y ya cuenta con filiales en 19 países (www.untechoparamipais.org).
El resultado de esa interacción es Vivir en la tierra (Edhasa, 2012), un documental o ensayo fotográfico al que Néstor García Canclini, en la introducción, ha definido como “antropología visual”, entre otras razones, porque estos asentamientos son “la imagen más elocuente de la pobreza y la desigualdad” y porque el método de trabajo del fotógrafo nos permite observar aquello que los fotografiados han querido mostrarnos.
Goldstein no ha buscado captar imágenes de la pobreza a escondidas y de un modo azaroso. Por el contrario, invitaba a sus interlocutores a posar para un libro de fotos; y quienes aceptaban, decidían el dónde, el cómo y el cuándo de la toma; finalmente, él sólo seleccionaba un punto de vista que organizara aquello que sus retratados privilegiaban mostrar. El registro incluye los datos de los fotografiados y lo que han dicho o contado sobre sí mismos, y todo ello se ha trasladado al libro: en una página, la foto; en la otra, los datos.
Surgen, así, escenas domésticas de la pobreza en las que se pueden detectar recurrencias y singularidades. Troncos de árboles, a modo de viga, sostienen los techos; las ventanas suelen tener plásticos en lugar de vidrios; las cajas de cartón sirven para guardar la ropa; las cortinas pueden separar la cama de la cocina; los cables de la electricidad están al aire y caen desde el techo para enchufar electrodomésticos o para sostener una lamparita; hay bidones, tachos, fuentones, calendarios con publicidades comerciales, un reloj en la pared; a veces, una planta sobre una mesa ratona y una guitarra en un rincón; imágenes religiosas; algún póster (desde Chaplin caracterizado como “Carlitos” hasta la Blancanieves de Disney, desde un inmenso camión hasta un equipo de fútbol); sillones viejos, algo destartalados, que se exhiben como si fuesen lo más querido de la casa; y los viejos, los grandes y los chicos, todos con su seriedad a cuestas, con sus miradas duras, un tanto tristes, un tanto desafiantes.
Los pobres, dice Goldstein, son personas “que, desterradas de la sociedad del derroche, habitan sin derechos en una tierra que nos pertenece a todos confiando en que la Madre Tierra les proveerá”. Tal vez es por eso que nos miran sin alegría cuando nos muestran todo lo que les falta.
Vivir en la tierra, de Andy Goldstein (Edhasa, 2012). Al hablar de los pobres, el autor dijo: “Los pobres son personas que, desterradas de la sociedad del derroche, habitan sin derechos en una tierra que nos pertenece a todos confiando
en que la Madre Tierra les proveerá”.