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La crónica, "zoom" y artefacto de la memoria no tecnológica

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Los investigadores respondieron vía correo electrónico una entrevista realizada por Télam, en el marco de dos compilaciones a su cargo recientemente publicadas en el país, Antología de la crónica latinoamericana actual (Alfaguara) y Mejor que la ficción (Anagrama).

 

Télam: -En su ser híbrido la crónica se amolda a un cambio epocal que usted definiría cómo…


Carrión:- Hemos pasado de lo líquido a lo gaseoso, todo está en constante flujo y sin embargo percibo cierta resolidificación, como si lo físico, lo corporal, hubiera vuelto al primer plano. La pantalla ya no es simulacro sino parte de la propia realidad.

 

Eso viene acompañado por la supuesta horizontalidad de la red y la pérdida de jerarquías tradicionales. El canon contemporáneo del cómic (una de las manifestaciones de la crónica actual) ya no es decidido por la Academia o la Crítica, ahora se forma en tiempo real por un sinfín de consumidores o microcríticos.


La crónica, polimorfa y en franca resistencia a cualquier teoría de género, muestra su metamorfosis sobre todo en el cómic, como el de Joe Sacco, o en textos con hipervínculos, imagen, sonido, etcétera de las revistas digitales.

 

Jaramillo Agudelo:- No sé definir la época, pero sí creo que hay novedades. La red ha impuesto un inmediatismo propicio para saber las noticias mientras los hechos ocurren, lo que parece una ventaja, pero conlleva una conciencia del presente que elimina el pasado y hace innecesaria la memoria histórica.


Cada noticia deroga la anterior y la memoria parece innecesaria para el ser humano, diferida a los aparatos (teléfonos, Google) se convirtió en un dispositivo tecnológico que hace superfluo el ejercicio de recordar. Y la crónica, que en sí misma alberga al tiempo, cronos, parece anacrónica y, por tanto, superflua.

 

Pero en ese escenario la anacrónica crónica adquiere la superfluidad de lo artístico y se transforma en un arte que va al rescate de la memoria y de la falta de prisa, casi como un refugio.


- T: ¿Un espacio de desaceleración del ritmo contemporáneo?

 

- J.A.: Sí. No interesa que la crónica sea actual, lo que importa es que seduce y capta lectores que saben que no se van a aburrir.


- C: Es un cambio de ritmo. En la emisión y recepción constante de información, la crónica de calidad cumple la importante función de zoom.

 

Es decir, aunque ya sepamos que Bin Laden ha sido asesinado por un comando especial, nos interesará leer una larga crónica que nos explique los pormenores de la operación, el entrenamiento de esos hombres, sus consignas, el teleseguimiento desde la Casa Blanca.


La crónica posee el tiempo de lectura de la ficción o de la poesía, mientras que el periodismo se acerca al tiempo de Facebook o Twitter.

 

- T: ¿Por qué un fenómeno de ventas?


- J.A.: Lo nuevo aquí es el tipo de lector que captó la crónica. No es solamente el típico lector de novelas. La crónica habita en las revistas de crónicas, cuyos lectores son jóvenes que no llegan al texto con la testa llena de categorías académicas.

 

También es nueva la imagen del cronista: él o ella escriben bien hasta el punto de cultivar la escritura como un arte, y no están por `epatar` (asombrar) con la prosa sino con lo que ella trasmite.


La crónica ha ampliado la frontera, los lectores llegan a ella a través de las revistas, la red y, por lo general, se vuelven adictos. 

 

© Agencia de noticias TELAM