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Una novela para sumergirse por completo

Periodista:
Sebastián Salvador
Publicada en:
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Mientras comienza un postergado y extraño acercamiento erótico entre Antonio y Sandra, dos empleados del resort de lujo ‘La Pirámide’, un brutal asesinato ocurre en el acuario del lugar: Ginger, un joven buzo compañero de Antonio, aparece atravesado por un arpón.



Es el inicio de Arrecife, la quinta y nueva novela del prolífico escritor y periodista mexicano Juan Villoro (56) que en esta ocasión, propone un relato en clave de policial, aunque, policías e investigadores no son los más preocupados por resolver el exótico delito en cuestión.
 

El autor de Efectos Personales y El testigo, ubica su ficción espacialmente en un sitio llamado ‘Kukulcán’, un pueblo turístico del caribe mexicano que por las descripciones que hace Antonio, el protagonista del libro, parece una no muy lejana versión apocalíptica de Cancún.


El lugar, paradisíaco para algunos en otros tiempos, es ahora un extenso cementerio de grandes edificios corroídos por el sol y el aire salado del mar; un fruto en descomposición tanto por la sobreexplotación turística y la contaminación de las playas, como por la violencia narco. Una situación que desde hace varios años acecha al pueblo mexicano y que el escritor hace sobrevolar como un fantasma en las páginas de Arrecife.


El único emprendimiento turístico que parece tener éxito en Kukulcán es el resort ‘La Pirámide’, que ofrece a sus huéspedes, la mayoría norteamericanos o europeos, la posibilidad de vivir ‘peligros controlados’. Las excursiones on demand son bastante amplias y van desde experimentar un secuestro perpetrado por la guerrilla a compartir el desayuno continental con varios ejemplares de las arañas más peligrosas de la región.


Los turistas alojados en el hotel pagan por transitar emociones fuertes pero sin un riesgo ‘real’, aunque esa palabra, en las páginas del libro, se verá puesta en duda. Por otro lado, los personajes principales de Arrecife se encuentran atrapados en autodestrucciones varias. Una vez más, aparece esa elección personal de los ‘riesgos’, algunos claro está, están más controlados que otros.


A pesar de tratarse de una historia que transcurre en un sitio turístico como lo es el Caribe, la atmósfera creada por Juan Villoro a lo largo del libro es claustrofóbica y a fuerza de situaciones donde el verosímil del género cobra relevancia en el relato, las tensiones se acrecientan y apuntalan con efectividad la historia.



Todo los resortes que toca Villoro se convierten en un imán para el lector, que después de sumergirse y recorrer este Arrecife queda con la sensación de estar frente a una de las grandes novelas del año.

 

© Sebastián Salvador, El cronista comercial