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Necesitamos petroleras que inviertan porque YPF no tiene capital?

Periodista:
Laura Mafud
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Pasaron ya tres meses desde que el Gobierno celebró el anuncio de expropiación de YPF. Nicolás Gadano, especializado en la industria de hidrocarburos, ex economista senior en la petrolera y autor de Historia del petróleo en la Argentina (presentado en 2006 y reeditado recientemente), conversó con El Cronista WE y reflexionó sobre las urgencias del sector energético.

l ¿Qué lectura hace a tres meses de la expropiación de YPF?
- En su momento, no me gustó la decisión de cambio de control de YPF en el '99, que implicó que una privada, eficiente y con base en el país, pasara a ser parte de Repsol. Eso se revirtió pero el problema de la Argentina es la política energética y no tanto la propiedad de YPF o cómo se manejó el tema. Se le pone a YPF una gran carga al pedirle que revierta el deterioro de los principales indicadores del sector de hidrocarburos: caída de reservas y producción. La discusión se debería haber dado en un marco global sobre la política energética. Los precios de la energía están distorsionados.
l ¿El anuncio fue un manotazo de ahogado?
- Temo que el arranque expropiatorio haya sido una respuesta de coyuntura frente a una situación macro complicada, de déficit de dólares y fiscal y la preocupación del Gobierno del impacto de la energía en esas variables. La energía es un sector deficitario. YPF no puede resolverlo sola y menos si no cambian las condiciones en las que se desenvuelve. Tengo la esperanza de que la conducción pueda revertir el achicamiento de la firma en términos de reservas y producción. Por otra parte, a veces prenden teorías conspirativas, en especial en el tema de recursos naturales. Se cree que las empresas guardan recursos y que con una llave se abre la caja y salen. No es así. Quizá hubo una sobreestimación de la capacidad de reacción de YPF en materia productiva bajo otra conducción o se creyó que tenía tantos recursos que podía atender los problemas de déficit por la importación de gasoil. Pero YPF no está en esas condiciones.
l Los rumores indican que hay problemas de caja...
- Si la idea era hacerse de una participación importante de YPF, se podía negociar con los dueños. El Gobierno eligió la vía más conflictiva y las consecuencias no se pueden eludir. Repsol es un accionista enojado. Hubo problemas con contratos de aprovisionamiento de LNG. Aparentemente, hubo que agilizar el pago de una deuda porque Repsol podía ejercer cláusulas de aceleraciones, es decir, cosas que el Gobierno y los legisladores pasaron por alto, más allá de que va a haber que pagar. Una acción tan violenta pone a YPF en el concierto internacional del mercado petrolero con algunas dificultades porque puede haber problemas con los proveedores de insumos, combustibles, financiamiento.
l ¿Cuáles son los riesgos de reducir el octanaje (medida de calidad del combustible)?
- El Gobierno presiona para que se resuelva el abastecimiento y es complicado por los precios. Hay que proteger al transporte público y otras actividades. Aunque sea en vehículos, se debería pagar lo que el combustible vale. Puede ser que a alguien se le ocurra bajar la calidad de los combustibles para que haya más oferta sin incurrir en costos altos. Pero eso impacta en los motores, en el medio ambiente y ningún país va a reducir el octanaje. Puede ser una solución coyuntural con costos. No se trata de resolver un problema con la frazada corta y producir otro. Necesitamos más capacidad de refinación con tecnología como para que sean usados por los motores modernos y con menos impacto ambiental. Para invertir en refinería hace falta plata y condiciones económicas razonables. YPF no tiene por qué dedicar fondos y recursos a cubrir el déficit de refinación argentino. Puede haber otras empresas privadas, locales o extranjeras, que inviertan.
l Uno de los argumentos que esgrimió el Gobierno para expropiar YPF fue la falta de inversiones de Repsol. ¿Puede el Estado revertir esta situación en las condiciones macro de hoy?
- Mirando la historia se pueden encontrar períodos similares. Es parecido al contexto macro en el cual Perón produce un giro en su política petrolera, y pasa lo mismo con Frondizi, los años de estrangulamiento del balance de pagos, de crisis por falta de divisas. La economía se estancaba porque el sector exportador no podía generar divisas. Cuando la economía crecía, la demanda de importaciones por divisas subía. En esos años pasaba como ahora: el sector energético se vuelve una aspiradora de dólares. Y pesan las importaciones de energía y combustible. Es llamativo que la reacción de Perón -y de Frondizi- fue contraria a la de hoy. Necesitamos dólares de petroleras que vengan, inviertan y reviertan el déficit energético porque YPF no tiene el capital. El Gobierno sugiere que quiere hacerlo pero expropia violentamente al principal inversor extranjero en el sector. Es difícil que en un contexto que no vende dólares a la gente, el Estado pueda conseguir que YPF tenga u$s 7000 millones. Si hay que salir a buscarlos, la Argentina -que casi se vanagloria de no ir a los mercados internacionales- ha hecho acciones para que estos desconfíen.
l ¿El Estado tiene la utopía de vivir del autoabastecimiento?
- Es difícil. Las proyecciones que anunció YPF a cinco años muestran profesionalismo. Pero la posibilidad de revertir la producción de petróleo y gas requiere de esfuerzo. ¿De dónde va a salir el esfuerzo inversor? En este contexto de escasez de divisas y recursos fiscales, tendría que venir de otros inversores que van a pedir condiciones económicas que no hay. Se debe cambiar la política energética para YPF y para que otras firmas inviertan en nuestro upstream.
l ¿Cuáles son las urgencias de la política energética?
- Reformar la ley de hidrocarburos, un decreto de la dictadura de Onganía que quedó atrasada. Se hizo cuando el dominio de los hidrocarburos lo tenía el gobierno federal. Hoy es de las provincias. Hay que definir un esquema entre el Gobierno, responsable de la política energética y el abastecimiento, y las provincias, quienes otorgan y revocan permisos y concesiones. Luego, el desafío son los precios. En el principal recurso energético que usa la Argentina en su matriz primaria, el gas, están distorsionados. Los precios al consumidor tienen que subir. Y es difícil salir cuando se cayó en la trampa de los precios bajos. La Argentina paga un valor exorbitante por el gas marginal. Habría que ver qué precios, debajo de esos pero arriba de los vigentes, se puede pagar para que haya inversión, exploración y desarrollo. Y lo va a tener que pagar el consumidor porque el Estado no tiene más recursos. El Gobierno insinuó que va a subir algunos precios pero de un modo poco claro. Se anunció la quita de subsidios que se hizo parcialmente.
l ¿Hasta dónde afectaron a YPF los vaivenes de la macro?
- Muchos de los costos que pagó el sector energético se dieron cuando quedó subordinado a la volatilidad macroeconómica. YPF sufrió años. Durante el primer peronismo, porque el precio de los combustibles se usaba como ancla inflacionaria, es decir, no le dejaban moverlos y sus ingresos reales se deterioraban. En la dictadura, fue forzada a tratar de sostener la tablita, endeudándose en moneda extranjera cuando era un riesgo. Quedó con una deuda en dólares que la asfixió años. Cuando la macro se pone volátil y los gobiernos comienzan a subordinar cualquier decisión particular a la política de energía a las urgencias de corto plazo, el sector sufre y los impactos son duraderos.
l ¿Las deudas de la Argentina?
- El país tuvo una política expansiva, sostenida por condiciones internacionales, que tiene ventajas: empleo y consumo. Pero no se sostiene indefinidamente. Hoy enfrentamos los límites de una política macro tan expansiva. Los dos pilares del kirchnerismo, superávit externo fuerte y superávit fiscal, casi se esfumaron. Son años de ajustes. Es una etapa difícil. La ventaja es que hay instrumentos más flexibles y una política cambiaria que no es fija. Ojalá el Gobierno tenga la capacidad para conducir ese ajuste en condiciones lo menos traumáticamente posible.
l ¿Qué simboliza YPF?
- Un cuadro en mi oficina dice: "Yacimientos Petrolíferos Fiscales es la síntesis de un pueblo que marcha seguro hacia sus altos destinos". Fue la primera firma estatal del mundo, un ejemplo para la región. En los años 30, hacía yacimientos, la red de estaciones de servicio con el ACA y refinerías. Ese orgullo y despliegue territorial explica el fuerte arraigo en la población.