Diffenbaugh: “Siento algo de presión por mi segundo libro”
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- Andrés Hax
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El lenguaje de las flores , el título de la primera y exitosísima novela de Vanessa Diffenbaugh, se refiere a un sistema de signos de la época victoriana: una forma de comunicarse en la cual cada flor tenía un significado específico. Por ejemplo, un tulipán equivale a declaración de amor; una rosa amarilla representa la infidelidad; el maíz es emblemático de la riqueza. La protagonista de la novela, Victoria Jones, es una huérfana que aprendió el lenguaje de las flores mientras vivió con una madre de acogida (La expresión es ibérica. En inglés es Foster parents; todavía no tenemos término argentino) durante un período breve de su adolescencia. Más tarde en la novela, emancipada ya y trabajando en una florería, Victoria comienza a comunicarse con un apuesto y misterioso joven que trabaja en un mercado de flores.
Desde el punto de vista del lector, El lenguaje de las flores podría ser una novela chick lit con un muy alto nivel literario, o una novela literaria que roza peligrosamente con el subgénero del chick lit . En todo caso, Diffenbaugh es una mujer encantadora e inteligente. Sus próximas novelas darán una idea de en qué tipo de escritora piensa convertirse. Si se inclinará más por lo popular y accesible o si intentará ser una escritora “literaria”. La novela actual puede ser el punto de partida para cualquiera de las dos carreras.
El tema de El lenguaje de las flores tiene un vinculo intimo con la vida y las convicciones de Diffenbaugh. Ella y su marido, además de tener dos hijos propios, son padres de acogida de tres jóvenes afroamericanos: Donavan Ford, Tre’von Lyle y Sharon Higgins. Diffenbaugh y su marido no siguen ninguna fe religiosa. Sus acciones familiares vienen de una convicción moral laica. Hablamos por telefono con Diffenbaugh, que se encontraba en su casa en Cambridge, Massachusetts. Alli su marido, profesor de secundaria, cursa un posgrado sobre reformas de colegios urbanos en Harvard.
¿Cuándo descubrió su vocación de escritora?
Siempre quise ser escritora. Comencé a llevar un diario a partir de los seis años y escribí mi primera “novela” en sexto grado. Es algo que siempre quise hacer. Por supuesto, lo que es complicado de querer ser escritor y perseguir esa meta es que no podés solamente ser un escritor o un novelista, salvo que tengas dinero y no tengas que trabajar. Entonces fui a la universidad. Y cuando terminé, empecé a trabajar en organizaciones sin fines de lucro. Primero con chicos de un barrio de ingresos muy bajos, enseñando a leer y escribir; también con tecnología y arte. Por muchos años ese fue mi trabajo. Y creo que ese trabajo me abrió el mundo de los chicos en situación de acogida. Lo que a su vez me llevó a escribir este libro. Entonces creo que todo terminó siendo parte de mi búsqueda de ser escritora, por más que haya sido un camino con muchos desvíos para llegar a la meta.
¿Y como llegó a la estructura de la novela, que va mechando las dos historias en capítulos alternativos?
Escribí el libro en orden cronológico desde el nacimiento de Victoria, la protagonista. Cuando lo vio mi agente, me dijo que le gustaba como escribía y que le gustaba la idea, pero que el libro era terrible. Que no funcionaba. Lo primero que me dijo es que la estructura no funcionaba. Que no hacía falta saber de todos los días de la vida de Victoria. Entonces me propuso, básicamente, que debería comenzar en el cumpleaños 18 de Victoria porque ese es el momento en el que las cosas se ponen interesantes. Y después relatar algo de su infancia. Lo que fue divertido para mí como escritora fue poder volver al manuscrito original y elegir mis momentos favoritos de la vida de Victoria.
Hay escritores que se sentirían muy ofendidos con un editor que pida tantos cambios.
Yo no soy para nada ese tipo de escritor. Es más: soy el tipo de escritor que si piensa que no sirve algo que he escrito, lo desecho no más. Ni siquiera guardo un borrador.
¿No es una fetichista de sus manuscritos y cuadernos?
No, para nada.
¿A partir de allí, cómo siguió el proceso creativo con su agente?
Para el primer borrador mi agente fue más como un editor. Al ser una novelista primeriza y desconocida, ella realmente creía que el mercado para novelistas debutantes es tan difícil ahora que, si el libro no es absolutamente extraordinario, iba a ser difícil venderlo. Entonces trabajamos juntas por más de seis meses en muchos borradores, antes de considerar que estaba listo para venderlo. Hizo un trabajo increíble. Le doy mucho crédito por la novela.
¿Cómo fue que encontró a su agente?
Tuve una muy buena idea que terminó funcionando muy bien. Estaba leyendo un libro que me gustaba mucho –y lo que te voy a contar demuestra lo poco que sabía del mundo editorial– y ni siquiera sabía que existían los agentes literarios… Pero estaba leyendo un libro de una mujer llamada Kelly Corrigan y pensé: me encanta el libro, siento que estoy escribiendo para el mismo tipo de lector, entonces si pudiera conseguir que ella viera mí manuscrito, tal vez se lo pasaría a una editora. Entonces fui a un evento público, la conocí, y le pedí si podía mandar mi libro a su agente. Y lo hizo. Ahora, por supuesto, recibo millones de manuscritos, porque cuento mucho esta anécdota. Pero no me molesta y a mi agente tampoco. Algún día vamos a descubrir algo muy increíble.
¿Siente mucha presión ahora por lo que será su segundo libro?
Nunca imaginé que yo fuera de las persona que sienten ese tipo de presión. En general, me planteo una nota y voy para adelante. Pero tengo que admitir que sí: siento algo de presión. Más que nada porque escucho lo que me dicen mis lectores, de cuanto aman a mi libro ¡Y no los quiero decepcionar!
Teniendo tantos hijos, ¿cómo se hace de tiempo para poder escribir?
Cuando escribí este libro tenía cuatro hijos: dos adolescentes y dos bebés. Entonces trabajaba mientras los pequeños dormían. Ahora están en el jardín, entonces tengo más tiempo para escribir.
Tiene más lectores mujeres que hombres...
Sí. Las mujeres, en general, leen ficción más que los hombres. Viajo mucho y siempre se me acercan hombres y me dicen: “No pensé que me iba a gustar tu libro, pero me encantó. Ahora quiero que escribas tus memorias.” Por algún motivo, los hombres prefieren la no-ficción.
¿Ha tenido lectores huérfanos?
Sí, y casi todos piensan que yo pasé por lo mismo. Lo que me encanta, porque me muestra que logré escribir un mundo convincente en la novela.