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Gloria Rodrigué o la pasión por editar

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Para todos los efectos prácticos -encuestas de población, estadísticas educativas, censos- Gloria Rodrigué - née Gloria López Llovet- fue, durante años, una mujer adulta sin secundario completo.

"Lo terminé tardíamente, en una escuela nocturna", confiesa.

La mujer de ojos claros y pelo de prolijidad monolítica fue directora de Sudamericana, la casa editorial que publicó por primera vez Cien años de soledad , de García Márquez, la obra casi entera de Manuel Mujica Lainez, la de Puig y Pepe Bianco. Y para todos los efectos prácticos -porcentajes de desempleo, tasas de ocupación y desocupación- esta mujer fue, también, una trabajadora al menos precoz.

"Mi abuelo, Antonio López Llausás, que había montado la editorial, tenía 77 y estaba a punto de retirarse cuando mi papá, Jorge, murió de un infarto, en 1965. Mi abuelo dijo que iba a vender la editorial. Y a mí me dio mucha pena pensar que la obra de su vida iba a terminar así. Y le dije que si él quería yo iba a trabajar con él", dice.

Gloria López Llovet tenía 16 años cuando dejó el colegio y empezó a trabajar como secretaria de su abuelo, pero su destino había empezado a forjarse mucho antes, con el nombre de Rafael Vehils, un empresario y director de la Casa de América, que propició una red de entidades españolas fuera de España en los años 20 del siglo pasado.

Nombrado en 1931 director de la Compañía Hispano Argentina de Electricidad, Vehils tenía amigos entre los que se contaban Victoria Ocampo, Oliverio Girondo, Andrés Bausili y Tito Arata, todos ellos fundadores de Editorial Sudamericana, a la que empezaba a irle mal.

Vehils les habló entonces de un hombre llamado Antonio López Llausás, editor catalán exiliado. Y así fue como un día de 1939, acompañado por su hijo de 17 años, Antonio López Llausás llegó a Buenos Aires y empezó a trabajar como empleado en la editorial de la que, poco después, sería principal accionista y dueño, y donde se publicó a Faulkner, Durrell, Hemingway, y un extenso catálogo de firmas latinoamericanas entre las que figuraron -y en algunos casos todavía figuran- Onetti, Mujica Lainez, Puig, Marechal, Cortázar y García Márquez.

"La editorial era una empresa familiar. Cuando mi padre murió, todo el mundo quería mucho a mi abuelo así que trataron de ayudarme. Su asesor literario ya era Paco Porrúa. Paco me tomó bajo su protección. Era una época genial. Un autor empezaba con una editorial y seguía con esa editorial. Pocas veces tuvimos un problema con un autor. Sacabas una novela de Silvina Bullrich y vendías 40.000 ejemplares. Hoy una venta decente es de 3000. Y si un autor nacional vende diez mil, es muchísimo", añora.

Y hace un poco de historia sobre lo que vino después. "A fines de los 90, España empezó a apostar fuerte por autores de las editoriales argentinas. Ellos hacían una oferta enorme en euros, y no podíamos competir. Empezamos a temer que se quedaran con nuestros grandes autores, con García Márquez, Isabel Allende, y dijimos ´si perdemos esto, perdemos la empresa . Y entonces tuvimos la oferta del grupo Bertelsmann y vendimos. Fue muy duro. Pero hubiera sido peor no vender. De ser una empresa familiar, pasamos a ser una multinacional. A mí me gusta lo artesanal, lo pequeño, trabajar con el autor. Y un día de principios de 2005 dije ´huy, cumplí cuarenta años de trabajo . Y pensé ´¿qué hago acá? . Y me di cuenta de que me quería ir", recuerda.

Así, en diciembre de 2005, Gloria Rodrigué abandonó la editorial con la idea de retirarse a hacer lo que nunca había podido: estudiar, ver muestras de arte.

"Me fallaron los pronósticos. Antes de irme de la editorial, me pregunté qué cosas me gustaban de esta vida que iba a empezar y qué cosas iba a extrañar. Y una cosa que me daba mucha pena era dejar una colección de libros infantiles que habíamos iniciado con Canela, en 1986. El libro infantil es muy noble. A lo mejor vos leés un libro y lo pasás a tus hijos, y tus hijos a sus hijos. Y dije ´¿y si hago una editorial infantil? "

Gloria tiene seis hijos. Uno de ellos es varón, Pablo. Las demás son un racimo de mujeres: Mercedes, Isabel, Teresa, Dolores y María. "Un día les pregunté si no querían ser socias de un proyecto editorial de libros para chicos. Todas se engancharon", dice.

La editorial se llama La brujita de papel, y funciona en uno de los cuartos de su casa.

"En Sudamericana yo tenía 25 personas a mi cargo, y estaban el Departamento de Producción, el de Arte. Te traían las tapas y te preguntaban: ´¿Qué le gusta: esto o esto? Acá tenes que decidir todo sola", sostiene.

La editorial tiene varios libros publicados, entre ellos una serie -con títulos como Las cajas mágicas y Concurso hechizado - protagonizada por una nena pelirroja, llamada Guadalupe, inspirada en una de las nietas de Gloria, con textos de Cecilia Pisos y dibujos de O Kif. Todo -desde pensar los temas, buscar el autor, el ilustrador, diseñar los libros, contactar la imprenta en Uruguay o en China- lo hacen ellas: las cinco fantásticas comandadas por Gloria, que sabe de este negocio.

-¿NO LE DA PEREZA EMPEZAR DE CERO?

-No, pero a veces digo qué loca, me estoy metiendo en algo que va a pasar mucho tiempo hasta que se vean sus frutos. Pero mi idea es que quede para las chicas. Y además, cada vez que me pongo a discutir acerca de cómo es un libro, qué vamos a hacer con el texto, las ilustraciones, me gusta tanto que se me olvida rápido.