Cuando la nostalgia es memoria despojada del dolor
- Periodista:
- Fabián Bosoer
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Menciona una de las tantas: “La de Juan, un niño de la Guerra Civil Española que huyó con su madre y su hermano de Barcelona en 1939 a los cinco años y vivió como refugiado en Francia hasta su adolescencia. Con un pasaporte de la IRO (International Refugee Organization) llegó a la Argentina donde terminó transformado en inmigrante. Nunca había regresado a Europa, hasta 2007. Su madre había guardado una foto tomada en un banco del Parque Güell en 1937, de un Juan niño, mofletudo y regordete. Esa foto lo había mantenido unido a Barcelona, un lugar del que casi no tenía recuerdos, y a través de ella fue durante años armando su anhelo de volver allí. Cuando finalmente, en el verano de 2007 llegó a Barcelona, su único deseo era dar con aquel banco en el parque para reencontrarse con Juan niño. En una calurosa tarde, Juan recorrió una larga hilera de bancos, hasta que ubicó el de la foto. Se sentó y le pidió a su mujer que volviera a fotografiarlo como en aquel día de 1937. Y así cerró su círculo, el de una especie de sinfonía de la identidad que, de otro modo, hubiera quedado inconclusa”. “Es que la nostalgia, dice, puede ser una fuerza creativa y sanadora; una memoria despojada del dolor”.