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Imágenes en las palabras

Periodista:
Natalia Blanc
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Autor y director de dieciocho películas ( Mujeres al borde de un ataque de nervios , Átame , Todo sobre mi madre y Hable con ella , entre las más conocidas) y una novela ( Patty Diphusa ), Almodóvar encara los guiones como piezas literarias autónomas. Aunque contiene cuestiones cinematográficas técnicas (descripción de la luz y el escenario, ubicación de la cámara, sonido) y sugerencias para la actuación, el vestuario y el maquillaje, La piel que habito puede leerse como una obra en sí misma.

 

El guión, que fue seleccionado por Anagrama para integrar su colección Narrativas Hispánicas, aporta información que excede el registro cinematográfico, relacionada con características psicológicas de los personajes y claves para comprender sus respectivas conductas. En el prólogo de Vicente Molina Foix y en el texto del autor, que funciona como un epílogo, aparece la figura de Almodóvar como novelista: un narrador que no piensa sólo en los futuros espectadores sino también en los lectores, aquellos que disfrutan de la potencia de las palabras sin el complemento de la imagen.

 

Almodóvar se resiste a clasificar el film ("Entre otras razones, porque no sé a qué género pertenece"), pero La piel que habito tiene todos los elementos de un thriller . Hay tensión y suspenso de principio a fin; motivos de venganza; violencia explícita y a la vez contenida; un perverso victimario con su cómplice y una víctima. Molina Foix lo define como un cuento terrorífico con la textura de un poema elegíaco. También, como una película romántica en el sentido más literal del término.

 

La trama está centrada en un oscuro científico (Robert Ledgard, interpretado en el film por Antonio Banderas) que secuestra a un joven (Vicente) para vengar la violación y el suicidio de su hija. Médico experto en transplantes de piel, Ledgard encierra a su víctima en una mansión ubicada en las afueras de Toledo, donde permanece en cautiverio rodeada de cámaras y pantallas. A partir de diversos flashbacks (hay varios a lo largo del guión, que resultan necesarios para el desarrollo de dos historias paralelas), Almodóvar cuenta al lector que la bella protagonista, vestida permanentemente con un body color carne que le marca las formas y le oculta la piel, es una creación del siniestro Ledgard. Durante cuatro años, él ha transformado a Vicente en Vera: le ha cambiado el sexo contra su voluntad, le ha aplicado una piel nueva, artificial, resistente a quemaduras, y le ha esculpido el rostro de Gal, su esposa muerta. La necesidad de probar sus experimentos de laboratorio en seres humanos y el deseo de venganza lo han llevado a un punto sin retorno, igual que a Vicente.

 

Inescrupuloso y amoral, Ledgard pierde la cabeza por su criatura, como si fuera un artista cegado por su obra. Cuando Vera lo advierte, empieza otra historia. Almodóvar hace foco allí en la pulsión de vivir, la memoria y la defensa de la identidad. Para sobrevivir, la protagonista recurre al arte, la meditación y el yoga. Con retazos de vestidos crea obras inspiradas en las esculturas de Louise Bourgeois.

 

Escrito en colaboración con su hermano Agustín, en el guión aparece también la idea del doble (Vicente/Vera, Vera/Gal; y el hermano de Robert, tan psicópata como él, que irrumpe en la mansión para alterar el orden establecido) y una crítica al uso de las pantallas: "Nos vigilan y vigilamos. Hay cámaras grabando por doquier. La muerte es una pantalla desactivada, vacía, sin imágenes".

 

Como se aclara en el inicio, el texto está "libremente" basado en la novela Tarántula , de Thierry Jonquet. En los comentarios, el director enumera otras fuentes de inspiración, como films de Luis Buñuel, Alfred Hitchcock, Fritz Lang, Dario Argento y Georges Franju. Reconoce que la referencia más obvia y directa es Frankestein , de Mary Shelley, pero asegura que no pensó en ese personaje mientras escribía el guión.

 

Mientras que el doctor Frankenstein siente rechazo por su creación, el doctor Ledgard se enamora. Como suele suceder con las historias que llevan la firma de Almodóvar, La piel que habito es, en definitiva, un fascinante melodrama.

 

© Natalia Blanc, ADN Cultura, La Nación