Un Andrés Barba "porteño" retrata a Madrid en "Ha dejado de llover"
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- Gabriela Mayer
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"Yo creo que todas las ciudades grandes tienen algo en común. Pero es verdad que las ciudades tienen su propio carácter, que son personas colectivas. Y en la idea original del libro sí estaba hacer lo que hizo (James) Joyce con Dublín, hacer una especie de retrato, sin costumbrismo, de barrios de Madrid", explica Barba, elegido por la revista "Granta" como uno de los mejores narradores jóvenes en español.
"Ha dejado de llover" (Anagrama) reúne cuatro historias que exploran los vínculos familiares desde un registro realista. En diálogo con dpa, Barba considera que sus personajes "son gente normal con dilemas bastante ordinarios, bastante reconocibles. Pero sí son personas en momentos determinantes. Creo que cualquier persona por ordinaria que sea, vista en un momento esencial de su vida, tiene un enorme interés".
En "Paternidad", un músico embaraza a una chica y enfrenta el reto de ser padre. Una mujer debe lidiar con la zozobra que implica el cuidado de su madre anciana en "Astucia", mientras que "Fidelidad" es protagonizado por una adolescente en pleno despertar sexual, que descubre que su padre tiene una amante. Y una treintañera va de shopping con su madre, con quien mantiene una relación distante, en "Compras".
"Descubrí que en realidad todas las 'nouvelles' van de una sola cosa, y es de un problema que se termina básicamente. Una persona comprende algo, o comprende una situación, o comprende a otra persona, y en esa comprensión, que es como una pequeña epifanía ordinaria, un problema se termina", señala el escritor que incorporó algún modismo porteño.
Barba, quien se dio a conocer en 2001 con "La hermana de Katia", finalista del Premio Herralde, se muestra entusiasmado por transitar nuevamente el camino de la novela corta, "un género muy poco tratado en general en la literatura en español". "Es un género que me gusta mucho, muy anglosajón y muy norteamericano. Te permite el despliegue casi de una novela, y si está bien planteado, cuando terminas de leer tienes la sensación de haber leído una auténtica novela".
El ganador del Premio Torrente Ballester con "Versiones de Teresa" (2006), del Anagrama de Ensayo con Javier Montes por "La ceremonia del porno" (2007) y del Juan March con "Muerte de un caballo" (2011) se describe como "muy disciplinado" para trabajar y confiesa que opta por tirar mucho antes que corregir demasiado. "Para los cuatro relatos de este libro, escribí ocho".
Barba compuso los relatos mayormente en Madrid, pero los redondeó en Buenos Aires. "Los que más me gustan son el primero y el último. En el primero sí tengo la sensación de haber acertado no sólo con la narración sino con cierto aire de los tiempos, de cierta manera de vivir la paternidad más propia de mi generación, una manera un tanto desastrosa pero bien intencionada. Y el último, porque fue un texto que requirió desde el principio de mucha delicadeza".
El talentoso narrador nacido en 1975 considera entre sus dos enormes influencias, mayores a las referencias literarias incluso, a "la filosofía y el cine". "Estoy con una novela larga", se le escapa, aunque no quiere adelantar su argumento, porque eso trae "pésima suerte".
Respecto de los lazos entre la literatura latinoamericana y española, Barba sostiene que "se han invertido un poco los papeles. España está mucho más atenta a la literatura latinoamericana que en general los países latinoamericanos a la literatura española contemporánea. En este país es obvio que hay un desinterés bastante elevado por la literatura española contemporánea, supongo que justificado en cierto modo. Hay escritores de primerísima fila españoles que aquí no se sabe que existen".
A la vez, puntualiza, los argentinos Martín Kohan, Alan Pauls y Martín Caparrós venden más libros en España que en Argentina. "El mundo literario argentino es muy autosuficiente y muy autónomo", asevera el autor que se quedó en Buenos Aires "por amor" y que regresará próximamente a España con su pareja para pasar allí un tiempo.
Licenciado en Filología Hispánica y traductor, ha vivido muchos años fuera de España, sobre todo en Italia y Estados Unidos. "Irse del propio país es un ejercicio muy sano, muy purificador, y uno aprende también a ser un poco más condescendiente con los defectos de su país y un poco más amable con sus virtudes".
El escritor cree que la crisis que golpea España conlleva aspectos positivos. "Ha sido como una cura de humildad y hemos recordado lo que somos de verdad. Se había generado una ilusión de que éramos una cosa diferente, pero seguimos siendo los parias de Europa y ha quedado demostrado una vez más".
Y su inclusión en la lista de la prestigiosa "Granta" en 2010 le sirvió "para tener como una foto de grupo de mi generación y descubrir a otros autores que luego sí me han interesado", reflexiona Barba. "Es una cosa muy común de nuestra generación decir que no nos parecemos a nadie, todos queremos ir muy por libre, pero tenemos un aire de familia, nos jode y tal, pero sí", se ríe. "Nos jode porque somos muy poco gregarios en realidad. Nos ha tocado un tiempo muy individualista".
© Gabriela Mayer, DPA