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“Los derrotados no suelen tener buena prensa”

Periodista:
Marcelo Pasetti
Publicada en:
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Doctor en Historia de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Wasserman escribió un libro más que interesante sobre la figura y la trayectoria de Castelli.
¿Fue reconocido el accionar de esta hombre por nuestra historia? “Muy poco, a pesar de haber sido una figura decisiva entre las invasiones inglesas y la derrota de Guaqui a mediados de 1811”, refiere Wasserman durante una extensa charla con LA CAPITAL. Y añade: “Los derrotados no suelen tener buena prensa, y mucho menos aún si su actuación pone en entredicho el orden social y político vigente”.
-¿Cómo surgió la idea de escribir este libro? ¿Por qué le interesó la figura de Castelli?
-El libro surgió como una iniciativa de la editorial que lanzó una colección de biografías históricas. Pero acepté de inmediato, ya que me parecía un formato interesante para trabajar y llegar a públicos más amplios que no tiene una tradición fuerte en Argentina. Además, y esto fue decisivo, me atraía la figura de Castelli que expresa muy bien el proceso de radicalización política que trajo la revolución y los desafíos internos y externos que ésta debió enfrentar.
-El libro es sumamente interesante porque además demuestra los cambios experimentados por Castelli. El formaba parte de la elite de aquel Buenos Aires...
-En efecto, una de las cosas que quise mostrar es el proceso a través del cual se produjo la transformación de Castelli en un líder revolucionario. Esto implicaba tener en cuenta el cambiante contexto en el que se fue produciendo esa transformación, pero también las condiciones que lo permitieron entre las cuales contaba tanto su pertenencia social como el papel jugado por Buenos Aires.
-Castelli se convirtió en uno de los primeros hombres en soñar con la Independencia. De ser parte entonces de la elite a querer
ese cambio no deja de sorprender.

-Fue uno de los primeros, de los más comprometidos, y de los más radicalizados. Estas son las cuestiones que pueden trabajarse mejor en una biografía que en otro tipo de géneros historiográficos, pero creo que en ningún caso debe perderse el contexto histórico dentro del cual se produjo ese cambio. Como señalé antes, no fue sólo un proceso interno de Castelli sino más bien una transformación que abarcó a amplios sectores aunque de diverso modo.
-En octubre próximo se cumplen 200 años de su muerte. Justamente había caído en desgracia. Cuenta en el libro que murió
por un cáncer de lengua y que no pudo defenderse de las diferentes acusaciones.

-El último año de vida de Castelli también me parece muy significativo, porque a sus padecimientos físicos y personales, debió sumar también los políticos que le acarrearon su responsabilidad por la derrota de Guaqui y la pérdida del Alto Perú (actual Bolivia) a manos de las fuerzas enviadas desde Perú. El proceso que se le inició, que tenía un carácter más político que jurídico, no pudo seguirse tras su muerte, ya que no se estaba investigando un delito sino su actuación.
-¿La figura de Castelli ha sido reconocida por la historiografía argentina?
-Muy poco, a pesar de haber sido una figura decisiva entre las invasiones inglesas y la derrota de Guaqui a mediados de 1811. Esto se debe a varias razones, comenzando por la actuación de las fuerzas porteñas en el Alto Perú y sus posiciones en relación a los indios que le valieron el repudio de los sectores dominantes en el Alto Perú. Hay que recordar que durante más de cien años quienes narraron la historia pertenecían a esos mismos sectores sociales. Los derrotados no suelen tener buena prensa, y mucho menos aún si su actuación pone en entredicho el orden social y político vigente. Además, y a diferencia de Mariano Moreno, Castelli no tuvo seguidores que cuidaran su memoria.
-Marca con énfasis en el libro una fecha: 22 de mayo de 1810. Es cuando Castelli pronuncia un discurso distinto, sorpresivo, en
el Cabildo. De hecho a partir de allí lo llaman “el orador de la revolución”. ¿Cuales fueron los puntos salientes de ese pronunciamiento?

-En verdad el discurso no fue tan sorpresivo, pues era lo que todos estaban esperando que sucediera. Su importancia está dada
por haber sido quien fundamentó jurídica y políticamente el principio de retroversión de la soberanía: al estar ausente el monarca,
prisionero de Napoleón desde 1808, y al carecer de toda autoridad en la metrópoli con la disolución de la Junta Central, la soberanía
volvía al pueblo que podía elegir su propio gobierno, en este caso, una Junta.
-La Universidad de Chuquisaca forjó a Castelli y a otros hombres importantes de nuestra historia. ¿ Cómo era esa Universidad,
en lo que respecta a la educación que se impartía?

-La Universidad de Chuquisaca (en la actual Sucre), era el centro intelectual más importante de Sudamérica. La mayor innovación en el aspecto educativo fue la creación de la Academia Carolina, en donde se impartía una enseñanza más moderna del derecho y que tenía un contenido práctico, no sólo teórico. En ella se formaron numerosos abogados criollos que tiempo después se convertirían
en líderes revolucionarios en sus respectivos países.
DECISIVA GESTIÓN EN LA PRIMERA JUNTA
-El libro reflexiona también sobre el Castelli abogado, con un caso que es sorprendente, el de Juan Ramón González Balcarce. ¿Puede comentar cómo fueron aquellos hechos?
-La idea de la biografía es mostrar al personaje en el marco de las ideas y valores dominantes de la época, muchas de las cuales también compartía, como el de la pureza de sangre. En este caso, Castelli actuó como abogado de un joven oficial cuya madre no
quería que cumpliera con su promesa de matrimonio con una chica de Luján. Para ello se valió de la legislación vigente que impedía el matrimonio entre “desiguales”, por lo que Castelli mostró que la chica tenía antecedentes de mestizaje en su rama materna, logrando que el matrimonio no se consumara.
-En cuanto a lo que comenta sobre Castelli, en aquella primera etapa queda la imagen de un hombre más que cercano a los ingleses...
-Yo creo que la cercanía con los ingleses se dio porque apareció esa posibilidad, como también aparecería después el carlotismo al que adhirió como su primo Belgrano (la posibilidad de nombrar regenta a la Infanta Carlota, hermana de Fernando VII y esposa del Príncipe regente de Portugal). En ese sentido se ve el vértigo de los acontecimientos en los que fueron sumidos los hombres de esa época, y la diversidad de posibilidades que se les abría. El apoyo inglés fue una de esas posibilidades.

-¿Cómo puede calificarse la gestión de Castelli en la Primera Junta?
-Decisiva. Fue durante las primeras semanas el, podríamos decir así, “ideólogo” de muchas de las principales medidas, como la expulsión del Virrey y los miembros de la Audiencia, o la redacción de la Circular del 27 de mayo en la que se fijó la línea que seguiría el gobierno. Ese papel lo asumiría tiempo después Moreno, entre otras razones porque tanto Castelli como Belgrano partirían en
misiones a Córdoba y el norte el primero y a Paraguay el segundo.
-Puede decirse que el fusilamiento de Liniers lo puso a Castelli en un punto sin retorno?
-A él y a los miembros de la Junta. Es el momento en el que para muchos se hace evidente que sólo se puede ir hacia adelante, y que el cambio de gobierno, además de ser una revolución, también se convertiría en una guerra. Para Castelli fue decisivo
en el plano personal, ya que cargó con la responsabilidad, aunque fue una decisión de la Junta.
-Finalmente, por qué cree que la figura de este hombre de nuestra historia no alcanza la importancia de otros que en definitiva hicieron menos que él por nuestra Independencia?
-Creo que sus posiciones radicalizadas, a las que muchos le atribuyeron la derrota de Guaqui y la pérdida del Alto Perú, lo transformaron en un marginal político y en una suerte de chivo expiatorio. En ese sentido encarna una figura presente en más de
un proceso revolucionario: la de quien desaparece devorado por el vértigo de la propia revolución ?