Los dos pilares
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- Elvio E. Gandolfo
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Cada uno de los dos fue la figura máxima en un campo de la famosa “generación beat”: Kerouac en la prosa, y Ginsberg en la poesía. Desde que se conocieron, a mediados de la década del `40, hasta cerca de la muerte de Kerouac en 1969, intercambiaron alrededor de 300 cartas, de las que se eligieron casi 200 para esta recopilación.
No podían ser más distintos. Verborrágico, ya en una carta de 1945 Allen Ginsberg trata de explicar por qué ya no son los mismos “como amigos”. “En sentido menos romántico y menos visionario, yo soy judío”, escribe. Años después, cuando Kerouac le envió su clásico “En el camino”, le manifestó su entusiasmo, pero también su convicción de que no iba a ser publicada así, tal cual, sin cortes. En 1955 Kerouac le escribe como si ya fuera un ermitaño: “Si al igual que yo renuncias al amor y al mundo, sufrirás los dolores de la renuncia, que vendrán en forma de hastío y de ‘¿qué hacer, con qué soñar?’.”
La fama destruyó en buena medida a Kerouac, a través del aislamiento en la casa materna y el alcohol. Y en cambio alimentó y expandió a Ginsberg, que pronto fue lo que hoy llamamos una personalidad “mediática”, que viajaba por el mundo sin cesar. De hecho las dos cartas finales vienen después de un tiempo de silencio, en el que Ginsberg recorrió la India. Hay una carta de cada uno, consolidando la admiración y la amistad, casi una despedida.
En la última carta anterior, de 1961, Kerouac le cuenta su reacción ante “Kaddish”, extenso poema de Ginsberg cuya parte narrativa le produce “el impacto de una novela dostoievskiana. En conjunto, con los poemas visionarios posteriores, es un libro explosivo. No hay críticas todavía, como si quisieran expulsarte de la existencia”. Y agrega: “Es hora de que abandonemos la escena literaria y dejemos de dirigirles la palabra para siempre”.
No hace demasiado “En el camino” se editó al fin como fue escrita, sin cortes ni cambios de nombres. Kerouac murió a destiempo, en 1969. Tanto Ginsberg como William Burroughs (el “tío mayor”, que superó los límites de los “beats” en mas de un aspecto) se fueron juntos en 1997. Esta correspondencia abunda en cartas larguísimas, en listas de lecturas, en noticias mayores y menores sobre amigos o enemigos. Es un mapa invalorable.
© Elvio E. Gandolfo, Revista Noticias