El comentario: "Culpa", de Ferdinand von Schirach
- Periodista:
- Carlos Roberto Morán
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CRUDAS HISTORIAS DE BONDADES Y BAJEZAS HUMANAS
A comienzos de año comenté en este blog el libro anterior de Von Schirach, “Crímenes”, que le diera –con justicia- fama internacional. “Crímenes” y “Culpa” tienen en común que reúnen episodios judiciales en los que el escritor tuvo alguna intervención. Como ocurriera también en el libro anterior, algunas de esas historias, narradas con economía de recursos y al mismo tiempo gran habilidad expositiva, resultan tan terribles como fascinantes.
Von Schirach, reconocido abogado, defensor penalista que ejerce en Berlín, cuenta hechos –en su mayoría, vinculados con el delito- que reflejan como pocos, y con crudeza, las bondades y bajezas del ser humano, sus fallas, pero también sus pequeñas glorias. A veces no es la justicia, precisamente, la que triunfa y, en otros casos, las reivindicaciones que sí terminan imponiéndose no se presentan nítidas y radiantes, sino que esconden errores y miserias entre pliegues y sombras.
El autor omite juzgar, pero expone con crudeza, sin atenuantes. Y en algunos casos le deja claro al lector que él también incurrió en errores, en falta de perspectivas, en inhabilidades. En otros momentos ha sido la impotencia lo que le ha ganado, porque –nos dice- los sistemas judiciales no son precisamente perfectos. No existe el Paraíso en esta tierra, es su obvio y subyacente añadido.
Así, entre otros, conoceremos el caso de un grupo de músicos de pueblo convocados porque la localidad celebraba sus seiscientos años de vida. Allí todos se conocían y el ambiente era de franca alegría. Hasta que en un momento dado todos se hallaban alterados por el exceso de comida y cerveza. Fue entonces que una joven tuvo un pequeño accidente derramándose cerveza sobre su ropa. Y quedando en evidencia que debajo de su camisa no llevaba nada más.
A partir de ahí fue el aquelarre: todos los músicos abusaron de la joven. Von Schirach irá más tarde al lugar, porque debió defender a uno de los implicados, y comentó cómo se resolvieron los hechos en los estrados de la Justicia. El lector “sabe” de antemano que situaciones como esas suelen terminar mal. Y, por cierto, ocurrió también en esta ocasión. No hubo pruebas (lavaron a la chica y limpiaron el lugar), tampoco hubo testigos decididos a dar testimonio… El resultado fue la previsible impunidad. Von Schirach había viajado al pueblo junto con otros jóvenes e inexpertos defensores. Al regreso, mientras aguardaban el tren, el narrador cuenta: “Estábamos sentados en un banco de madera de pintura descascarillada, y ninguno quería decir nada. Sabíamos que habíamos perdido la inocencia y que ello carecía de importancia. (…) Ahora éramos adultos, y al bajar del tren sabíamos que las cosas nunca volverían a ser fáciles". (“Fiestas”, página 17).
Exponiendo sin emociones
Debe admitirse que a veces incomoda la forma elegida por Von Schirach para exponer los casos. En efecto, lo hace de una manera fría, como carente de emociones, aunque sea la Culpa, habría que decir como cuestión ontológica, la que campea en cada una de las páginas del libro. Es su estilo. Pero es también su manera de decirnos, con toda crudeza, que así “funciona” el mundo, así es el lugar complejo que nos ha tocado en suerte.
Su humor, cuando lo hay, es mínimo. Claro está que los temas que toca no producen carcajadas, precisamente, pero aún en los momentos en que realmente ocurren hechos hilarantes se contiene. Digamos que, en el mejor de los casos, en esas situaciones promueve no más que una sonrisa pasajera.
Es que hay de todo, y malo, en estas miniaturas literarias (muy bien contadas, corresponde insistir en ello). Y qué bien que narra von Schirac esas historias breves. Como ocurre en “ADN”, donde un crimen queda impune durante casi dos décadas y cuando los culpables comprenden que han sido identificados y que, por consiguiente, serán condenados, toman una resolución extrema que, comenta von Schirach como al pasar, podrían haber evitado si hubiesen recibido a tiempo su asesoramiento…
Más escueto aún resulta “Anatomía”, la historia de un frustrado secuestrador que por un increíble accidente no puede concretar sus fatídicos planes. Y, en otro plano, distinto y cómico, el libro se cierra con “Secretos”, inesperado “acto” de humor que corresponde ponderar.
Pero, en general, no son fragantes las historias del autor de “Criminales”. Así, resulta brutal lo que cuenta en “Compensación”, relato en el que Alexandra se casa feliz y predispuesta hasta que, con el paso del tiempo, comprende que su marido es un energúmeno que está dispuesto a castigarla hasta más allá de lo tolerable. Cuando se anoticia de que los castigos seguirán en la persona de su pequeña hija decide librarse de las ataduras matando a su pareja. Von Schirach, con mucha habilidad, nos dirá más adelante, en pocas líneas, cómo se resolvió el episodio en los estrados judiciales. Más aún, aclarará que las cosas no ocurrieron exactamente como fueron contadas ante la Justicia. Y de esa manera sabremos que las apariencias han vuelto a engañar.
Historias que no fatigan
Aquello que resultaba curioso en “Criminales” vuelve a concretarse en “Culpa”. Esto es, que por más que se trate de una serie de historias de delitos tomadas de la realidad, ellas no cansan, pero eso se debe a la habilidad narrativa del autor. Tanto, que hasta termina pareciendo que el libro “se queda corto”, puesto que el lector quisiera saber un poco más. De cada caso en particular, y de otros muchos hechos que este excelente narrador puede haber conocido.
En realidad, el escritor nos deja la única opción de confiar en su palabra y aceptar que por involucrarse en esos hechos, de una u otra manera, son episodios tomados de la vida real, aunque algunos resultan casi inverosímiles. Como es el caso de “La llave”, que más parece un policial reservado para Bruce Willis que un episodio tomado de los archivos judiciales. La historia –una de las más extensas del libro- incluye a un ruso asesino de chechenos, a un perro que se traga una llave (de una casilla donde está guardada una gran suma de dinero), a una serie de automóviles robados, a asesinatos, al narco y a la mafia, así como a una mujer de armas tomar que, por comparación, reduce a la nada a Nikita y semejantes.
Un hombre puede ser llevado a prisión por la denuncia de una niña celosa y cumplir tres años largos de encierro por un delito que jamás cometió (“Niños”). Y otro, llamado Tarun, puede ser confundido con un tal Turan y ser confinado a prisión por una paliza que nunca pudo dar por ser una persona con graves defectos físicos (“Justicia”).
El libro acumula otras historias: una de infidelidades consentidas (“El otro”), una segunda sobre un “Maletín” que contiene fotos de hombre y mujeres asesinados pero a cuyo portador no se le puede comprobar responsabilidad alguna; o una tercera que vincula a un viejo, a un libanés vinculado a la droga, a una mujer encinta y a la venganza absurda que toma el libanés contra un hombre que le adeuda dinero porque no puede librarse de un profundo sentimiento de culpa (“Nieve”).
“Culpa” resulta, en definitiva, un libro satisfactorio. En cualquier momento veremos algunas de estas historias (que “borgianamente” muchas veces parecen perfectos resúmenes de novelas) llevadas al cine y a la televisión. Lo que resta es leer a Ferdinand von Schirach. Y esperar sus nuevos libros.
Las fotografías que ilustran la nota reproducen las tapas de los libros de von Schirach en alemán: “Culpa” y su novela “El caso Collini”, aún sin traducir a nuestro idioma. Para completar los datos que pueden leerse en el “Perfil” de este autor (ver más abajo), cabe indicar que “Glück”, uno de sus cuentos, ha sido llevado al cine por Doris Dörrie y que seis de sus relatos fueron tomados de base para una serie de televisión.
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