París: una ciudad fotografiada a lo largo de tres siglos
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- Mora Cordeu
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Daguerre y Nièpce dan inicio al romance entre ciudad y fotografía en el París de 1840, una década de violencia fijada en daguerrotipos convertidos en las primeras tomas periodísticas: desde la invasión del pueblo a las Tullerías, hasta la represión de las tropas del General Lavaignac.
El libro publicado por Taschen, de casi 600 páginas, empieza con la monarquía de julio a la Comuna de París (1830-1871), años en que Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón fue elegido presidente de la República. Tres años más tarde durante el Imperio tuvo a su cargo una política urbanística que le cambió la cara a la ciudad con la creación de grandes ejes de norte a sur.
Charles Marville provisto de su cámara de fuelle y sus placas de colodion se esforzó por retratar ese París que desapareció bajo la piqueta, esa ciudad medieval con sus calles de adoquines irregulares, su sumidero central y sus mojones que protegían la base de las casas de las ruedas de los carros hacia 1858.
En esa etapa aparecen fotos donde se utiliza por primera vez el negativo positivado (calotipo) inventado por William Henry Talbot y que pasa de la impresión única a las copias ilimitadas.
El volumen está cruzado por citas de escritores que acompañan imágenes y acontecimientos. Flaubert escribe en "La educación sentimental" (1869): "Los árboles de los bulevares, los urinarios públicos, los bancos, las rejas, las farolas de gas, todo fue arrancado, derribado. París amaneció cubierto de barricadas".
La vida cotidiana enseña mejor que nada cómo se vivía por aquellos días, se observa por ejemplo en una foto sobre las lavanderas, cuando el agua no llegaba a todos los edificios.
Y como contraste la imagen de cortesana más célebre de París, la condesa de Castiglione, amante del emperador Napoleón III; la de Sara Bernhardt, de Nadar, quien saca la primera fotografía aérea de la ciudad a bordo de un globo cautivo a 5820 metros de altura.
Otras fotos escalofriantes -de las más de 500 incluidas en el libro-, enseñan los cadáveres a cajón abierto de los insurgentes que sufrieron la represión versallesca en junio de 1871.
Luego aparece París desde la Tercera República a la Primera Guerra Mundial. En una foto se ve el estudio de la Academia Julian, escuela de arte fundada en 1860, un cabaret de Montmartre, el Arco del Triunfo, y la construcción de la torre Eiffel.
Entre tantas, es fácil reconocer una famosa imagen del accidente en la estación de Montparnasse, uno de los más espectaculares del siglo XIX. Otra de los libreros de viejo del Quai de la Tournelle hacia 1912, una florista en la Rue Cambon en 1918 y un paisaje del Marais, de 1900.
"Qué pintoresco era entonces el Moulin Rouge! con su jardín donde se cantaba en verano y su elefante gigantesco en el que montábamos para ves las atracciones", dice un texto de la época junto a una foto idéntica a lo que se describe.
Son tiempos de pintores como Henri Matisse o Toulouse-Lautrec, quien se ve junto a las mujeres que pintaba, ya cerca del Período de Entre Guerras (1914-1939), hay construcciones emblemáticas como la Estación de subte de Auteuil de Frederic Gadmer, y la mirada de Robert Doisneau, que comienza a exhibir sus fotos como la de dos hermanos haciendo piruetas en 1934.
La crisis del 29 se sintetiza solo con ver la imagen de una fila de hombres que esperan recibir una sopa popular cerca de la iglesia de Saint Eustache, y una chabola en la periferia, como constatación de los claros oscuros de una ciudad compleja.
También Henri Cartier-Bresson ofrece un París inolvidable por medio de tomas, de las que impresionan aquellas representativas de la influencia surrealista.
"¡Qué París tan inmenso! ¡Hace falta una vida entera para explorarlo de nuevo!, escribe Henry Miller en "Trópico de Cáncer". Y los retratos de los famosos compiten con el escenario de la ciudad: se dan cita Edith Piaf, Salvador Dalí -una foto espléndida de Brassai de 1932- o Gabrielle "Coco" Chanel, tomada por Man Ray.
La etapa "De una república a otra", toma los años que van de 1939 a 1959, donde adquieren relieve imágenes de la guerra, la ocupación nazi, la llegada de Hitler cuando entra a París en 1940.
Son tiempos en que se plantan puerros en los jardines del Louvre, las obras de arte de los grandes museos son puestas a resguardo y los parisinos lloran sin pudor en las calles.
La gente se refugia en los sótanos, pero la vida cultural sigue, es un hilo conductor donde asirse para entender mucho de lo que caracteriza a la ciudad luz, donde se siguen sumando más fotógrafos increíbles comoa Robert Capa.
Fotos de Jacques Prevert, Sartre; ese cuadro reproducido hasta el hartazgo que nunca cansa de Doisneau del beso de dos enamorados, un encargo de la revista Life; Julieta Grecco, Charles Aznavour, Marguerite Duras, una profusión de modelos de Ives Saint Laurent y Lauren Bacall y Humphrey Bogart en la terraza de un café de los Campos Eliseos. Y como un personaje más, la isla de Saint Louis.
En la edición trilingüe (francés, castellano, italiano) irrumpe el París de hoy (1959-2011) con personajes como Alberto Giacometti, un día lluvioso en la rue de Alesia y Montmartre con una perspectiva asombrosa desde el techo de las galerías Lafayette.
No podía faltar de esta selección, la Plaza del Vert-Galant en el extremo de la isla de la Cité, uno de los paseos favoritos de los parisinos, al igual que las fotos del mayo del 68, donde llama la atención la Sorbona con afiches de Lenin y Mao en las columnas.
La actriz Romy Schneider, sintetiza: "En cada momento crucial de mi vida he regresado a París. Nunca he lloriqueado por historias pasadas. París es un nuevo principio".
© Mora Cordeu, Telam