Paris, je t’aime
- Periodista:
- Coni Salgado
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La ciudad del amor. Así le dicen. ¿Existirá destino capaz de superar tanta belleza?
La primera vez que fui a París era primavera. Salí muy temprano del hotel, eché un rápido vistazo al mapa y comencé a caminar sin rumbo premeditado a donde me llevara el destino. El hotel estaba lejos del centro así que no me sorprendió que un tren de cuento me pasara a pocos metros rechinando rieles y exaltando chispas en mi alma. A la derecha de las vías, un sin fin de locales exponían instrumentos de cuerda fabricados por los luthiers más famosos del mundo. En casi todas las vidrieras, al igual que los chicos en los cuentos, no tardé en pegar mi nariz contra el vidrio. Y al llegar al edificio gigantesco lo reconocí instantáneamente: l’Opéra de París. Y después un café lleno de flores, arcos, museos interminables, águilas de oro, veleros a control remoto navegando fuentes exquisitas. Y después, ese contraste delicioso entre árboles y cielo, y más allá un barrio y otro y otro y el pan más rico del mundo y así, casi sin darme cuenta, crucé todo un río, subí a una torre escalofriante y me quedé mirando varios minutos la calesita más linda de la historia.
En París perdí la noción del tiempo. O el tiempo pierde vigencia. La sensación de caminar sin tener a donde ir, es una de las cosas más maravillosas que deberíamos hacer los seres humanos. No tengo idea cuánto caminé ese día pero al volver al mapa me di cuenta de que había estado en casi todos los rincones significativos de la ciudad. Ciudad mágica. Cuando se está en París no se desea estar en ningún otro lugar sobre la tierra.
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Pero cuando existe un destino muy esperado, la expectativa y la picardía de los personajes pueden transformar ese sueño en un cuento. Así sucede en el libro Henri viaja a París, donde el protagonista inicia la historia leyendo acerca de la Ciudad Luz.
Henri no vive en París, pero desearía mucho poder hacerlo. Henri vive en Reboul. Reboul es una pequeña ciudad cercana a París. Henri vive en una hermosa casa, con flores que crecen junto a la ventana y con una buena sopa hirviendo en el fuego. La madre y el padre de Henri son muy buenos con él.
El libro se inicia comparando las características de las dos ciudades. En la ciudad de Henri todo parece estar al alcance de la mano. Los amigos se cuentan con los dedos, la ardilla que rodea la iglesia es una sola y la ciudad entera cuenta con un autobús. Henri conoce al panadero, al cartero y a la señora Crema que tiene una vaca. Y a casi todos que son algunos poquitos más.
Pero Henri tiene tantas ganas de conocer París que ya no puede esperar… toma un trozo de queso, una zanahoria, un pedazo de pan y los mete en una bolsa. También lleva lápiz y papel, porque hará dibujos para sus amigos cuando llegue a la ciudad de sus sueños.
Al rato de caminar Henri está cansado y muy hambriento también.
Así que Henri se detiene para comer su almuerzo. “Ahora dormiré un poco” dice Henri. “Pero ¿cómo sabré que dirección tomar cuando despierte?” “Ya lo tengo” dice Henri. (Henri es muy listo) y apoya su lápiz en el suelo con la punta del lápiz señalando en dirección a París.
Cuando Henri se duerme, un pajarito ve en el lápiz un material perfecto y adecuado para su nido, de modo que lo toma con el pico y lo lleva hacia el árbol. Pero el lápiz se suelta y cae, afortunadamente, en el mismo lugar en donde Henri. Solo que el lápiz que apuntando hacia la dirección contraria. Lo que sucede luego se relaciona con descubrir un lugar ya conocido y sorprenderse con aquello que siempre estuvo ahí bajo los pies. Mirar con ojos nuevos un espacio familiar reinventado en coincidencias y casualidades. Lo encantador y gracioso es el hecho de que un simple giro accidental cambie la historia de libro entero.
Finalmente, Henri no conoce París, pero el aroma a sopa humeante de la casa pequeña y blanca de Reboul, no parece estar nada mal. Y menos aun los brazos abiertos de mama y papá. Las flores junto a la ventana.
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El relato, narrado con sencillez y claridad por Leonore Klein, describe situaciones simples mediante acciones concretas y precisas. Además el álbum está ilustrado por un artista de lujo: Saul Bass fue un destacado diseñador norteamericano que ha desarrollado su arte en el mundo de la cinematografía dando imagen y diseño a películas como Psicosis o La vuelta al mundo en 80 días. La puesta en imágenes del texto se caracteriza por el color, la simpleza en el trazo, la multiplicidad de las formas y el minimalismo gráfico.
El libro está editado por GG (Gustavo Gili); esta editorial se dedica a la publicación de libros especializados en diseño y arquitectura, pero en este caso ha decidido expresarse en el mundo de la literatura infantil mediante este delicioso ejemplar gráfico.
© Coni Salgado, Eterna Cadencia