El ciego impulso asesino
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Esto admite excepciones. Ferdinand von Schirach ejerce desde 1994 como abogado defensor penalista en Berlín, y tuvo a cargo algunos de los casos más notorios de los últimos años en Alemania. Ahora es el autor del libro ganador del prestigioso Premio Kleist, con más pedidos de traducción y una película en ciernes: Crímenes , publicado en español por Salamandra. Se trata de once relatos basados en crímenes, supuestamente reales. Lo de "supuestamente" corre por cuenta del lenguaje, no de la realidad. Parecen reales; como si se sintiera la respiración de la víctima o pudiera captarse el deseo abrupto del homicida.
Ya el acápite es una señal: "La realidad de la que podemos hablar jamás es la realidad en sí". La cita es de Werner K. Heisenberg, el físico que enunció uno de los principios científicos más importantes del siglo XX, el de la incertidumbre. De eso tratan estos cuentos, ceñidos y concisos. De lo incierto de un asesinato. Tanto por lo imprevisible como por aquello que se gesta paulatinamente y en secreto.
En muchos casos, son arrebatos o desgastes sentimentales. El primer cuento, "Fährer", comienza con una promesa de amor en El Cairo. Su cumplimiento se vuelve una condena. Es la historia del cercenamiento en una pareja; de cómo un hombre y una mujer pueden avanzar en la denigración a través de pequeños descaros. La lógica del reproche (¿por qué no bajaste la basura?, ¿por qué arrugas el periódico?) puede llevar al crimen. La originalidad del cuento no es el asesinato, sino el tiempo que se toma el esposo en realizarlo, al cumplir 60 años. En "Amor", todo comienza por una lectura en desacuerdo. A él no le gustaba Hermann Hesse; se lo leía, sólo porque ella se lo había pedido. El anhelo de matar surge, aparentemente, sin sentido.
El autor describe el entorno sensorial del asesino como si allí estuviera la clave de su furia. En "El etíope", la tierra caliente facilita el homicidio. "Los edificios de acero y cristal reflejaban el sol, y el calor arrasador se estancaba sobre el suelo. El sistema de aspersores estaba estropeado, la hierba se quemaría antes del anochecer." Hay una predisposición de los elementos a un desenlace fatal. Pero sobre todo, hay algo tremendamente humano en la ejecución. Como señaló el diario Le Figaro, "lo más perturbador es que, situados en las mismas circunstancias, nosotros quizás habríamos cometido los mismo crímenes".
A veces, más vale escribir que juzgar.
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