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Imaginación incontenible

Periodista:
Rodolfo Edwards
Publicada en:
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País de la publicación:
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Con Los Malaquias la paulista Andrea del Fuego obtuvo el Premio José Saramago 2011. La novela transcurre en un ámbito rural del interior brasileño, a comienzos del siglo XX. La violenta y súbita irrupción de la modernidad en una pequeña aldea altera completamente las rutinas de sus habitantes que se ven impelidos a un desalojo inmediato: “Geraldo convocó a la población del valle a la capilla. Confirmó todo: el valle se transformaría en una represa para que pudiera funcionar la represa hidroeléctrica”. A partir de este foco narrativo, Del Fuego despliega un abanico imaginativo incontenible. El realismo insinuado en las primeras páginas pronto se transforma en una sinfonía coral donde los personajes dialogan e intercambian fluidos y sensaciones con vegetales, minerales y animales; mágicos pasadizos los comunican con lugares más allá de la física y el entendimiento humano: “Vio una abertura redonda en una piedra: se apoyó en el borde y metió la cabeza, después los brazos y las piernas (...) El otro lado del valle era otro valle”. En Los Malaquias todo porta vida, hasta los muertos, cada cosa está animada por un impulso desesperadamente vital que se entrega a metamorfosis y mutaciones. Del Fuego escribe como un Rulfo humedecido por cierto realismo mágico, aunque despojada de los excesos tropicales y la adjetivación preciosista de ciertos escritores del “boom”. Y consigue dar una vuelta de tuerca a lo fantástico con una prosa tersa, sutil y precisa, apelando a una sintaxis lógica y a un ritmo pausado, imprimiendo a la narración una respiración muy cercana a la poesía. La presencia tutelar de los ancestros arma líneas invisibles que enlazan el pasado y el presente, redefiniendo el concepto tiempo. Las voces de vivos y muertos se interfieren, omnipresentes, revueltas en ritos panteístas, donde el bien y el mal se alternan el reinado, en pulseadas infinitas. La transmisión de saberes, el peso de las tradiciones y la férrea organización social y laboral, hacen de Sierra Morena un lugar donde la vida discurre en forma previsible y sin mayores sorpresas, bajo el signo del feudalismo. Pero un rayo cae sobre la casa de los Malaquias y mata a los jefes de la familia, abortando para siempre el plan trazado: “El trueno sonó largo, hasta alcanzar el otro lado de la Sierra. Debajo de la construcción, la tierra, de carga negativa, recibió el rayo positivo de una nube vertical. Las cargas invisibles se encontraron en la casa de los Malaquias.” El rayo parte, literalmente, a los Malaquias: los más chicos, Julia y Antonio, son llevados al convento de unas monjas francesas, mientras que el mayor, Nico, es adoptado por Geraldo, dueño de la fazenda Rio Claro. A partir de allí, los destinos de los tres hermanos, se convierten en algo imprevisible, quedan a la buena de Dios. Las cosas no tienen final en la cosmogonía de Los Malaquias. Nunca nos iremos del todo, aunque vivamos en una molécula de agua, aferrados a un hilo de vida, por siempre y para siempre.