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Todo sobre mi madre

Periodista:
Dolores Gil
Publicada en:
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País de la publicación:
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Lo que sigue es una investigación –literaria, biográfica, autobiográfica–, un viaje dolorosísimo para descubrir no tanto los motivos que habían llevado a su madre a tomar la decisión de matarse (motivos, por otro lado, insondables), sino a descubrir quién había sido esa mujer. Acaso lo más llamativo de Nada se opone a la noche sea la sutileza y el amor –a pesar de las constantes heridas recibidas– con que De Vigan construye el retrato de su madre, personaje complejo y esquivo, que se resiste a la caracterización en pocos trazos. De Vigan entrevistó a sus familiares y amigos, revisó fotos, diarios íntimos, cartas y películas caseras y dio, finalmente, con un retrato conmovedor y con un tratado acerca de cómo se escribe una vida. En la tradición de autores que escriben sobre sus padres, De Vigan encontró un modus dicendi personal: a veces se planta como narradora imparcial, objetiva; otras, parte de la primera persona más íntima para contar las dificultades con que se encuentra su relato. Hay un hilo conductor, una mancha indeleble condenada de antemano a su repetición en la historia familiar: la persistencia de la tragedia, el suicidio y la locura. De Vigan intenta hacer una genealogía de la locura y el dolor en el seno de la intimidad, y termina con un libro fuera de los géneros: es biografía, retrato, novela y diario de escritura al mismo tiempo. Tal vez la clave del libro esté en la convicción de que la escritura no resuelve ningún enigma, no da ninguna respuesta: “Esperaba que la escritura me permitiera escuchar lo que se me había escapado, esos ultrasonidos indescifrables para oídos normales. (...) No estoy segura de que la escritura me permita llegar más allá de la constatación de una derrota.” La derrota se comprueba en la pregunta por el origen de la locura. La madre de la autora sufre desde joven un desorden de personalidad cuyas raíces De Vigan intenta explicarse sin demasiado éxito. Pero la verdad a la que quiere llegar no es la verdad que le podría proporcionar el discurso de la psiquiatría, sino la que provee la narración. De Vigan narra para ordenar la experiencia –la ajena y la propia–, para entender más y mejor. Sin embargo, llegar al corazón del secreto no garantiza nada: descubrir el trauma originario suscita más dudas que certezas. Allí reside la potencia de este relato.