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El mejor oficio del mundo

Periodista:
Miguel Wiñazki
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Aquel periodismo , de Daniel Muchnik, es como un sistema de muñecas rusas pero al revés. Hay tres historias, una que las abarca a todas, la historia argentina, otra: la historia del periodismo argentino, y otra, aparentemente la menor: la del propio Daniel Muchnik a lo largo de su vida profesional.

Pero es la historia de Muchnik, la que engloba en sí, la historia del periodismo en el país, y esta historia, a la de la Argentina toda durante el último medio siglo.

Es un texto tridimensional. Muchnik es periodista y también historiador. Y esa conjunción enriquece su trabajo. Porque cuenta lo que ha sucedido, pero conoció como periodista a todos los grandes protagonistas de lo que cuenta.

Es la historia en primera persona, pero en un campo antagónico al narcisismo. Es la historia de un testigo.

Aquel Periodismo es también un libro valiente y muy interesante en términos de actualidad. Muchnik no recorta su curriculum según su conveniencia, según hacen tantos que apostrofan y pontifican como si fueran Papas de la Inquisición detectando réprobos y repartiendo condenas como si se pronunciaran ex cáthedra .

Cada paso de la carrera del periodista existe en el libro, cuenta su paso por medios de distinto pelaje ideológico. Pero hay una evidencia: en todos ellos, es el periodista el que ha triunfado sobre suerte de caparazón hueca que son los medios, cuando se olvida que en ellos trabajan profesionales con biografías disímiles. Muchnik conoció a buenas y a muy malas personas a largo de su travesía profesional, fue objeto de patrañas, como todos los que han sobresalido. Pero un aire victorioso recorre el texto. El de la sinceridad, el de la exposición de todo, de la ausencia de omisiones tácticas.

Es un libro que habría que leer en las escuelas de periodismo, para comprender los miles de matices existenciales de cada persona que practica este oficio arduo y ahora en controversia muchas veces mal intencionada.

Todo se resume en un sentido en la frase final (que no anticipa el contenido de todas las historias que la preceden). Muchnik cita a otro periodista reconocido, Tomás Eloy Martínez: “El periodismo no es un circo para exhibirse, ni un tribunal para juzgar, ni una asesoría para gobernantes ineptos o vacilantes, sino un instrumento de información, una herramienta para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”.

Aquel Periodismo no es un libro melancólico, no es una letanía. De hecho, la mayor parte de los acontecimientos que narra son arduos y no tontamente felices. Pero sí es un texto en el que se explicita la pena.

El pesar por tantos ataques, tantos agravios y tanta infamia aplicada a quienes han hecho de la tarea de investigar y comunicar, una pasión que no cesa.