El pequeño mundo de todos los días
- Periodista:
- Graciela Melgarejo
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Cuando, después de hacer la que sería su última "buena obra" en vida, el concejal Barry Fairbrother ( el "hermano justo", una traducción posible del inglés para su apellido) muere súbitamente, se produce la vacante del título en el concejo parroquial de Pagford, un pueblito inglés digno de las historias de la Miss Marple de Agatha Christie. Salvo que ahora la acción transcurre en pleno siglo XXI, las relaciones entre los vecinos ya no son tan políticamente correctas como en la época eduardiana y el oscuro entramado social está casi a la vista de todos.
Bienvenidos a la vida real, parece sugerir con sarcasmo J. K. Rowling. En Una vacante imprevista no hay magia posible para salvar a los personajes del destino que les ha tocado en suerte. Un destino evidente y fatal para los que han quedado del "lado malo del arroyo", como hubiera escrito Borges; es decir, los habitantes del pueblo de enfrente de Pagford, Yarvil, un territorio al que alguna vez pertenecieron muchos años atrás, pero que las conveniencias inmobiliarias y políticas han separado con loteos para favorecer la construcción de viviendas sociales en los Fields.
De manera que, cuando muere el concejal Fairbrother, que había nacido en los Fields, con él desaparece también el paladín de los desclasados de ese barrio y se desata una batalla entre los que quieren seguir llevando adelante sus ideales y los que ahora ven la posibilidad de deshacerse del barrio, de sus habitantes y de una clínica de desintoxicación, la Bellchapel, adonde van a rehabilitarse los drogadictos de Yarvil.
Planteado el conflicto y habiendo aparecido los personajes principales (los que se oponían a Barry, los que los seguían a Barry, y los adolescentes alumnos de Barry), no más de una veintena entre adultos y chicos -lo cual le toma a Rowling más de cien páginas, que resienten un poco la atención del lector-, el resto es el desarrollo de las pasiones humanas, que siguen siendo pocas y las mismas de siempre: amor, odio, miedo, deseo de poder, lujuria, envidia. Y lo que demuestra Rowling es que, de nuevo, en la vida real no hay héroes plenos -que le pregunten qué opina a la mujer de Barry, Mary Fairbrother, que se sintió siempre "sacrificada" por su marido a la comunidad- ni villanos tan magistralmente malos como lord Valdemort; que las nuevas tecnologías demuestran solo ser un poco más efectivas y "virales" que los antiguos anónimos para ejercer la discriminación social, como en las novelas de Dickens.
Efectivamente, Una vacante imprevista es una historia dickensiana, aunque el lector de hoy, si además ve películas inglesas, puede relacionarla también cómodamente con los primeros films de Mike Leigh (Secretos y mentiras, por ejemplo). La única diferencia es que aquí se hace muy difícil tomar partido por algún bando y eso es, significativamente, un gran mérito de esta obra de Rowling para "adultos". Cuando uno es chico, parece decirnos, es más fácil encontrar héroes (los padres) o sentirnos héroes entre nuestros pares; pero cuando uno crece comprende que es posible que alcance sus objetivos de grandeza alguna vez, aunque lo más probable es que su vida se desarrolle entre la debilidad y hasta la bajeza en muchas de sus acciones.
Sí, Rowling es bastante pesimista con respecto a la naturaleza humana en esta novela, de manera que en el final solo brilla una lucecita de esperanza para dos de los personajes más jóvenes, Andrew y Gaia, que esperan iniciar su historia de amor lejos de Pagford, y para un padre y su hijo, Cuby y Stu, unidos por dos desgraciadas muertes que, tan imprevistamente como la desaparición de Barry, ocurrieron en el pueblo.
Finalmente, Una vacante imprevista puede ser clasificada como una novela "a la moda" -hay drogas, sexo, acosos laborales y escolares, problemas de familia, discriminaciones varias-, con una narración ágil y atrapante, que hubiera sido recibida más o menos bien por la crítica inglesa salvo por una circunstancia: su autora es J. K. Rowling y eso lo cambia todo. Para la creadora de Harry Potter (una obra que se impuso desde el principio porque "sus" lectores, los chicos, la distinguieron inmediatamente), que vendió millones de libros de la serie, no caben las mismas reglas del juego. Incluso, en alguna publicación, se ha llevado la cuenta de las críticas a favor y en contra de esta novela "para adultos", es decir, un mundo paralelo creado a partir del éxito anterior de los libros "para chicos". Quizás una nueva discriminación, porque parece que no está permitido saltar así no más de ser un escritor de culto para niños y adolescentes a escribir para los otros, los que -se supone- juzgan mejor si una obra está a la altura de lo que tradicionalmente entendemos por literatura.
Los pequeños que siguieron sin prejuicios a Harry Potter son hoy jóvenes de más de 20 años y, probablemente, constituyan gran parte de los lectores de esta nueva novela (que ya figuró en el primer puesto en muchas listas de best-sellers del mundo). No estarán equivocados; como siempre, Rowling está de parte de los más débiles (aquí, los adolescentes y las mujeres), y la forma que encontró para demostrarlo sigue siendo uno de sus mayores atractivos.