Los complejos pliegues humanos
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- Willy G. Bouillon
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¿Qué es esencialmente lo que hace que ciertos hechos sean determinantes en nuestras vidas? ¿Tienen en sí mismos semejante potencial o ello depende de la forma en que los asumimos? La joven y talentosa escritora finlandesa Riika Pulkkinen, nacida en 1980 y cuya primera novela, Frontera , concluida a los 25 años, fue elogiada por críticos y público, establece implícitamente en La verdad esos interrogantes e instala, hábilmente, otro, presente a lo largo de su lectura: ¿cómo sigue esta historia?
Los Ahlqvist pertenecen a la clase alta de Helsinki. Martti es un afamado pintor de obras abstractas. Su mujer, Elsa, es una psicóloga de niños que ha alcanzado gran prestigio internacional, no sólo por sus destacados textos teóricos -sobre todo, su ensayo Reconocimiento e identidad - sino también por su labor orientada a resolver aspectos críticos de la infancia, de modo que son frecuentes sus viajes para dar cursos, seminarios y conferencias. Los dos son septuagenarios y llevan 50 años de casados. Tienen una hija, Eleonoora, que es médica y madre de Anna. Esta última, en su juventud, alcanzará un protagonismo clave en la novela, que se desarrolla a través de dos relatos complementarios. La fuerte relación entre uno y otro los torna partes indivisibles de la estructura general.
El primero, situado dentro de las características tradicionales con que se expone la ficción literaria, está compuesto por 26 capítulos. Narran episodios cotidianos de los Ahlqvist, con el abrumador telón de fondo del muy agresivo cáncer que padece Elsa, en etapa terminal. Eleonoora y Anna -también Martti, pero un poco más distante, con largos períodos en su taller o en asuntos domésticos- la atienden solícitamente y, para paliar el sufrimiento físico y la depresión de la enferma, le proponen y llevan a cabo constantes salidas, picnics, sesiones de sauna, preparación conjunta de pasteles, caminatas nocturnas por la orilla de un lago para apreciar un cielo estrellado o una hermosa puesta de sol. Hija y nieta tratan en todo momento de que los diálogos giren en torno de recuerdos gratos o situaciones agradables o jocosas del pasado.
Tras el séptimo capítulo, empiezan a insertarse esporádicamente los tramos que conforman la otra parte, titulados con los años en que han ocurrido hechos muy distintos y que van de 1964 a 1968 (es decir, más de cuatro décadas atrás) y, en primera persona, se presentan con el tono de notas de un diario personal. Su autora parece ser (se verá finalmente que no es ella) una joven universitaria llamada Eeva, que llega a la casa de los Ahlqvist al leer un aviso en el que se pide una mujer para tareas hogareñas y el cuidado de un niña, que es Anna. Causa buena impresión, es aceptada y Elsa le explica que -criterio familiar sobre el tema- no será una sirvienta sino que se la integrará a la familia. Eeva abandona entonces el trabajo rutinario que tenía en unas grandes tiendas.
Con el paso del tiempo, se produce un acercamiento cada vez mayor entre Eeva y Martti, hasta concretarse una relación amorosa que implicará encuentros clandestinos, atravesados tanto por una pasión de densa textura como por la diferencia generacional. Cuarenta años después es Anna quien, por un descubrimiento casual, devela el secreto de esa pasión y su trágico final.
Pulkkinen ha escrito una obra que sorprende por la madurez con que aborda complejos pliegues humanos, como la culpa, el perdón, el arrepentimiento, la soledad, la verdad y la mentira, en escenas que recuerdan a algunas que hemos visto en el mejor cine de Bergman.