Realidad y suspenso se cuelan en las novelas de Koch
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Ubicada estos días entre los diez libros más vendidos en el ranking del The New York Time, La cena, escrita en 2009 y que fue galardonada en Holanda con el Premio del Público y el Libro del Año, fue traducida a 21 idiomas y ha vendido en Europa más de un millón de ejemplares.
"Para un escritor es importante encontrar la voz, el tono del narrador", dice Koth a Télam en su amplio y luminoso departamento, ubicada a diez minutos en bicicleta del centro de Amsterdam, en una zona universitaria.
"Toda la historia se va a contar a partir de un personaje que tiene algo que esconder y que se va revelando -nunca del todo- a lo largo de la trama", precisa el escritor, en una afirmación que puede incluir a los protagonistas de estas dos novelas.
Desde el principio en La cena, el narrador nos sitúa en un relato que desgrana minuciosamente el encuentro de dos parejas en un lujoso restaurante para discutir qué actitud tomarán con sus hijos, protagonistas de un hecho terrible, tomado de un caso real ocurrido en España.
La responsabilidad de los padres, emerge en ese escenario anodino pintado en sus más mínimos detalles, donde la contundencia de los hechos contados sin adjetivaciones van generando un clima angustiante que el autor dosifica en todo momento.
"Me imaginé un personaje que hace lo que muchas veces la gente piensa pero no dice, si fuese uno de los Soprano -por la serie de televisión- ejercería la violencia como la mafia. La violencia de otra forma está latente, a punto de estallar", desliza.
Algo similar ocurre en "La casa de verano con piscina" (2012) a la que llegan un matrimonio con sus dos hijas, invitados por un actor y su mujer y donde arriban también un director de cine con una jovencita (inspirado en la detención de Roman Polanski).
En este caso el narrador es un médico de cabecera y en la primera parte las descripciones sobre su trabajo resultan hilarantes pero ese clima festivo se torna amenazante en la casa del actor cuando su hija adolescente desaparece una noche fuera de la vista de sus padres.
"En los dos libros, publicados en castellano por Salamandra, los padres hacen todo con buenas intenciones, sólo el lector se pregunta ¿está bien lo que hace uno u otro?, siempre en un marco de ambiguedad y de dudas", analiza Koth, que descree de los mensajes y no intenta "reflejar ninguna sociedad en particular".
"El médico no puede pensar que su hija dejó de ser una niña, él niega que sea una adolescente y todo se desploma cuando pierde el control de la situación, no sabe realmente qué pasa con esa adolescente, de golpe tan desconocida" apunta el escritor holandés.
La curiosidad acerca de lo que hacen los hijos ¿qué vida llevan? es algo natural, "hay que comprender que no se puede mantener el control, ellos crecen y hay que verlos de forma independiente", reflexiona aunque también admite los estragos producidos por la indiferencia paterna y social.
En este sentido, desde la ficción, opina, "se pueden transmitir las contradicciones de una sociedad en toda su complejidad".
Según Koch, que no se siente integrante de ningún grupo entre otros escritores de su generación, "se puede encontrar buena literatura de forma inesperada igual que en el cine".
"Leo novela negra pero hallar solo a quien es el culpable me aburre, es una parte -observa-. Me gusta el suspenso, imaginar qué es lo que van a hacer y qué han hecho en realidad los personajes".