Alan Pauls: "Mis personajes son adictos de dinero"
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El cadáver de un alto ejecutivo de una compañía siderúrgica es encontrado en el río Tigre, cerca de Buenos Aires. El helicóptero que lo transportaba fue derribado y no hay rastros de la valija llena de dólares que lo acompañaba.
Mientras, una familia se divide por el dinero. El padre pierde -más que gana- jugando póquer en el casino. La madre dilapida sus ahorros comprando compulsivamente. Y el hijo vivirá pagando deudas propias y ajenas. Ese es el hilo argumental que cruza Historia del dinero.
La novela del argentino Alan Pauls acaba de llegar a librerías chilenas. Es el cierre de su trilogía sobre los años 70 en Argentina. Los dos primeros libros son Historia del llanto (2007) e Historia del pelo (2010) y todos han salido por editorial Anagrama.
Si ahora aborda la compulsión por el dinero, en el primer volumen el llanto era la metáfora de las batallas perdidas, y el pelo, la obsesión por describir las desigualdades sociales. “Quería que fueran tres novelas cortas y escribirlo todo en presente, como transmitiendo algo en vivo, que todavía despierta sensaciones perturbadoras. Poner en juego el rencor, la pasión, las llagas de una memoria que se niega a hacer balances”, dice Pauls.
Sótanos financieros
La cita que abre "Historia del dinero" es de la condesa alemana Franziska zu Reventlow: “Apenas llegue el dinero le aseguro que volveré a ser totalmente normal”.
Las palabras de la autora de "Complejo con el dinero", dice Pauls, son “una frase de adicta. La normalidad a la que promete que volverá con la llegada del dinero es la misma con la que sueña el heroinómano cuando llama a su dealer. En el caso de mi novela, los personajes son adictos o yonquis de dinero. No hay párrafo donde no se hable de dinero”.
Pero no es el único asunto: en "Historia del dinero", la política y una economía en crisis cruzan la historia de sus protagonistas. Es la Argentina de mediados de los 70, tras la muerte de Juan Domingo Perón. “El tema de las dobles vidas, por ejemplo, está tan arraigado en el ethos político de la época como en el económico: el militante que tenía que vivir con una identidad falsa encontraba un alter ego en el oficinista que de día trabajaba y de noche apostaba su dinero en los sótanos financieros, para que no se lo comiera la inflación”, afirma Pauls. Agrega: “El problema es que no creo que esa extraña cultura económica dividiera a la Argentina; más bien la unía. La unía en el sentido perverso, pero extático en que también la unió la toma de las islas Malvinas en el 82”.
En "Historia del dinero" también hay objetos que producen recuerdos y preguntas: billetes marcados con mensajes religiosos, monedas de texturas dispares. “El dinero -junto con la vida erótica de los padres- es el gran enigma de la infancia. Nada suscita más preguntas que esos trozos de papel estampados. ¿Qué es? ¿Qué lo autoriza a cambiarse por cosas?”, dice el ganador del Premio Herralde 2003 por su novela "El pasado".
Narrador y crítico de cine, Pauls conduce el programa "Primer plano", en la señal de cable I-Sat. El año pasado publicó con Ediciones UDP el libro "Temas lentos", donde reúne crónicas, columnas y artículos. Allí se refiere a la obra de cineastas como Jim Jarmusch, Jean-Luc Godard y Werner Herzog.
Y en esa dirección, el segundo semestre y por el mismo sello, Pauls publicará sus traducciones de algunas de las "Poéticas", de Raúl Ruiz. Son textos sobre cine que hoy están sólo en francés. Además, trabaja en un perfil biográfico sobre el prolífico director chileno muerto en 2011.
¿Qué nuevos elementos ha encontrado de la vida y obra de Raúl Ruiz que lo han sorprendido?
Que le gustaban los records y los accidentes culturales. Que parpadeaba muy poco. Que entre los 16 y los 20 años se propuso escribir 100 obras de teatro y las escribió (algunas duraban tres líneas). Que invirtió por completo la épica de la figura del workaholic: trabajaba todo el tiempo, pero parecía tener todo el tiempo del mundo. Que, marginal como siempre fue, nada lo apasionaba tanto como las instituciones. Que después de operado (del trasplante de hígado), todavía bajo la anestesia, soñó que el Papa le decía que después de la muerte no había nada y todo era rojo. Que es el único cineasta de culto que ha tenido el cine latinoamericano.
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