“Poniéndote una mano sobre el hombro y diciéndote ‘no te preocupes, no tienes nada grave’ mientras sabe que tienes algo mortal, un médico te puede asesinar. En cambio, si tú o yo queremos vengarnos de alguien, debemos emprender un camino engorroso, tenemos que dar demasiados pasos, tenemos que pensar en comprar un arma, etcétera. Es bastante complicado.” Herman Koch no es un asesino. Es uno de los autores holandeses presentes en la Feria del Libro, que este año tiene a Amsterdam como ciudad invitada de honor. Koch es un hombre amable y de risa fácil y franca. Vive en Amsterdam, una de las ciudades menos violentas del mundo. Alcanza con caminarla un poco para ver que es una ciudad próspera donde todo es bello y reluce aunque sea viejo, que no hay grandes contrastes sociales ni culturales, que todas las normas se cumplen sin mayor conflicto, que casi no hay policía, que todo fluye. Al menos, es lo que verá cualquier visitante porteño. Las dos novelas de Koch traducidas al español - La cena (2009) y Casa de verano con piscina (2011)- transcurren allí. Pero en la trama y en algunos de sus personajes hay una enorme violencia contenida.
Si uno le pregunta al escritor qué cree que eso significa, dice que él no es violento. “Pero siempre me ha llamado mucho la atención –explica- que alguien puede saltar de repente y perder el control. Mis películas favoritas siempre han sido éstas de Scorsese y los mafiosos y Los Soprano y todo eso. Puse algo de eso en estos libros sólo porque es algo que a mí me gusta. No es algo muy consciente pero sí he pensado que la familia de “La cena” se comporta mucho más como una familia siciliana en Nueva York, que dice ‘bueno, la última persona a la que vamos a recurrir son los psicólogos, los sociólogos, la policía, los asistentes sociales, aquí hay que solucionarlo todo en la familia, aunque haya que matar a alguien; los trapos sucios no salen de aquí’. Así es una familia aparentemente normal, holandesa, vive según estas reglas. Y el médico de Casa de verano con piscina y su familia siguen las mismas reglas: el más fuerte sobrevive. Hay que actuar porque si no, otro va a actuar. Esto a mí siempre me fascina. Es un poco la admiración que yo siento cuando veo estas películas y veo esta gente que simplemente controla su alrededor. Lo que eso quiere decir psicológicamente, no lo sé. Yo no soy violento, pero algo de eso a mí me fascina”.
De lo norteamericano, no es sólo el cine lo que ama Koch. Cuando joven –cuenta- le interesaban los clásicos rusos, los relatos de Chéjov o de Tolstoi, pero que con el tiempo descubrió a los escritores norteamericanos y se propuso escribir como ellos, “sin cometer la equivocación, como le ha pasado a alguna gente, de situar a su protagonista en Nueva York. Yo quiero hacer novela holandesa, que transcurra en Amsterdam”, dice.
Koch reconoce que, por su carácter narrativo, sus novelas podrían ser de un autor estadounidense, aunque transcurran en Amsterdam, y que le intrigaba mucho cómo podían recibirlas los lectores de Estados Unidos. Su curiosidad tuvo satisfacción en febrero pasado, cuando La cena se publicó en inglés y llegó rápidamente al séptimo lugar en la lista de best-séllers del New York Times. “El nuevo libro que estoy escribiendo ahora –dice- está llegando a casi 500 páginas. En general las grandes novelas americanas son largas…” Las dos novelas de Koch publicadas en español integran lo que él considera su trilogía sobre la familia. La próxima –anuncia– no tiene nada que ver con ese tema. Muy probablemente, sin embargo, tendrá en común con ellas su profundo nivel de crítica de la sociedad holandesa. En La cena y en Casa de verano con piscina Koch cuestiona especialmente algunas actitudes a las que lleva la corrección política dominante y cierto sentimiento de superioridad de los holandeses que oculta, por ejemplo, lo que para él es algún grado de racismo: los holandeses se jactan de su “tolerancia” con los inmigrantes, dice. “No hay nada que tolerar, la idea de tolerancia contiene la de superioridad”.
-¿Cómo fueron recibidas en Holanda sus novelas, con tanta crítica hacia sus compatriotas?
-En general, bien. A alguna gente le cayó mal todo lo que Casa de verano… se ríe del artista. Porque es una profesión tan elevada la del artista... Yo creo que es una profesión de la cual uno se puede reir como de cualquier otra…