Imágenes sobre papel
- Periodista:
- Mercedes Urquiza
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Los libros de arte han sido siempre protagonistas subterráneos de ArteBA. Pero esta que acaba de comenzar será la primera de las 22 ediciones de la feria en que tendrán un espacio propio dentro del océano de stands que conforman el evento anual de las galerías de arte. Libros y también revistas y fanzines de editoriales locales y extranjeras –y hasta una pequeña exhibición sobre publicaciones históricas de la escena del arte– darán cuerpo a este nuevo espacio, que se ofrece a sí mismo como punto de encuentro para afianzar los lazos entre los distintos actores que impulsan ese micro mundo. “La isla de ediciones”, como se denomina la zona dentro de la feria, “tiene como objetivo incluir una especie de catálogo ideal para el público del arte que al mismo tiempo aspira a ser una plataforma teórica”, cuenta Lucrecia Palacios, curadora a cargo.
" Coffee table books ” (algo así como “libros para mesas de living”) suelen denominarse a los libros de arte y fotografía, una etiqueta que suena un tanto despectiva y que no hace honor a la interesante función que cumplen para difundir la obra de los artistas, cuyo tiempo de exhibición pública es, por lo general, efímero. Se trata casi siempre de libros concebidos como objetos, que van más allá de una simple compilación de información e imágenes dedicadas a un artista, hasta rozar el estatus de obras en sí mismas. Aquí presentamos cinco ejemplos que, por diferentes razones, serán protagonistas en ArteBA.
Arte Plural
En un formato de libro convencional se suma a esta lista Arte Plural. El grabado entre la tradición y la experimentación, 1955-1973 y el tamaño tienen que ver con que es un libro teórico. Aunque bien le vendría otro formato y un despliegue más completo de imágenes a la minuciosa investigación de Silvia Dolinko, el jugo está en la investigación que realizó esta doctora en Historia del Arte e investigadora del Conicet haciendo foco en el grabado. Aquella vieja disciplina siempre presentada como la hermana menor de la pintura y la escultura. La investigación se concentra en la efervescente y luminosa década del sesenta donde tenían lugar los happenings y estallaba el arte pop y de aquel contexto Dolinko decide revelar la faceta menos contada. Una época que, sobre todo tras el caso Berni (que triunfó en la Bienal de Venecia en 1962), el grabado vivía un momento de expansión y experimentación. Se realizaban muestras y ediciones, se consolidaba una trama institucional (premios, bienales, colecciones, el Museo de Bellas Artes comenzaba a organizar el Gabinete de Estampas) estaban los artistas que sostenían la tradición y quienes la desmenuzaban como hicieron Luis Cammitzer y José Guillermo Castillo, Liliana Porter en el New York Graphic Workshop.