Vivir con extraños
- Periodista:
- Cecilia Macón
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Cuando un libro está firmado por Richard Sennett hay sólo una certeza: nunca es exactamente lo que parece. Las intuiciones que se desprenden del título, si bien resultan útiles a la hora de leer las primeras páginas, suelen disolverse para mostrar que todo es más complejo de lo que esa metáfora podría indicar. Eso es Juntos. Rituales, placeres y políticas de cooperación: un gran libro capaz de argumentar a favor de los beneficios de la cooperación, pero también de cuestionar las simplistas pretensiones consensualistas.
Segundo volumen de la trilogía del Homofaber iniciada con El artesano (2008) -donde el sociólogo norteamericano abordó los beneficios de un tipo de trabajo donde el saber es el resultado de la interacción social-,Juntos vuelve aquí sobre el argumento predilecto de Sennett: la sugerencia de estrategias para que el ingreso a la modernidad no reste nada a nuestra humanidad. No se trata de una actitud romántica sostenida en la evocación de un pasado perdido, sino en bucear en modos humanos de vivir la vida. Es así como en Juntos se despliegan razones para demostrar que "la coparticipación puede compensar aquello de lo que carecemos individualmente". En un marco signado por la desigualdad, empleos de corto plazo, ansiedad y depresión, hoy la sensibilidad para con los demás -donde cooperación y competencia conviven productivamente- parece estar disuelta. Necesitada de rituales hoy ausentes, la cooperación implica una actitud dialógica -donde se mantienen las diferencias- y no una meramente dialéctica orientada hacia un imposible fundamento común. Aceptar al otro como un extraño, insiste Sennett, es el verdadero desafío del hacer juntos. Y aún estamos a tiempo de lograrlo.
El recorrido al que nos lanza el autor de Carne y piedra (1994) nos lleva a discutir la lógica de Facebook, las dudas de los trabajadores de Wall Street, las reglas de la diplomacia internacional, la Exposición Universal de París de 1900, las nefastas consecuencias del neoconservadurismo británico, la convivencia en las ciudades -uno de sus temas favoritos- y a observar con detenimiento un enigmático cuadro de Hans Holbein.
Sennett se ha definido en más de una ocasión como un pensador fuertemente influido por la filosofía pragmatista estadounidense. Y en estas páginas está decidido a demostrarlo con intensidad: tanto sus reflexiones sobre los modos complejos de establecer una relación entre el presente y el pasado como las propuestas para la gestión de conflictos llevan el sello de William James y John Dewey.
Nacido en una familia de inmigrantes de Cabrini Green -uno de los barrios más pobres de Chicago-, abandonado rápidamente por su padre, se lució primero como gran talento musical. Prodigio del chelo en su juventud, un accidente lo obligó a abandonar la música y volcarse a la sociología. Suele decir: "Si pudiera elegir, sería músico". Pero en esa frase -como en cualquiera de sus textos- no hay nostalgia alguna.
Sennett es, desde Los usos del desorden(1970), su primer libro, un gran escritor. Y no sólo por tener su propia obra de ficción. Resulta capaz de articular las ideas de Georg Simmel, Michel de Montaigne, Hannah Arendt, Paulo Freire, Alexis de Tocqueville, Robert Owen, Norbert Elias, Robert Putnam y Adam Smith de una manera tan natural y franca como despojada de pedantería. Eso es -al margen de su talento, por cierto- resultado de su capacidad para nunca dejar de dudar. Es que las respuestas de Sennett, a las que se atreve de manera frontal, siempreabren la posibilidad de un contraargumento: el de cualquiera de nosotros.
© Cecilia Macon, ADN La Nación