“La novela es el medio ideal para sembrar dudas”
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- Maximo Soto
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"Dicen que mis thrillers son políticos, no fue mi intención, pero es cierto",explica el escritor holandés Herman Koch que luego de un etapa de novelas experimentales, pasó a convertirse en best seller internacional con sus novelas"La cena" y "Casa de verano con piscina", que en español publicó Salamandra.Koch, acostumbrado durante un tiempo a un universo limitado de lectores, se divierte al comentar el número de entrevistas que le hicieron a partir de que "La cena" apareció en la lista de best sellers de "The New York Times", y se multiplicaron cuando se supo que en Hollywood la iban a llevar al cine, a pesar de que esa novela ya tiene una película holandesa que se estrenará en un par de meses. En el marco de su visita a la Feria del Libro formando parte de la delegación holandesa, dialogamos con Herman Koch.
Periodista: ¿Cómo pasa de actor de un programa cómico de televisión a escribir thrillers?
Herman Koch: Me di cuenta desde muy joven de que me gustaba contar historias a la gente. Cuando no era algo que había sabido o visto y les agregaba cosas que habían sucedido, directamente las inventaba. Siempre les contaba historias a mis padres de cosas que habían ocurrido en el colegio, pero que en parte nunca eran verdad, siempre había algo de ficción. Luego te das cuenta de que a tus amigos y amigas, les gusta contar historias. Entonces, cuando tenía siete u ocho años, me surgió la voluntad de escribir cuentos, y después novelas cortas, de diez o veinte páginas. Me entusiasmaba eso.
P.: ¿Qué profesión le hacía ilusión por ese tiempo y era su meta?
H.K.: Siempre tenía idea de llegar a ser escritor. Me decía: voy a ser escritor, y vamos a ver cómo me arreglo con el dinero. Cuando estaba en la universidad buscaba estudiar las materias que me llevaran menos tiempo y fueran las más fáciles. Eso no lo lograba siempre, claro. Luego, he tenido trabajos eventuales, hasta que me empecé a ubicar en lo mío. Tuve un trabajo en radio, a principios de los años ochenta, que era inventar historias y cuentos. Esos relatos en muchos casos los improvisaba en el momento, junto con amigos, no fue algo que pensara que podía llegar al libro. De eso salió el programa de televisión de humor, que usted mencionó. El programa se llama "Jiskefep", que en un dialecto del norte de Holanda quiere decir basurero, en el sentido del tacho de basura. Era señalar cosas que se consumen en el momento, que no son para que duren una eternidad. De eso he vivido durante quince años, y mientras tanto escribía.
P.: Usted alcanza fama internacional con "La cena" y "Casa de verano con piscina", ¿lo suyo es la novela de suspenso?
H.K.: No, yo he hecho un poco de todo. Realmente, empecé a utilizar una trama con el libro anterior a "La cena" Antes escribía,no voy a decir de forma más experimental, pero sí que me interesaba mucho más la forma que la trama. Me di cuenta d que estaba reprimiendo algo mío, que había cosas que me gustaban de las historias con tramas fuertes. No pensaba claramente que iba a escribir un thriller sino poder escribir una novela que lleve a seguir leyendo, que a medida que se avanza en el libro se quiera pasar al capítulo siguiente. Y ésa es la manera en que escribo mis libros. No hago inicialmente un gran plan general sino que voy de capítulo en capítulo pensando: ¿qué va a ocurrir ahora?¿qué va a pasar? Así mantengo mi atención en la historia que estoy contando, que me estoy contando. Nunca me aburro, porque no sé qué es lo que va a suceder.
P.: En "La cena", sale de una reunión formal de dos parejas amigas, con uno de los hombres candidato a primer ministro, de pronto surge que los hijos de ellos asesinaron a un marginal, ¿así provoca el deseo de seguir leyendo?
H.K.: "La cena" es un buen ejemplo de no planificar. Las primeras cuarenta páginas trata de las parejas yendo al restaurant, donde ya ocurren varias cosas. Cuando llegan, el hombre pide la mesa reservada y la camarera lo observa y le dice: "pero, usted no es el Primer Ministro". No, soy su hermano, contesta él. En ese momento me di cuenta de que era una buena respuesta, pero no había planificado que se tratara de un encuentro de hermanos. Las primeras cuarenta páginas no lo sabía, para mí eran dos parejas. La ventaja es que no hay ninguna referencia hasta entonces de cuál era la relación entre ellos. Esas cosas que son como regalos que confío que van a aparecer si no se planifica demasiado. Que la mujer supiera todo lo ocurrido desde el principio y el marido sólo en la página 150, fue también así. Me dije: ¡pero, ella ya lo sabía! No había habido hasta entonces ninguna referencia a eso, y sin embargo estaba en el carácter de esa mujer desde el principio.
P.: Siendo así, ¿cómo surge en usted el fuerte comienzo de "Casa de verano con piscina"?
H.K.: Al principio me interesaba dar voz a un médico de cabecera que lleva más de 25 años en su profesión y está un poco harto de sus pacientes, que les tiene hasta un poquitito de asco. Me estaba imaginando cómo podía mirarme a mí y al resto de sus pacientes mi médico de cabecera. Después aparece la hija, y el vínculo que tienen. Estaba una noche hablando con amigos sobre el caso de Roman Polanski. Uno decía: claro, una niña de 13 cuando va con un director de cine a la casa de Jack Nicolson para que le saquen fotos, ya sabe lo que le puede pasar. Otro, este Polanski es degenerado, un pedófilo que seduce a chicas de 13 años diciéndole que sus fotos van a salir en "Vogue". Uno dijo, es un caso sobre el que yo en una semana cambié diez veces de opinión. Ahí pensé, eso es una novela. Una novela no tiene que dar una opinión, pero todas las opiniones pueden estar dentro de ella. La novela es el medio ideal para expresar todo, sembrar dudas, y dejar en el lector la decisión final.
P.: Sus novelas tratan dramas íntimos, problemas psicológicos, cuestiones sociales y hasta cuestiones de corrupción en el poder. ¿Esos son los elementos de su literatura?
H.K.: No de modo tan consciente. Si bien no quiero dar opinión como escritor, y no quiero dirigir al lector para que piense esto es malo o esto es bueno, la social entra naturalmente. Han dicho que más que thrillers las mías son novelas políticas. No lo he hecho intencionalmente, pero al verlas en prospectiva, es verdad. Cuestiono en mis novelas lo que es políticamente correcto, sobre lo que se puede decir y lo que se puede pensar. Eso a mi siempre me ha llamado mucho la atención. En la novela que se va a publicar el año que viene, uno de los protagonistas es un escritor que dice: si verdaderamente la gente supiera lo que yo pienso, quemarían mis libros, nunca le van a poner mi nombre a una calle ni nunca voy a tener un monumento; la clave de mi profesión es mantener en secreto lo que pienso de verdad. Acaso algún lector se dé cuenta un poquito.
P.: ¿Cuáles han sido sus influencias?
H.K.; A los 17, 18 años, fueron los escritores rusos del siglo XIX, y sobre todo Chejov y Dostoievski, y un poco Tolstoy. Es una influencia que luego no se puede borrar. En mi intención de que el lector se deslice por la historia que le cuento está presente Chejov, que es claro y a la vez bello. Esa influencia me permite no caer en la prosa burda del thriller mediocre. Y a la vez busco no imponerle al lector tener que volver a leer una frase porque no termina de entender lo que se dice.
P.: ¿La influencia de Dostoievski está en la profundidad de los dramas, el conflicto denso y la complejidad de los personajes, en el caso de "La cena"?
H.K.: Y lo que eso mueve en la mente de lector, todo lo que se puede opinar sobre eso. En "Crimen y castigo" lo notable es que el protagonista no se cree culpable del crimen que ha cometido. Sólo se siente un poco estúpido porque lo apresaron. Cuando va a la cárcel piensa: lo que he hecho lo he hecho sólo para ver si es posible hacerlo. La moral no está en el libro. Eso está en mis libros. Es por eso que en mis libros no hay moral, que la gente de "La cena" sale con los suyos, siguen viviendo, nadie es castigado. Y eso pienso que esta más ajustado a la realidad.
P.: ¿Qué siente al saberse un best seller internacional?
H.K.: No lo he buscado. Lo único que siento es que el libro que estoy escribiendo ahora va a llegar a un público más amplio. La desventaja de ser muy leído es que hay críticos para los cuales si es best seller es sospechoso. Y sí, hay libros muy malos, pero también hay otros. Cuando se publicó "Cien años de soledad" en Holanda yo me resistí a leerlo porque si a todo el mundo le gusta no podía ser bueno. Eso es lo que pueden decir de mis libros. Si a tantos le gusta, debe ser mediocre. Se ha puesto de rodillas para complacer a todo el mundo. Es curioso, volverse best seller coloca al autor a la defensiva, a tener que dar explicaciones, a justificarse. ¿Es qué quieren que vuelva a escribir aquellos libros míos que nadie leía? [Se ríe].
P.: Sus libros van a ser filmados por Hollywood.
H.K.: Con "La cena" se ha hecho un película en Holanda, que se estrena en unos meses. Y como esa novela tiene mucho éxito en Estados Unidos, ya se han vendido los derechos y se está buscando qué director la va a hacer. Allí también están interesados en llevar al cine "Casa de verano con piscina".
P.: ¿Cómo es ese próximo libro que mencionó al pasar?
H.K.: Un escritor de 50 años le escribe a otro de 80, que está jubilado: usted escribió hace 40 años un libro que se convirtió en best seller donde trataba un hecho real, la desaparición de un profesor en un colegio, por lo que unos alumnos fueron acusados en la sospecha de que tenían algo que ver. Como usted sabe nunca más se supo nada del profesor. A usted que está medio olvidado acaso le interese escribir otra versión de aquella novela a partir de datos que le puedo dar, porque yo soy uno de los alumnos que fueron acusados. Este es el punto de arranque, el resto son los dos años que llevo trabajando, y ya sólo faltan un par de capítulos.