Los Buddenbrook
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- Augusto Munaro
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Durante la primera mitad del siglo XX, la literatura en lengua alemana contaba con admirables novelistas. Robert Walser, quien legó con su mirada apacible un panorama inquietante y siempre agudo de la clase media burguesa, las refrescantes páginas impresionistas de Eduard von Keyserling, Robert Musil cuya obra El hombre sin atributos, consolidó como en ninguna novela la crisis de la sociedad moderna, Franz Kafka y, desde luego, Thomas Mann (1875-1955).
Mann irrumpió en la escena literaria en 1901, con la publicación de Los Buddenbrook (Edhasa). Su ambiciosa opera prima, es una novela que registra el itinerario de una familia patricia de Lübeck, ciudad natal del autor, a través de cuatro generaciones. Aunque el libro le llevó seis años de escritura, lo concluyó a la precoz edad de veinticinco años, legando a la posteridad un trabajo de insólita madurez. Esta saga familiar, cuyos capítulos abarcan las fechas 1835 y 1877, traza con amplitud impecable, la progresiva decadencia de la clase media alta. Una pintura vasta, cuyo objetivo fue –según palabras del mismo autor-, construir una “historia del alma de la burguesía alemana”. Podría considerarse que Mann ha sido modesto en su aseveración.
Esta novela que prefigura en varios aspectos a La montaña mágica (Der Zauberberg), su obra maestra; además de representar las deficiencias del hombre burgués, es un cabal testimonio de cómo éste pensaba y ejecutaba su conducta habitual. En sus páginas, los personajes –que transcurren copiosamente a través de nacimientos, matrimonios y funerales-, atesoran un sinnúmero de actitudes, gestos que constituyen en su totalidad, la moral de una época. A diferencia de las ficciones de Isaac Bashevis Singer, Frank Norris y William Dean Howells, que también retratan la transformación de las costumbres de una sociedad, Mann, analiza esa interpretación de la época, pero lo hace ofreciendo una mirada refinada y nostálgica. Por instantes impera una hipersensibilidad asfixiante, como cuando ayudado por su estilo impasible, caracteriza a los personajes en relación a los ideales que éstos aspiran. El lector atento pronto se percatará del influjo nihilista de Mann.
Esta forma crepuscular de ver y sentir el mundo, se refleja en detalles, tales como una caminata, la inflexión con que Hanno le contesta a su padre, o inclusive el modo en que Thomas Buddenbrook, acaso el personaje central y de mayor peso en la obra, recorre una habitación; sin olvidar también el papel dramático que propician los objetos. Éstos, a veces más que los personajes, irradian sentimientos de caducidad; logrando una prosa tersa donde se destila el sentido trágico que ellos emanan. Idea de una realidad languidecida, que el escritor retomaría en Muerte en Venecia.
La presente edición de Los Buddenbrook, ofrece una nueva y cuidada traducción realizada por Isabel García Adánez. Se trata de una versión más precisa que la precedente, a cargo de Francisco Payarols. También el texto incluye un árbol genealógico de la familia novelada y la ilustración detallada de un mapa de la ciudad de Lübeck, situada en el estado de Schleswig-Holstein, al norte de Alemania, sitio donde se desarrolla principalmente la historia. El credo novelístico de Thomas Mann es vasto, complejo y profundo. Este libro, tanto por su estilo denso y equilibrado como por la hondura psicológica con que está narrado, lo comprueba.